La prometida del Alemán (R#6) [Prometidos #1]

Epílogo III

Rosette

Mirar al vacío y pensar que puedes caer. Estar ahí arriba, en lo alto de una torre, hace a algunas personas temblar, pero a mí no. No tengo miedo, nunca lo tuve. El viento mueve mi vestido y mi cabello largo, mientras me agarro de una viga, observando la ciudad de Londres.

Se oye una puerta y me giro a ver, descubro que me ha seguido.

—Pietro —digo su nombre.

—No hagas nada estúpido —me pide serio como lo es él—. Lo solucionaré, sea lo que sea que te atormente, lo arreglaré.

Bajo la vista.

—No es necesario.

—Sé que eres una mujer de pocas palabras, pero tienes que decirme.

Vuelvo a mirarlo.

—¿Por qué?

Se me acerca, toma mi mano y me aleja del escalón en el que estaba subida.

—Porque te amo, eres mi única y verdadera inglesa. Eres la mujer que me ha regresado la alegría de vivir. Olvida todo y cásate conmigo, Rosette.

Eduardo

Tomo el sol en mi reposera, disfruto de este momento de paz, y bueno, ya se me arruinó. Tengo una sombra tapando mi bella luz solar, así que abro los ojos.

Sonrío viendo a Violette.

—Hola, querida.

Se cruza de brazos.

—¿Se puede saber qué estás haciendo?

Me levanto de la reposera.

—Creí que era evidente ¿Tú qué haces aquí? Me buscabas —afirmo.

—Claro que no. —Rueda los ojos.

—¿Sabes cuál es tu problema?

—A ver, ¿cuál? —Alza una ceja.

—Que no soy Pietro —me burlo—. Y qué bueno, porque a mí no me puedes lastimar con palabras hirientes, porque no estoy enamorado de ti.

—Sí, claro —exclama con sarcasmo al sonreír, luego agrega—: ¿Por qué no te mueres?

—¿Por qué viniste?

—¡Ay, no te soporto! —Veo como se retira.

El que calla otorga, está muerta conmigo, muy interesada, pero no lo va a admitir. Lástima que aunque el plan de Brayton funciona, no estoy interesado en seguir. Me he confundido demasiado, como para desear ser el prometido de la inglesa. Esta idea se me está yendo de las manos, es una bomba a punto de explotar.

Tengo un grave problema aquí.

Continuará...

El prometido de la inglesa.