Capítulo 11 ADIOS ARNOLD

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que dejaban atrás, en el cual Zabivaka se reencontró con Angie al igual con numerosos sentimientos dentro de sí mismos, el silencio comenzaba a reinar en las calles de Berlín, pues el sol estaba a punto de ocultarse debido a la gran helada que estaba por llegar a la ciudad. Llegaron nuevamente al pequeño aparcamiento de barcos en el río para regresar a la catedral de Berlín, sin embargo se tenía fijo el objetivo de buscar el lugar donde Zabivaka podría quedarse probablemente el resto de su vida o hasta que la suerte del mismo cambiara.

-El viento ha cambiado de dirección- comentó Arnold- esto no tiene buena pinta, y más aun teniendo en cuenta que mañana sin falta debo regresar a Croacia.

-En San Petersburgo cuando sentíamos un viento similar, sabíamos que una tormenta se aproximaba- explicó Zabivaka, pero Arnold se limitó a asentir con la cabeza.

El barco cruzó el río por unos minutos, detrás de ellos el majestuoso edificio en el que hacía un rato habían estado se alejaba a lo largo del río. El barco giró un poco a la derecha para encontrarse en el mismo punto donde lo habían abordado unas horas antes, bajaron para posteriormente dirigirse a una calle un poco estrecha a unas tres cuadras de la catedral de Berlín.

-Y aquel lugar que comentas ¿está alejado?- preguntó Zabivaka al mismo tiempo que bajaban unas escaleras que conducían a un estilo de callejón.

-Si Zabivaka, lo conozco desde hace tiempo y vaya que hablando de periodos lleva un bueno tiempo sin ser habitado, incluso si mis cálculos son correctos se han olvidado por completo de aquel lugar- siguieron caminando por el estrecho callejón.-Vamos a la izquierda.

Giraron en la dirección indicada por Arnold, para después toparse con un callejón más ancho que al final tenía una reja que separaba los extremos del mismo, se acercaron y fuertes ráfagas de viento helado comenzaron a colarse por el mismo callejón. Pronto se hallaron frente a la reja que hacía unos instantes se veía solamente a distancia del punto en el que se encontraban.

-Es fácil... ¿Vez aquella malla negra?- señaló Arnold acercándose a ella- Solo levántala y podrás entrar.

Zabivaka se acercó a su amigo quien levantó la malla negra y entró, el pequeño lobo lo imitó. Frente a ellos apareció una antigua casa de la época correspondiente a la segunda guerra mundial, con un pórtico bastante amplio cómo solían usarse en aquel tiempo, Arnold abrió la puerta que para su suerte no estaba bajo llave.

-Bueno, bienvenido a casa Zabivaka- encendió una bombilla antigua en el antiguo vestíbulo de la misma.

Zabivaka entró y se percató que la casa en sí conservaba su mobiliario entero, al menos en la planta baja.

-Éste es el vestíbulo, pasemos a la sala de estar que está a la izquierda por aquella puerta de cristal- indicó y se dirigieron lentamente hacia la sala de estar.

Una lujosa pero sucia y antigua lámpara de centro iluminó la sala de estar que lucía muy sucia, después de comprobar que la chimenea se encontrara en buen estado pasaron a lo que algún día fue la cocina.

Después de subir las escaleras se encontraron con una segunda planta con tres pasillos muy oscuros y candelabros que estaban completamente llenos de telarañas, ya que se dieron la vuelta por toda la planta superior Zabivaka decidió elegir un cuarto cercano a la escalera principal que daba vista al enorme pórtico donde se apreciaba la reja con la malla negra que habían levantado, acto seguido se percató que aquel cuarto tenía una enorme cama que por supuesto estaba llena de tierra, seguida de dos mesitas de noche que tenían lámparas y libros antiguos encima de ellas, al fondo de la habitación se encontraba un escritorio con dos sillas.

ZabivakaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum