Capítulo 51

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Verno

Desperté un tanto desorientada.

La oscuridad me rodeaba por completo y sólo sentía cómo la tierra se movía un poco dejando escombros encima de mis vestiduras.

Me puse en pie con una mueca de dolor y me percaté de las punzadas que todo mi cuerpo presenciaban a causa de las recientes llagas que Emma había causado.

Tomé aire y me armé de valor.

Incrusté mis filosas garras a la pared del túnel y comencé a escalar a como daba lugar.

Mi cuerpo quedaba suspendido entre una gran altura y la inalcanzable salida.

Las manos y los brazos me dolían por el esfuerzo que estaba poniendo al querer levantar mi peso, y aunque estaba implementando toda la fuerza que me era posible, las heridas que Emma había causado era lo que ralentizaba mi andar.

¿Tan débil eres, hermana?

La voz de Baruck resonó por todas las paredes del túnel y mis ojos se abrieron como platos, pude sentir cómo cambiaban su color.

No te metas en mi mente.

Gruñí.

Te lo dije, querida mía, no eres una rival contra Emma... Lo más gracioso es que necesitas de alguien con mayor poder que tú para poder vencer a tu oponente.

Sonreí con ironía.

¿No te suena familiar?

Para nada, hermana. Yo luchaba contra tí, en ningún momento mi pelea fue en contra de Emma. Yo, claramente tenía un objetivo con fines buenos, jamás me llenó la ira y la venganza... En cambio tú, mírate, me das pena.

Mi quijada se apretó y con la rabia refulgiendo dentro de mí escalé con más agilidad, como si fuera del túnel se encontrara Baruck en carne y hueso y así lo pudiera matar yo.

La fuerza en mis brazos y cuerpo se incrementó de una manera inexplicable y en menos de lo que Baruck pudo disolverse de mi pensamiento, salí del túnel con vuelo propio.

Aterricé con delicadeza sobre el suelo de Edom y mi rostro se tornó serio.

Una vez mis ojos se adaptaron a la luz que rodeaba mi reinado, pude divisar a Emma de rodillas en el suelo hecha bolita.

Nerea y Maye se atacaban con fiereza y era muy interesante ver cómo se sincronizaban incluso cuando se veían como enemigas.

Azazel trataba de sacar una flecha de su ojo y su cara tenía cierta deformación que tomaban forma de quemaduras.

Mis dientes se apretaron y mi labio se levantó en un mueca de disgusto total.

— ¿Qué es lo que les pasa? — grité llamando la atención tanto de mis súbditos como de mis enemigos. — ¿Acaso no ven que está sufriendo? — señalé a Azazel.

Maye hizo una gran cortada en el ala de Nerea dejándola exhausta e indefensa y sobre todo, dolorida.

Mi prima se arribó en el cuerpo de su padre y escaló por él hasta que llegó a la parte de su cara y con lágrimas en los ojos sacó el pico de la flecha del ojo de su padre.

Maye trató de convencer a su padre de que estaría mucho mejor en cuánto regresaran a casa.

— ¡De ninguna manera! — interrumpí en la plática sentimental entre mi prima y Azazel. — ¡No van a abandonar esta pelea!

Maye me observó con fuego en sus ojos.

— ¿Acaso no te basta? — bajó del cuerpo de su padre para quedar a mi altura con sus hombros tensos y escupiendo las palabras. — ¿No has visto ya el daño que le has causado? — gruñó quedando delante de mí.

— Azazel ha sido invocado por mí, ¡no tiene derecho a abandonarme! — grité en la cara de Maye.

— ¡Maldita sea, Verno! ¡Cállate de una buena vez! ¿Te crees la gran cosa? ¡Pues no lo eres! — gritó con desenfreno. — Escúchame bien, súcubo de mierda. — su cara quedó a centímetros de la mía. — Me importa en lo más mínimo si tengo que desatar una lucha entre Edom y Landimus, pero te advierto de una vez que mi padre vale mil veces más que tú y tu reinado de pacotilla, así que vas a dejarnos ir o voy a tener que arrancarte la cabeza de una mordida. — sus fosas nasales se movían con desenfreno y el icor se hacía presente notoriamente en su piel.

Le mantuve la mirada a Maye.

— Y créeme, Verno, no vas a ganar esta vez... — sus dientes rechinaban por el enojo. — Te lo juro por mi padre que no vas a ganar contra mí.

Mi rostro era calmo aunque dentro de mí estallaba un sin fin de ira contra mi propia sangre.

No me convenía tener a Maye de enemiga, pues sabía mis puntos débiles...

Y ella tenía un padre.

Así que decidí darme media vuelta y dirigirme hacia las súcubos que miraban atónitas la escena, me detuve a centímetros de haber avanzado.

¿Y qué más da si decides revelarte en contra de Maye? Azazel ahora mismo está bajo tu control... Chantaje, cabeza hueca.

La voz dentro de mi cabeza estaba apoderándose de mi locura.

Mis labios se fruncieron tratando de esconder una sonrisa que creció gradualmente a mi locura, mi mente maquinando a mil por hora y mi cinismo cegando mi cordura por completo.

Me volteé lentamente hacia Maye y nuestras miradas se cruzaron, ella estaba claramente intrigada puesto que en mi mente aún no aparecía ningún pensamiento claro.

¿Y quién te dice que no quiero desatar una guerra contra tí?

Sonreí de lleno y satisfactoriamente cuando la cara de Maye se distorsionó con notorio descontento.

— Pugnare mihi, Azazel. — llamé al enorme demonio.

El mandato hizo olvidar su dolor y él rápidamente se puso en posición para recibir órdenes.

Mi vista se clavó en Emma.

Occidere.

Mátala.

Y en cuanto el mandato llegó claro a la mente de Azazel, Maye se abalanzó contra mí.

Al fin, querida prima.

Verno, el surgimiento de un demonio (Saga Genus #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora