Capítulo 40

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Emma

— ¿Está todo bien?

La voz de Jared hizo que volviera de la ensoñación en la que me había metido.

Parpadeé un par de veces para después ver al felino huir y a la hermosa escena desvanecerse conforme el viento movía el agua.

— Sí, todo perfecto. — me abracé a mí misma y volteé a verlo.

— ¿Segura? — se acercó y me rodeó en sus brazos.

Me quedé un momento aspirando su aroma antes de esbozar una sonrisa y mirar sus ojos.

— Segura.

— ¿No quieres hablar de algo? Mason te veía muy preocupada en el entrenamiento. — dijo sin apartar sus hermosos ojos de los míos.

La luna lo hacía verse mucho más hermoso de lo que ya era.

Observé sus hermosas alas color marfil, no entendía como había pasado de asombrarse por el poder que poseía, a ser normal tenerlas sin guardar.

— No pasa absolutamente nada, estoy un poco aterrada de lo que pueda llegar a suceder... — me acurruqué en su pecho. — No puedo siquiera imaginar perderte, no sé qué haría sin tí, simplemente no puedo imaginar un futuro sin tí...

Él me estrechó aún más fuerte tratando de darme un confort más seguro.

— Emma, desde que te conozco no has dejado de preocuparte por lo que pasaría, siempre piensas en el final de las cosas en vez de disfrutarlas... — suspiró audiblemente y me separó un poco para verme a los ojos. — He escuchado rumores por el mercado cuando fuí a comprar un poco de comida, al parecer Verno no tarda en volver, inclusive podría ser mañana mismo.

Mis músculos se tensaron.

— Escucha, Jared... — estaba dispuesta a decirle que podría abandonar la batalla cuando quisiera, porque sabía que no sería demasiado fácil como antes, esta vez era decisivo, o Verno moría, o yo lo hacía.

— No, querida, escucha tú... — pegó su frente a la mía. — No voy a abandonarte, sé que estás pensando en eso, lo sé... Pero no lo haré, tú eres mi futuro, nadie más, y no soportaría la idea de perderte sin antes arriesgar mi vida por tí... Te elijo a tí, y si eso significa la muerte, entonces tengamos una muerte digna de unos héroes. — su sonrisa emanaba calor y al mismo tiempo fortaleza.

Sonreí y unas lágrimas salieron sin previo aviso.

— Oh, Jared, no me equivoqué al elegirte... No sabes cuán afortunada soy de tenerte... — lo estreché aún más fuerte.

— Es al contrario, cariño. — besó mi coronilla y apoyó su barbilla en mi cabeza.

Nos quedamos unos momentos en silencio escuchando nuestras respiraciones y escuchando los ruidos nocturnos.

— ¿Sabes? Estuve pensando en algo... — Jared habló con total normalidad pero algo oculto detrás de sus palabras.

— ¿Mmm? ¿En qué? — me despegué un poco de él para observar su cara tan pacífica.

— Si probablemente esta es nuestra última noche... ¿Por qué no disfrutarla como una familia? — hizo una pausa y me puso a su costado. — Todos nosotros alrededor de una fogata, contando lo más agraciado de nuestras vidas, y claro, yo hablaría de tí...

No sabía si el momento lo estaba poniendo meloso, pero me encantaba cuando se expresaba de esa forma.

Estaba dispuesta a ceder, pero la imagen que se había reflejado en la fuente me hizo pensar en una idea mucho mejor.

— No es mala idea, pero... — pasé mis dedos seductoramente por su pecho. — ¿Qué te parece si... en vez de pasarla como familia, la pasamos como pareja? — lo veía muy atento a mis movimientos.

Lo oí tragar por mi repentino atrevimiento.

— ¿Y... q-qué es lo que tienes en mente? — dijo con la voz temblando.

— ¿Qué tal si vamos a la cama y te lo cuento allá...? — dije sonriendo con picardía.

— Apoyo más tu idea que la mía. — parpadeó un par de veces y me cargó en sus brazos.

Solté una risita y me aferré a su cuello.

— Déjeme hacer esto más interesante, señorita Emma.

Y con dirección a la habitación, nos perdimos entre la oscuridad.

(...)

— ¡El sol ha salido y hay unos rayos de sol enredados por aquí! — Karla hizo su presencia en la habitación abriendo las cortinas y dejando paso a un encadilante amanecer.

— ¡Dios, Karla! — dije en forma de protesta.

— Eso es insultante, con Dios no se juega. — se burló de mi expresión.

— ¿Podrías tan siquiera llamar a la puerta? — dije volviendo a mi cómodo lugar junto a Jared, pegándome a su desnudo y cálido cuerpo.

— Mason está preparando el desayuno... — observé cómo Helen entraba a la habitación y ponía sus brazos en forma de jarra y negaba con su cabeza. — La comida que está preparando es a fuego...

Karla salió disparada de la habitación tan graciosamente que desperté a Jared con mi risa.

— ¿No quieres dormir otro rato, querida? En la madrugada gastaste demasiada energía... Y aún querías más. — Jared pensó que estábamos solos en la habitación.

Mi rostro adquirió un color rojo vivo y Helen sólo abría su boca con tal impresión que llegó a gritar de emoción audiblemente.

Jared abrió un ojo para observar a Helen saltar de emoción y recorrer los pasillos despertando a todos los ángeles.

— ¡Karla! ¡Emma y Jared tuvieron sexo sin condón! — fue lo último que escuchamos al final de las escaleras.

— ¿Cómo es que alguien puede tener tanta energía por la mañana? — preguntó Jared con una sonrisa mañanera y su pelo enmarañado.

— Helen ha traumado a Mason de seguro. — dije negando con la cabeza.

Jared se levantó de la cama dirigiéndose al baño totalmente desnudo.

Aparté mis ojos de su cuerpo y mordí mis labios.

Una sonrisa se formó en mi cara.

No había mejor forma de disfrutar el que sería nuestro último día de paz antes de enfrentar a Verno y lo que tenía preparado.

Pero todo era diferente... Demasiado diferente...

Tenía una nueva causa por la cual pelear, y una nueva fuerza que llenaba toda mi vida por completo.

Pero sobre todo, sabía que tenía que hacer posible la imagen que se había reflejado por la madrugada en la fuente.

Y no sólo lucharía por ver a cada una de las personas que ahora vivían una vez más...

Sino que ahora una nueva vida crecía en mi vientre, y una familia con Jared me esperaba después de la tempestad.

Añoraba el futuro que podía llegar a tener junto a él, sin embargo...

Estaba aterrada por perder todo lo que amaba.

Verno, el surgimiento de un demonio (Saga Genus #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora