LA GUERRA DE LOS ELEMENTOS (TERMINADA)

Un último esfuerzo.

Capítulo 48.

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Un último esfuerzo.

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Haz lo necesario para lograr tu más ardiente deseo, y acabarás lográndolo.

(Ludwig van Beethoven.)

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Nunca lo perdonaría, jamás lo haría, era lo único que pensaba Astrid al recapitular cada aspecto de su vida desde que la guerra había iniciado, y todo por causa de ese ser: Draugr, el autor intelectual de todas las desgracias que le habían pasado.

Le había quitado lo que más amaba en la vida, empezando por su tío Finn a manos del inepto de Fogo, después, le quitó años de convivencia con sus padres, para después seguir con su querido pegaso Danger.

Había manipulado a su amigo Nero y por un momento al mismísimo Hiccup, cuando lo incitó a tener el duelo con ella. Destruyó su hogar; y no contento con eso, siguió haciendo de las suyas en todos los demás reinos, aunque fuera indirectamente. Recordó la traición de Alvin en Ciudad Aqua, a Dagur, el opresor de Ciudad Topacio y de seguro también al difunto presidente de la Ciudad de la Nubes que fue igual de malvado que los dos anteriores.

Había asesinado a mucha gente. Había matado a su amigo Nero, el vann que sólo quería el amor y la aceptación de una familia que al final resultó no ser suya. Había matado a Spinel, el energético y vivaz jorden que siempre siguió sus ideales para hacer del mundo un lugar mejor. Había matado a Heather, su primera amiga elemental, quien desde un principio la aceptó tal y como era y la apoyó en todo momento. Había matado a su querido Hiccup, ese muchacho que fue en un principio su enemigo, que después pasó a ser un aliado, después un compañero, seguido a un amigo para pasar a ser su novio y finalmente su esposo; aquel al que le había dado su corazón, alma y cuerpo por voluntad propia, de quien se enamoró sincera y profundamente; el que la protegió sin pedírselo, el que la hizo mantenerse estable durante toda la guerra.

Y ahora, había acabado con la vida de su familia, y por eso y por más nunca lo perdonaría, no dejaría que ganara esa batalla, primero tendría que matarla y arrancarle el corazón, sólo así sabría de verdad que había fallado, pero mientras su corazón siguiera latiendo, no se detendría, jamás lo haría.

Debido a que su mano estaba lastimada, Astrid optó por crear una espada la cual se formó en un destello de luz en su mano izquierda; ella no era zurda como Hiccup, así que con dificultad alzó temblorosamente la espada de cristal, mientras esperaba que su enemigo se acercara más a ella.

Draugr, claramente irritado con su resistencia, golpeó con su puño al aire creando una fuerte ventisca que arremetió contra la neutral, quien para protegerse sólo puso la espada frente a ella creando a la vez un campo de fuerza que la ayudó a resentir sólo un poco del aire de ese ataque.

— ¡Se acabaron los juegos princesa! ¡ES HORA DE QUE TOME LO QUE ME PERTENECE!

— ¡No! —replicó ella posicionándose para recibirlo.

Draugr tronó los dientes ante aquella respuesta y levantó su garra preparando una gran cantidad de energía oscura con la que pretendía robarle el alma, mas cuando se disponía a lanzársela, repentinamente fue embestido por dos dragones que contratacaron por su espalda. Debido a la tremenda embestida, Draugr perdió otra vez una significativa cantidad de energía y salió violentamente disparado, arrastrándose por varios metros en el suelo.

Astrid, suspiro con alivio y se alegró de ver a sus amigos cerca de ella; sin embargo, el gruñido de Toothless le advirtió de que aún no habían terminado, ya que delante de ellos, Draugr se estaba reincorporando y tenía un semblante tan molesto que su rostro se había ensombrecido por completo.