64. Código para el abogado

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Violette

Miro el papel que puede salvar a Pietro como también hundirlo. Me mantengo sentada en una de las sillas de la barra de un bar, estoy muy pensativa, demasiado.

Puedo irme ahora y olvidarlo todo. No hay nada que me detenga. O puedo levantarme e ir derecho a la comisaría, para liberarlo. Malditas dos aburridas opciones.

Abro el sobre y lo leo de nuevo:

"Cuando todos estén en tu contra, usa esto.

2312

Atte: F. Hoffman"

―Quiero otra copa ―le digo al barman y me sirve.

Si no estuviera amargada, me quedaría viendo su trasero, es joven y guapo ¿Qué más pedir?

―Estúpido alemán aburrido. ―Tomo un sorbo de mi bebida recién servida―. Cómo te odio. ―Mi celular suena y atiendo molesta―. ¿Quién?

―¡Wow, Ingly, para el carro! ―Se ríe mi amigo argentino del otro lado de la línea.

―Carter Elek, el bombón de ojos verdes me llama. Mi querido abogado ¿Sabes que esta es llamada de larga distancia? Perderás un dineral ―me burlo, creo que ya estoy borracha.

―¿Y sabes que soy muy rico, cierto?

―Touché. ―Muevo la cabeza―. ¿Pero para qué me llamas? No estoy interesada en el sexo telefónico y estoy ocupada con una botella de tequila.

―Necesitaba el consejo de una chica mala, pero ya no importa.

―No estoy muy lúcida pero te escucho. ―Me río―. Adelante, cuenta amigo.

―Necesito deshacerme de una acosadora ―dice de manera fría y luego lo oigo reír―. Solo eso ¿No te parece divertido?

―Mucho. ―Sonrío con malicia―. Te diré, más la ignores, más te va a perseguir. Mi consejo, querido amigo, es que la mantengas vigilada. Si te sigue, es por algo y no creo que sea para decirte nada más que hola. Yo que tú, me acercaría falsamente y ahí es cuando descubres su malévolo plan. ―Me sirvo más tequila―. Y ahora calla que estoy muy ocupada con mi bebida.

―Lo noto, el alcohol se siente hasta aquí, no deberías tomar tanto. ―Vuelve a reír―. No, en realidad no me interesa.

―Qué malo. ―Hago puchero.

―Lo normal. ―Ríe otra vez.

―Ya que me haces perder el tiempo, ayúdame, abogado turbio.

―¿En qué?

―Te mandaré un código, averiguarme dónde usarlo.

―Te saldrá caro ―se burla.

―Ya te pagué con mi maldito consejo.

―Vale, seré amable. ―Vuelve a reír―. Adiós, Ingly. ―Me cuelga.

Ay, qué malo, ni terminé de mandar el mensaje. Escribo y lo envío. Una hora después, recibo respuesta. Qué rápido, obvio es el abogado turbio.

La prometida del Alemán (R#6) [Prometidos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora