42. Insulto para los mudos

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Violette

Brayton ya se ha ido a Inglaterra, no he logrado convencerlo, ni con la trampa que creé. He sido muy obvia y ahora Pietro está más que enojado. Lo digo, porque me ha aplicado la ley del hielo, ni me habla. Por otro lado, mi hermano hizo lo que prometió. Un hombre de su confianza se ha quedado con nosotros y además, lo que dijo de la solución, no me convence ahora que lo veo con mis propios ojos.

París, Francia - Aeropuerto de Roissy

Tiro el equipaje al suelo molesta.

―¡¿Por qué estamos aquí?!

―El jefe Brayton ha pagado los boletos, la estadía y hasta un tour si lo desean ―responde el empleado que mandó para acompañarnos.

―¡Tú cállate, Jeff! ―lo reprendo y miro a Pietro―. ¡¿Cómo es que te prestaste a esta estupidez?!

Mira hacia un costado, me sigue ignorando, avanza y me pasa de largo.

―¡Maldito alemán! ―Lo sigo―. ¡Te has convertido en peor que aburrido, un mudo! ―Recapacito―. ¡No, eres un insulto para los mudos, qué desgracia! ―continuo quejándome en voz alta―. ¡Deja de ignorarme!

El hombre de confianza agarra mi equipaje y sigue al alemán.

¿Para qué venir a esta ciudad de porquería? Mi hermano ha elegido pésimo. Visitar la ciudad del amor, qué estupidez. Tenía que se Brayton el cursi con sus ideas absurdas y de romanticismo. Que ni crea que esto solucionará algo.

Definitivamente no.

La prometida del Alemán (R#6) [Prometidos #1]Where stories live. Discover now