68. Mi declaración final (4/4)

14.6K 788 96
                                    

Violette

¿Qué quiso decir con eso?

Su declaración final. Al principio no lo comprendo, pero cuando baja su rodilla al suelo, flexiona su pierna y saca una cajita del bolsillo quedo tildada, por lo tanto sorprendida.

―Violette Lovelace, empezamos mal, nuestra relación solo se basó en negocios, aunque incluso yo te conocía de antes y tú no lo recuerdas. El día en que mi padre mintió sobre su muerte, porque sé qué tú lo sabes ―aclara refiriéndose a la carta―, ese día me cambiaste la existencia, por esa razón y las emociones que me trajeron hasta aquí, deseo declararte mi verdadero amor. ―Abre la cajita―. ¿Quieres casarte conmigo pero con el corazón? ―Veo el anillo de diamante con la forma de la que acaba de preguntar.

Si pudiera escapar ahora lo haría, pero las piernas no me responden.

―¿En serio es tu declaración final? ―Enarco una ceja.

Sonríe.

―Puedes irte si lo deseas.

―Pietro Hoffman ¿Qué clase de trampa es esta? ―Lo señalo―. ¡Sabes que no me puedo resistir a los diamantes! ―Me sonrojo respondiendo a su pregunta a mi poco sutil manera de ser.

―Lo sé. ―Se levanta―. Pero sí, tengo una trampa.

Doy un paso atrás.

―¿Qué quieres decir?

―Ya viene el cura ―expresa con mucha tranquilidad.

―¡¿Qué?! ¡¿Cuándo?! ¡¿Cómo?! ¡¿Qué?! ―Me alarmo y me agarro de los pelos―. ¡¡Eso es más que una trampa, es una supertrampa!! ―Se me suben los colores―. ¡¡No estaba preparada para esto!! ―Me giro e intento huir, pero me agarra de la cintura y mi espalda choca contra su fuerte torso―. ¡Ay! ―Me sonrojo más.

―Cobarde ―me susurra al oído.

Lo empujo y me aparto.

―¡¿A quién llamas cobarde?! ―Levanto el puño.

―A ti. ―Sonríe―. ¿Ya admitiste tus sentimientos o debo seguir llamándote cobarde?

Ruedo los ojos.

―No soy una cobarde, solo estoy procesando las cosas.

―O sea que me quieres.

Me cubro los oídos y cierro los ojos intentando ignorarlo.

―¡Ya cállate, no quiero hablar sobre el tema!

―Lo tomaré como un sí ¿Usted puede tomarlo como un sí? ―le habla a otra persona y entonces abro los ojos, visualizando al cura.

―Mm no lo sé ―responde el hombre y me mira―. ¿Es un sí?

Me sonrojo, confundida.

―Sí, es un sí.

―Felicidades, los declaro marido y mujer ―firma en un papel algo y quedo tildada mirando como luego se retira.

Señalo al cura que ya está lejos.

―¿Eso es legal?

―¿Desde cuándo soy legal, esposa? ―Enarca una ceja.

―¿Ya está? ¿Eso es todo?

―Iba a hacer una fiesta, pero tengo muchas cosas que hacer. ―Camina a la salida y lo sigo.

―¡¿Qué?! ―Me enfado―. ¡¿Y dónde está mi noche de bodas?! ―me quejo―. ¡¡¿Así tratas a tu mujer?!! ¡¡Mínimo debería cambiar algo, alemán aburrido!! ―Mi enojo sigue en aumento.

Al fin se detiene y se digna a mirarme, me sonríe.

―Tú necesitas aprender paciencia y terminología, noche es noche. ―Me guiña.

Me sonrojo y me toco los cachetes.

―A la noche. ―Luego reacciono―. ¡Hey, no me diste el anillo! ―Me doy cuenta que se está yendo otra vez y lo vuelvo a perseguir.

Debo admitir algo, este ha sido el día más raro de mi vida, pero puedo asegurar sin ninguna dificultad y a pesar de que no sea algo común en mí, ha sido el mejor en mucho tiempo, porque de ahora en más, ya no soy la prometida del alemán aburrido, soy la esposa y eso, me vuelve poderosa.

El fin.

La prometida del Alemán (R#6) [Prometidos #1]Where stories live. Discover now