Capítulo 53

780 108 6
                                    

Emma

Verno observaba atónita como presionaba en mi vientre.

Se quedó estática sin hacer nada, y eso me estaba asustando.

Concentrando mi poder y lo que quedaba de mi energía, comencé a sanar mi interior concentrándome en mi hija.

Después de ello me apoyé con más fuerza en Milton y él me observó con fascinación.

— Milton... Necesito tu energía. — dije en un murmullo para que Verno no escuchara.

— Toda tuya, Emma. — el movimiento estratégico que él había hecho para proyectarme su energía me dejó atónita.

Me había abrazado cubriendo mi cuerpo en una señal de protección por si Verno trataba de hacer algo.

Después él mismo se derrumbó en el suelo y dejó a Verno en mi vista.

Ella estaba que hervía de la rabia pero no hacía nada, simplemente no se movía de su lugar.

— Eres una... — sus labios se apretaron fuertemente hasta que un hilo de icor salió por su comisura izquierda.

Verno profirió un grito mecánico y después sus ojos volvieron a su horroroso color rojo.

Ella se acercó hacia mí con intención de atacar a mi vientre y no a mí.

Me paré en toda mi altura y puse mis manos en mi vientre.

Caeleste opertos.

Fulgor celestial.

Cuando Verno atacó con una cuchilla, la luz que emanó quemó su mano y con un grito de dolor siguió tratando de atacar a mi vientre sin importarle realmente que su mano se estaba incinerando.

Gruñó por la desesperación y en un movimiento rápido tomó mi cuello y me lanzó por los aires estrellando mi espalda contra la estructura que apresaba a Azazel.

Mi cuerpo se sacudió y mi boca expulsó una combinación de sangre e icor.

Me alarmé por completo y Verno ya estaba acercándose peligrosamente.

— Et porta caeli.

A Verno le importó en lo más mínimo quemar su cuerpo con tal de traspasar la barrera.

Su espada brilló con el fulgor de la puerta del cielo y con un balanceo cegó mi vista haciendo que cerrara los ojos pero poniendo mi brazo como protección para mi hija.

Un gemido de impresión salió de una boca que no fue la mía.

Cuando abrí los ojos, la espada de Verno estaba clavada en el costado de Maye.

Ésta escupió icor en las vestiduras de Verno y le mantuvo la mirada aunque estaba por desfallecer.

— Si sabes que está embarazada, ¿por qué tu corazón no se ablanda? — ella la miró con cierto odio, sus dientes se apretaban y estaba forzándose a hablar.

Maye había protegido la vida de mi pequeña... Eso jamás lo olvidaría...

Jared

Desperté por todo el alboroto que llegaba a mis oídos.

Explosiones, derrumbes de ladrillo e incluso olía a azufre.

Me senté en mi lugar y escuché sollozos detrás de mí, al voltear pude ver a Helen abrazando sus piernas y con la cara sucia.

— ¿Helen? — llamé para avisar que ya había despertado.

Ella limpió sus lágrimas con su mano rápidamente y después emitió un sonido de que me estaba escuchando.

— ¿Qué pasa? — dije poniéndome en pie y observando el sombrío lugar en el que nos ocultábamos.

— Estamos perdiendo... — ella me miró de soslayo. — Emma me dijo que te sacara de ahí y te traje aquí.

— ¿Dónde está Emma? — dije observando al frente y escuchando gritos por todas partes.

— No lo sé. — dijo ella sollozando.

Me encaminé a salir del oscuro lugar donde nos escondíamos y divisé a Maye frente a Emma.

Verno encajaba su espada en el brazo de Maye y su prima se mantenía fija en su lugar con una expresión de dolor que trataba sin éxito de ocultar.

Emma observaba con cierta impresión la escena mientras que con su brazo abrazaba su vientre.

Su vientre...

— Si sabes que está embarazada, ¿por qué tu corazón no se ablanda? — expulsó Maye con cierto dolor.

¿Embarazada?...

Mis ojos se abrieron como platos y no pude evitar que mis ojos viajaran a Emma, quien con todo el esfuerzo del mundo hacía un intento para ponerse en pie.

Verno desplazó la espada fuera de la carne de Maye y ella no quitó su posición de protección, la súcubo parada frente a su prima volvió a levantar su espada con una expresión fría y con un movimiento rápido cortó la garganta de Maye, derribando su cuerpo y dejando a Emma a la vista.

Entrando en razón tomé dos cuchillas que habían sido abandonadas y corrí gritando hacia el cuerpo de Verno.

Cuando el brillo de la espada de Verno ya había refulgido apuntando hacia Emma, las cuchillas que llevaba se clavaron en los costados de Verno haciéndola gemir de dolor y despojándola de su arma.

Zianya llegó rápidamente a donde estábamos y tomando la ventaja de que Verno se veía indefensa, la tomó del cabello y con todas sus fuerzas la arrojó hacia un lado derribando a sus súcubos como si fueran bolos.

Ella me observó y quito uno de los lacios cabellos de su cara.

— Tenía que hacerlo. — anunció Zianya y después fijó su vista en Emma y después mi vista volvió hacia ella.

Emma me observaba con lágrimas en los ojos.

— Jared... — su boca quedó entreabierta buscando decir las palabras que mis oídos ansiaban oír.

Me acerqué a su cara y pegué su cuerpo con el mío... Y la besé, la besé como quería hacerlo hace tiempo y el beso llevaba mucho más que sentimientos... Llevaba una vida que ambos habíamos procreado, y por eso la amaba mucho más que antes, si es que era eso posible.

— No hace falta decirlo. — susurré contra sus labios y ella sonrió con lágrimas en sus ojos, posé mi mano en su vientre delante de la suya.

Inconscientemente una punzada se envió de mi cuerpo al suyo y quité la mano pensando que le había hecho daño.

Ella tomó mi mano y la envío a su pecho izquierdo mandando una punzada igual a la que yo le había proporcionado.

— Es la forma en la que los ángeles transmiten su amor.

Los amo, Emma...

Y nosotras te amamos, Jared...

¿Nosotras?

Es niña...

¿Cómo lo sabes?

Un angelito me lo dijo...

Entonces... Las amo, Emma...

Verno, el surgimiento de un demonio (Saga Genus #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora