Duelo a traición.

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No te pasará nada, de estoy seguro...

De cualquier modo, te lo encargo mucho.

Al igual que el resto de los soldados que se despedían con gran dificultad de sus familias; la regente de Noytrol tenía problemas para decir adiós a una de las personas que más apreciaba de su reino: su mejor amigo (humano) Nero; más que nada por como la miraba, ya que había demasiados anhelos y brillo en aquellos ojos azules que le daban esperanza en conjunto con sus palabras.

Para no dejarse llevar por los anhelos secretos de su amigo, Astrid tomó la montura del unicornio de su tío para prepararse para montarlo, pero fue detenida por Nero, quien tomó suavemente la mano que sostenía una de las cuerdas.

¿Qué pasa? —Preguntó nerviosa y sin atreverse a verlo.

Sólo ten mucho cuidado... Adiós.

Y después un pequeño beso en su mejilla. El avergonzado Nero enrojeció de un segundo a otro, soltó su mano con la misma suavidad con la que la había tomado, se dio medio vuelta y corrió de vuelta a su puesto en el palacio, dejando a Astrid igual de enrojecida, quien tocó su mejilla con la mano que él había sostenido segundos atrás.

Sabía lo que él sentía más no lo que ella quería; sin embargo, no le cabía duda de que su amigo era todo un caballero.

No como con el que se estaba enfrentando...

.

— ¿Qué pasa princesa?... ¿Le comieron la lengua los dragones?

Astrid pestañeó al escuchar al intento de caballero, quien con sus comentarios sarcásticos hacían reír sólo a su ejército; el jefe de Berk aun la apuntaba con su espada esperando que iniciara el duelo, mientras que ella y su ejército mantenían una postura serena y disciplinada.

—Lo siento. —dijo con fingida inocencia. —Es que su ego no me permite verlo con claridad, "príncipe".

—¡Nada de príncipe! soy el jefe Haddock de Berk, más vale que lo memorice porque seré yo quien le gane este duelo.

— ¡Uyyy! Estoy temblando de miedo. —respondió burlonamente. —Pensé que era un duelo a muerte no un duelo para ver quién asustaba más..."J-E-F-E" —dijo con sarcasmo viéndolo de abajo hacia arriba con desprecio.

El furioso Hiccup resopló para sus adentros; sin embargo, calmó su respiración al mismo tiempo que esbozaba una sonrisita de lado; pues en su imaginación recreó el momento en que borraría la estúpida risita que tenía su contrincante, una vez que la atravesara con su espada.

Dejando los juegos de intimidación, por un lado, ambos regentes ordenaron a sus ejércitos darles el espacio necesario para el combate. Los soldados tanto de Berk como de Noytrol, se acomodaron de tal forma que hicieron un círculo, donde sus líderes empezaron el desafío con un duelo de miradas mientras caminaban lentamente alrededor de su campo de batalla.

—No dude en usar el fuego, jefe. —dijo Astrid sin perder detalle en los movimientos de su contrincante. —No pienso usar la neutralidad en contra de usted.

Hiccup resopló burlonamente.

—No será necesario usar mi poder elemental, créame su majestad.

Ambos se detuvieron abruptamente; y de un segundo a otro corrieron ambos para dar el primer golpe con sus espadas que al contacto resonaron en todo aquel paisaje nevado.

—Debo admitir que no es tan débil como esperaba. —gruñó Hiccup sorprendido de que aquel choque con aquella chica estuviera haciendo flaquear a su espada.

LA GUERRA DE LOS ELEMENTOS (TERMINADA)Where stories live. Discover now