23. Desperdicio de hombre

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Pietro

El agua de la ducha sigue abierta y cae sobre nosotros. Violette intentó atacarme de nuevo, la historia se repite una y otra vez. Aunque nunca creí que llegaría al extremo de intentar matarme en la bañera.

―Suéltame o te golpeo. ―Noto el pequeño rubor que crece en sus mejillas, al yo haberla acorralado y sonrío.

―¿Estás avergonzada?

―¡¿Qué?! ―Se alarma―. ¡¡Nada que ver!! ―Rueda los ojos―. Lo dices como si nunca hubiera visto un hombre desnudo.

Me río.

―Te creo.

―¡¿Te burlas de mí?! ―Forcejea―. ¡¡Aparta!! ―Intenta empujarme―. ¡Déjame ir!

―Suenas a una damisela en apuros ―la provoco.

―¡¿Qué?! ―Se enfurece más―. Veremos si sigues pensando eso, ¡cuando te corte las bolas! ―grita agresiva―. ¡Hombre sin libido!

Auch, eso dolió.

―¿Y quién dice que no tengo? ―Enarco una ceja―. ¿Tú?

―¡Pero que es obvio! ―Levanta la voz―. Ni siquiera pareces hombre. ―Se lo piensa―. Bueno, hombre sí pareces. ―Baja la vista y su rubor aumenta, vuelve a mirarme a los ojos―. Eres un desperdicio de hombre, alemán aburrido. A que ni siquiera estás caliente ahora. ―Me desafía.

―No, no estoy caliente, ¿por qué debería estarlo? ―me burlo y abre su boca sorprendida.

―¡Porque se me trasluce la ropa, obvio! ―grita indignada.

―¿Te has puesto a pensar que no me provocas absolutamente nada? ―miento para atacar su ego.

―¿Qué estás diciendo? ¡Soy hermosa y muy sexy! ―expresa con altanería―. Tú estás ciego.

―Ay, Dios ¿Qué voy a hacer contigo?

En serio, ya no sé cómo controlarla, fiera indomable tenía que ser.

La prometida del Alemán (R#6) [Prometidos #1]Where stories live. Discover now