3. La fiera indomable

28.1K 1.7K 70
                                    

Pietro

Tras haber llegado a Inglaterra, hablo con los socios de allí y me preparo para terminar de organizarme. Soy un hombre ocupado, lo sé. Luego atiendo otros asuntos más, reviso papeles y converso con Graham Lovelace. Recién me libero el tercer día. Calculé todo esto para reunirme en la mansión hoy, porque prefiero no tener ningún cabo suelto.

Una vez dentro, me ofrecen asiento en el comedor. Me tratan con el debido respeto, como es de esperar. El apellido Hoffman no es solo por decoración, saben que soy peligroso. No los culpo, tengo una reputación que cuidar. Hubiera sido otro mafioso y quizás no sería tan rápido este proceso.

Levanto la vista cuando oigo la puerta y la veo por primera vez. Piernas largas, una muy buena silueta, caballo castaño, ojos verdes, obviamente una bella mujer. Aunque no hay que olvidar que es la fiera indomable. Su forma de vestir lo demuestra. Tan atrevida. Un escote amplio, una pollera cortita y un maquillaje tentador.

Me sonríe con altanería y me mira de arriba abajo.

―¿Así que tú eres Pietro? Quiero decirte algo. ―Se cruza de brazos―. Alemán aburrido, no sé qué planeas, pero no lo vas a conseguir. ―Frunce el ceño.

Sonrío.

―¿Alemán aburrido? ¿Esa es tu descripción de mí? Llámame Pietro ―le pido amablemente.

―No me importa.

―Deberías, verás mi rostro por mucho tiempo.

―¿Y qué te hace pensar que voy a aceptar esa propuesta? ―Levanta una ceja―. Ya me informaron de tus intenciones y la respuesta es no.

La fiera sí que es indomable. Pero necesito esta unión.

―No te estoy pidiendo fidelidad, ni tampoco estoy buscando un romance contigo, esto es negocio ―le explico.

Se ríe.

―Eres más aburrido de lo que creía, esperaba una amenaza.

―Si te amenazo, mañana ya estarías muerta ―expreso seriamente.

―No te tengo miedo. ―Apoya sus manos en la mesa y acerca su rostro al mío―. No le tengo miedo a nada.

Vuelvo a sonreír.

―Me alegra, porque una esposa cobarde no es lo que necesito.

Se aleja de mí.

―Te ves muy confiado.

―Porque mi propuesta es buena ―le aclaro―. Quizás venga otro y no sea tan amable ―vuelvo a explicar―. Te estoy dando libre albedrío, puedes hacer lo que quieras y sin ninguna objeción de mi parte.

Bufa y mira hacia un costado. Parece que se lo piensa de forma detenida.

―¿Ninguna? ―Vuelve a observarme.

―Soy un hombre ocupado, es más, me retracto, quizás ni me veas tanto la cara como dije ―expreso analizando mi ofrecimiento―. ¿Cómo podría exigirte algo? Y como ya aclaré con anterioridad, esto es negocio. ―Apoyo el anillo de compromiso en la mesa con su cajita abierta―. Un matrimonio por conveniencia y nada más.

Lo levanta y se lo pone, observándolo detenidamente.

―Bueno, es lindo, caro y me gustan los diamantes, quizás tengas razón.

Sonrío.

―Cuando se trata de dinero, siempre tengo la razón. 

La prometida del Alemán (R#6) [Prometidos #1]Where stories live. Discover now