27. Tranquila preocupación

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Pietro

Una nueva reunión, esta vez en una de mis empresas de Pearl. El salón es enorme y hay un montón de inversionistas, socios y clientes ocupando el lugar. Observo parado, mi copa de vino y levanto la vista cuando la veo entrar.

Sus heridas han sanado, ya ni se notan, aunque lo que destaca aquí, son sus impresionantes ojos verdes. Si la mafia ganará por miradas, en un día los Lovelace se quedarían con todo el dinero.

Violette camina hasta mí, con esas sensuales piernas, que nunca evita mostrar y me sonríe con picardía.

―Hola, prometido. ―Me quita la copa de la mano y la degusta, relamiéndose los labios.

―¿Qué haces aquí? ―pregunto desconfiado―. Creí que...

Se ríe.

―Tranquilízate, no he venido a matarte delante de todo el mundo. ―Se lo piensa―. Solo oí fiesta y vine a jugar.

―O sea que la fiera indomable, no ha sido domada. ―Sonrío y bromeo, para luego reírme, entonces le quito la copa―. Esto es mío, consíguete el tuyo. ―Me lo tomo de un solo trago.

―No puedes dominarme ―expresa con superioridad―. Y yo hago lo que quiero. ―Se aleja enfadada.

―Por supuesto, eso es imposible ―digo mientras se retira―. Está difícil. ―Hago una señal con la copa y el camarero me trae más vino, entonces ella se gira y regresa―. ¿Qué? ―Sonrío.

―¿Me estás provocando? ―Se cruza de brazos―. Porque sino te va a ir muy mal ―advierte―. Además, cuando descubra cómo irme, habrás deseado no burlarte de mí. ―Apunta al suelo―. ¡Y vendrás de rodillas a suplicar mi perdón!

―¿Qué perdón? ―Levanto una ceja―. Tú tranquila, que no te irás ―exclamo con confianza―. Y no te preocupes, que de Douglas Matthei me ocupo yo, así que olvida esa idea.

―No estoy preocupada. ―Rueda los ojos―. Pero me quiero ir y es lo que haré. ―Bufa―. No me casaré con un alemán aburrido.

Miro mi copa vacía y me mantengo pensativo.

―Eso no dijiste cuando nos conocimos. ―Levanto la vista y vuelvo a sonreír―. Estabas muy de acuerdo.

―Se te acabo el encanto supongo, como esa copa. ―La señala―. Quedó vacía. Aunque dudo que alguna vez estuviste lleno.

Hago una carcajada.

―No me hagas hablar.

Se sonroja.

―¿Desde cuándo tú eres el pervertido?

―Yo no soy pervertido, tú sacaste el tema ―le aclaro ampliando mi sonrisa y luego me lo pienso―. ¿O acaso no cerramos trato teniendo sexo?

―Sí, pero...

―Terminaremos esta conversación así. ―Apoyo la copa en la mesa―. Ya regreso ―aclaro viendo un cliente y me acerco hasta él.

Violette se queda desde lejos mirándome confundida ¿Qué? Esa es la verdad ¿Por qué quedar atónita? Al final, ¿quién la entiende?

La prometida del Alemán (R#6) [Prometidos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora