La prometida del Alemán (R#6) [Prometidos #1]

9. La lista de amantes

Pietro

Caminamos por el estacionamiento hasta que me detengo al escuchar un ruido sospechoso.

―¿Qué ocurre? ―pregunta Violette.

―¿Has perdido tus dotes de mafiosa? Tienes muchas vacaciones parece ―me burlo y miro a un coche―. Por aquí. ―Nos dirijo a escondernos ahí.

Bufa.

―Prefiero las vacaciones, andar matando gente no es tan divertido.

Me preparo, saco mi arma y expreso serio.

―No es cuestión de divertirse.

En cuanto el hombre oculto confirma mis sospechas, intentando dispararnos, yo hago lo mismo, hasta que uno de mis tiros da justo en el blanco. Me acerco hasta él y Violette me sigue detrás.

―Lo mataste, era guapo ―se queja ella―. Qué desperdicio.

―Mira el lado positivo, un hombre menos para tu lista de amantes ―me burlo mientras reviso la chaqueta del muerto―. Perfecto ―expreso cuando encuentro una tarjeta.

Ahora veré quién quiere matarme. Aunque Violette me saca de mis pensamientos de investigador cuando vuelve hablar, así que guardo la tarjeta.

―Como si tú no tuvieras amantes. ―Rueda los ojos.

Me río.

―Touché.

―Ni lo niegas. ―Sonríe―. No me prestas atención y te vas con otras, qué divertido, al fin vives la vida.

―Pues mi lista no es tan larga como la tuya, así que no puedes decir mucho. ―Guardo mi arma, saco mi celular para mandar un mensaje, para que se lleven el cuerpo del muerto―. En infidelidad ganas tú ―digo mientras sigo mirando el móvil.

―¿Qué? ―intenta provocarme―. ¿Cuántas? ¿Cinco? ―Se ríe―. ¿Tan poquito? ¿Cuándo tienes tiempo?

Vuelvo a observarla.

―Cuántos celos ―bromeo―. Solo fueron dos y con una ni llegué a concretar. Sí, tú eres más infiel ―me burlo.

―¡Por Dios, el hombre más aburrido! ¡¿Cuándo tienes sexo?! ¡¿Cada tres años?! ―Alza la voz frustrada.

―¿Acaso importa? ―Levanto una ceja, luego miro que llega la camioneta que se llevará el cuerpo―. Vamos, hay que irnos de la escena del crimen.

Oigo que refunfuña y me sigue cuando subo al coche. Veo que cierra la puerta con fuerza, entonces me observa con odio.

―Aburrido ―me critica.

Sonrío.

―Gracias.

Creo que mi indiferencia, ante sus provocaciones, le frustra más.