Capítulo 6

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Me contoneé hasta la barra donde él se encontraba. Coloqué mis brazos encima de la barra haciendo que mi escote dejara a ver más de lo necesario.

— Una piña colada por favor.— le pedí al bartender con una sonrisa coqueta y él enseguida fue a buscarla.

Apoyé mi brazo en la barra y observé el lugar luciendo despreocupada pero teniendo en cuenta que ya había captado la atención del caído. Lo observé disimuladamente y sonreí volviendo mi vista al mortal que me entregaba mi bebida.

—¡Demonios! — maldecí mientras buscaba dinero inexistente en mi bolso improvisado. — ¡Lo siento mucho! — dije devolviendo la bebida al mortal. — Perdí mi dinero y no tengo más...

— Toma. — el caído hizo su aparición pagando mi bebida y sentándose en el asiento contiguo. — Quédate con el cambio. — dijo y tomó su bebida para darle un trago y observar a las personas.

Sonreí en mis adentros y también por fuera, lo observé con insinuación.

— Supongo que los caballeros aún existen. — dije acercándome peligrosamente a él y captando toda su atención con mi escasa ropa. — Gracias. — levanté mi bebida y la choqué con su vaso.

Él sonrió mientras yo bebía sin apartar mi vista de él. Era apuesto y tal vez no debería acabar con él demasiado rápido, pero el alma que invadía mi cuerpo decía que la energía era necesaria.

— Sólo quería darle un placer a una merecedora de él. — dijo poniendo su cuerpo en dirección a mí.

—¿Crees que merezco placer? — dije sonriendo de lado y acercándome lo más posible a él.

Él asintió con una sonrisa matadora en su cara.

— Areu. — extendió su mano dejando su bebida en la otra. — Proveedor de placer. — insinuó acercando su cara a la mía.

— Verno. — sonreí tomando su mano y dejando nuestras narices a escasa distancia. — Juez del placer.

—¿Verno? — dijo él sin apartarse y sin cambiar su expresión.

— Supongo que a los del orfanato no se les ocurrió un mejor nombre. — sonreí alejándome y apoyando mi brazo en la barra.

— Es un nombre exorbitante. — confesó imitándome.

Sonreí de medio lado y tomé asiento en una de las sillas haciendo que mi diminuto vestido dejara ver la mitad de mis muslos.

— Y dime, Areu. — lo observé con interés. — ¿Tú tienes padres?

— No. — se rió bebiendo.

— Entonces vives solo. — afirmé captando su mirada en un instante.

Areu ya sabía lo que estaba buscando y sus ojos oscuros por la lujuria me afirmaba mi suposición.

— ¿Hay alguna razón por la que preguntes eso? — dijo con una gran sonrisa en su cara.

Me encogí de hombros y me acerqué a él con mi trago cerca de mi boca.

— Tal vez yo pueda juzgar tu nivel de placer. — insinué bebiendo de mi vaso.

Su sonrisa creció y acercó su boca a la mía enviando miles de cargas de energía a mi cuerpo con tan solo ese beso.

— No creo que puedas aguantarlo. — sonrió de lado.

En cierta parte tenía mucha razón puesto que si un mortal tuviera relaciones sexuales con él, probablemente moriría. Pero yo no era una mortal, y eso no lo sabía Areu, lo que me daba una cierta ventaja.

— Muéstrame. — susurré a su oído provocativamente.

(...)

Areu cerró la puerta de su casa de una patada puesto que sus manos estaban muy ocupadas tomando mi trasero a su antojo. Areu a pesar de todo era un simple chico que tenía que satisfacer sus necesidades, y el sexo era una de ellas.

Me tiró sobre él sillón y comenzó a sacar mi vestido sin un poco de delicadeza.

Tratar con un caído era difícil, ya había tenido experiencia con uno de ellos y si la expresión "Te daré duro contra el muro" era dicha por un mortal no se comparaba a la fuerza que los caídos ejercían al estar teniendo sexo.

Por inercia saqué su playera por encima de su cabeza y dejé que sus labios viajaran por todo mi cuerpo cubierto sólo por ropa interior. Fijé mi vista en los escasos retratos que adornaban las mesitas de la sala.

La mayoría sólo tenía el retrato de Areu con (suponía) su mejor amigo obviamente caído.

—¿Tienes familia? — pregunté despreocupada pero alerta.

— No, ¿por qué? — dijo mientras quitaba mi sostén y jugaba con mis pechos haciendo que soltara un inmenso gemido.

— No tendré que preocuparme por salir medio desnuda de tu casa. — sonreí tomando su cabello y plantándole un beso brusco.

Con una de sus manos quitó mis bragas y se bajó el pantalón como si ya fuera un experto.

De mi bolso saqué un condón y lo coloqué en mis dientes para que él entendiera la indirecta.

— No tienes dinero pero sí condones. — dijo con una sonrisa mientras colocaba el condón.

No me demoré en ver el tamaño de su miembro, la cosa era tomar su energía y utilizar su casa para después seducir a su mejor amigo y luego traer otros caídos si lo necesitaba.

Él tomó mi cuello para que mi rostro lo viera sólo a él, con un movimiento rápido y brusco me penetró.

Los dos lanzamos un enorme gemido y me aferré a su espalda con mis uñas afiladas lo que lo hizo gruñir.

Comenzó a mover sus caderas lentamente para dilatarme un poco y así no me quejara tanto cuando me penetrara.

Que me doliera no significaba que fuera virgen, si no que su miembro era realmente grande, y más grande que los de los anteriores ángeles caídos con los que había tenido sexo.

Areu movía sus caderas con brusquedad dentro de mí, mis manos se aferraban a su espalda dejando probables marcas en ella dónde sus cicatrices se marcaban.

Areu soltó un gruñido que reflejaba molestia.

Era en éste momento donde mi cuerpo absorbía poco a poco su energía y con esto debilitaba su cuerpo y provocaba diferentes tipos de molestias en su cuerpo.

— Verno... — se quejó él tratando de separarse de mí, pero esto no funcionaba puesto que ahora que mi cuerpo había probado su energía se volvió adicto a ella.

Con más fuerza de la necesaria cambié de posición con él haciendo que quedara debajo de mi cuerpo y en cambio yo me moviera en su miembro para absorber su energía lo más posible, él se quejaba pero no tenía la fuerza de salir de mí.

Mis facciones comenzaron a endurecerse revelando mi verdadera apariencia de súcubo hasta que no escuché más los lamentos de Areu.

Cansada me acerqué a su oreja y susurré.

— Dulces sueños, Areu.

Verno, el surgimiento de un demonio (Saga Genus #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora