Capítulo 50

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Emma

Una vez que me percaté que Verno estaba en el fondo del agujero decidí tratar de sellar la entrada con ayuda de un elementus.

Pero la misión fue interrumpida puesto que el rugido de Azazel llenó los oídos de todos.

Al parecer la fuerza de Azazel había superado el gran intento de la colaboración de Nerea con los elementus de mantenerlo con inactividad.

Había mandado a muchas de las pequeñas y poderosas criaturas por ningún lado y en su intento de salir del pentagrama, aplastó a algunos, lo cual causó un grito de dolor de todos los elementus.

No me dí cuenta de lo que realmente enfrentaba hasta que lo tuve de frente.

Azazel fácilmente podría ser quince veces o más mi tamaño, y mi vista alzada era un proporción a su vista en picada.

Mi corazón latió tan rápido como se pudo y cuando mis manos volvieron a tomar forma de hojas Azazel rugió en mi cara mandado mi pelo para atrás y haciendo que me esforzara por no retroceder o por siquiera mantenerme en mi lugar.

Paré mi transformación.

Estaba atónita.

Azazel levantó su inminente brazo y dejó ver un brillo que parecía provenir del sol de Edom.

— ¡Emma! ¡Sal de ahí! — el grito de Nerea me sacó de mi ensoñación e hizo que completara mi transformación en tiempo récord y que retrocediera lo suficiente para evitar el golpe de Azazel.

Más no fue suficiente para evitar la sacudida que el impacto causó y caí en mis espaldas sin apartar la vista del inminente demonio.

Mi garganta estaba obstruida y mi respiración agitada.

Azazel volvió a levantar su puño con pesadez y yo volé lo más alto que pude para evitar su golpe, sin embargo, como si fuera una simple mosca, su palma impactó con todo mi cuerpo mandándome contra una gran torre que se erguía por los alrededores.

Azazel corrió hacia mí y aunque aún le faltaba mucho para llegar, comencé a correr en dirección contraria.

No iba a rendirme y mucho menos iba a huir como una cobarde.

Pugnare mihi, Baruck.

Mi cuerpo se deformó en todo su poder y aumentando un poco mi estatura clavé la filosa hoja que conformaba mi mano en una de las piernas de Azazel.

El demonio lanzó un enorme gritó mecánico y yo observé con asco mi brazo lleno de icor.

Después observé la figura de Azazel que se volvía con torpeza para aplastar a su atacante.

— ¡Emma! — advirtió Nerea.

Azazel se volvió con más rapidez de la que tenía contemplada y de repente sus movimientos se volvieron más rápidos.

— Mierda... — dije para mí misma en mi estupefacción.

— ¡Emma, corre! — gritó Nerea.

Siguiendo su consejo y sin ninguna otra alternativa, corrí lo más rápido que pude y al ver mi camino obstruido por una horda de demonios y ángeles tratando de luchar entre ellos, alcé mi vuelo desviando a Azazel hacia la misma torre que había destruido con mi cuerpo.

Azazel tenía movimientos demasiado rápidos, incluso para mi propio vuelo.

Esto no acaba aquí, mierda no, vamos a luchar.

Apreté mis dientes y volví al cuerpo de Azazel con la mayor rapidez posible y alcancé a hacer otro corte profundo esta vez en su brazo izquierdo.

Sonreí al escuchar su gemido de dolor y aprovechando la situación y rogando que no lograra aplastarme, pasé por su espalda y rasgué en vertical su inexplicable columna.

Él envió sus manos para tapar su espalda y su cuerpo comenzó a hervir de la rabia.

Llegué hasta donde estaba Nerea sin apartar la vista de Azazel.

— ¿Y ahora cómo mierda salimos de esto? — pregunté observando a Azazel temblando de la furia.

— Corta un punto vital. — sugirió Nerea llamando a sus elementus.

¿Un ojo?

Baruck hizo presencia en mi mente y después tomando un control de mi cuerpo giró para ver de frente un arco.

— ¡Sí! — dije después de pensarlo un rato.

Tomé el arco y corrí de nuevo hacia el cuerpo de Azazel.

— ¡Oye, tú! — Azazel envío una mirada de locura hacia mí y trató de aplastarme. — Observa esto.

El arco se puso en posición y tomé la flecha llenando el objeto de brillo.

Caeleste opertos.

Fulgor celestial.

La punta de la flecha cortó el aire de tensión e impactó justo en el iris del demonio.

Azazel tomó su cara en manos y comenzó a retroceder por el impacto que la flecha había causado.

El fulgor comenzó a quemar su cara.

— Eso ha sido de suma vitalidad. — anunció Nerea con horror. — Está bien que esté tratando de matarte, pero quiero recordarte que aún está su hija presente, y que probablemente te mataría si viera lo que has hecho.

Suspiré porque realmente extrañaba a Nerea.

— No es una probabilidad. — mi espalda se tensó al escuchar su voz. — Es un hecho.

Maye pasó por mi lado cortando parte de mi vientre a su paso.

Tomé mi costado y me incliné de dolor al observar que brillaba con un fulgor morado.

Nerea tomó la lucha contra Maye tratando de no matarla.

Unas punzadas se sintieron en todas las paredes de mi útero.

Y después mi vista comenzó a tornarse roja.

Traté inútilmente de buscar un soporte antes de impactar de lleno en el suelo.

Me hice bolita porque no aguantaba mucho la sensación de dolor que estaba causando.

Aunque de una manera inexplicable, sentía que me asfixiaba.

¡Praesidio!

¡Protegerla!

Rogué en mi mente para que llegara a los oídos de Baruck.

Sanitatem.

Una onda de alivio puro recorrió mi cuerpo entero concentrándose en mi vientre al escuchar la voz de Baruck.

Gracias...

Cuando quieras, amada mía.

Verno, el surgimiento de un demonio (Saga Genus #2) Where stories live. Discover now