16. El día de mi muerte

16.2K 1K 45
                                    

Violette

Dime ¿Le haces caso a tus padres cuando te dicen que no metas extraños en tu casa?

Pues te diré algo ¡Mi padre nunca me lo ha dicho!

Y tampoco esta es mi casa.

Alejandro entra sin previo aviso, no sé de dónde ha salido, solo abrí la puerta y ahora está aquí dentro, sin yo poder salir como pensaba hacerlo.

―Violette. ―Me sonríe―. He venido a matarte.

Sí, claro, muy casual.

Reacciono rápidamente y retrocedo pensando dónde tengo un arma.

Un cuchillo, una pistola, no sé ¡Cualquier cosa!

Corro a través de la casa y me sigue. Mis habilidades de asesina no las perdí, pero hace tanto que no ejerzo el rubro, que no sé si estoy capacitada para luchar con otro de mi clase.

―¿Quién te envía? ―pregunto escondiéndome detrás de una pared y levanto mi navaja, la cual tuve tiempo de sacar de mi bolso.

No recuerdo dónde dejé mi pistola. Debe estar entre todas las cosas que traje del viaje. Por suerte este pequeñín todavía lo tengo a mano.

―¿Te suena el nombre Douglas Matthei? ―Se ríe.

Viejo desgraciado que se oculta entre sus empleados. Mis hermanos le quitaron la zona del aeropuerto en Inglaterra y han perdido poder. Adivinaré, quiere matarme porque no le sirve mi unión con Pietro, pierden aliados y obviamente territorio.

―No es mi culpa que los Lovelace tengamos más prestigio ―me burlo.

―Sigue hablando que te voy a encontrar ―susurra, pero no es lo suficientemente bajo para no entenderlo.

Bufo. Caí en su trampa, aunque él también es estúpido. Dispara y noto como se rompe la pared. Maldición. Veo como se acerca despacio, entonces aprovecho para sacarle el arma, pero esta cae al suelo. Doble maldición. Lo ataco con el cuchillo y forcejeamos con este.

Cielos, nunca me di cuenta que era tan alto. Tanto como Pietro. Su fuerza juega en mi contra, termina golpeándome y yo caigo al piso. Tengo un chichón en la cabeza, he quedado aturdida. Ya no sé dónde ha quedado la navaja. Me levanto como puedo, pero me golpea otra vez.

―Lo siento, no es personal.

Reacciono cuando una gota de sangre, se derrama por mi frente hasta llegar a mi ojo. No es un chichón, tengo un corte en la cabeza.

Retrocedo, agarro un mueble y lo empujo para que no pueda avanzar. Siento que no puedo con esto, entonces me guardo mi orgullo, agarrando mi celular, marcando el número de Pietro. Sin embargo la mala suerte me acompaña, ya que Alejandro logra arrebatármelo cortando la llamada, antes de que él pueda contestar.

Estoy perdida, es el día de mi muerte.

La prometida del Alemán (R#6) [Prometidos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora