Capítulo 4

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Capítulo 4


Mis ojos no dejaron la ventana junto a mí. No podía creer que mi primera vez subida a un avión fuera por estar siendo literalmente transportada. Richard me había dejado bastante claro la única regla que había; seguir sus reglas.

Giré mi cabeza un poco y miré de reojo al hombre sentado junto a mí. Su pelo oscuro estaba perfectamente peinado, y su cara -a pesar de ser relativamente atractiva- ya dejaba a la luz unas cuantas arrugas alrededor de sus ojos y en su frente.

Sus ojos estaban fijos en el portátil frente a él. Sus dedos tecleaban rápidamente y su expresión nunca cambiaba.

—¿Acaso tienes alguna pregunta, Maya? —. Su voz me sacó de mis pensamientos. Giré rápidamente la cabeza y miré el paisaje fuera de la ventana algo avergonzada.

—En realidad, sí—carraspeé.— ¿Es cierto que llevas tiempo buscando chicas?

—Es cierto —contestó sin emoción alguna.

—Entonces, ¿por qué yo? —. No pude evitar preguntar eso. La curiosidad me carcomía a cada instante.

—Disculpen, ¿les gustaría comprar algo de beber? —preguntó una joven azafata parándose junto a nuestros asientos.

—Estamos bien —respondió Collin. La mujer asintió y se retiró para seguir preguntando.

Resoplé y me crucé de brazos removiéndome en mi asiento. Toda la situación era aterradora y mucho más escalofriante de lo que parecía en las películas.

—¿Sabes, Maya? —preguntó mirándome.— Muchas chicas querrían estar en tu lugar.

—Bueno, lo siento. -dije sarcásticamente.— Pero yo prefiriría estar en mi casa con mis padres. Es justo, ¿no?

—Maya —advirtió. Mordí mi labio y me obligué a mí misma a callarme antes de que me mataran.

—¿Puedo ir al baño?

—No.

Resoplé nuevamente y me recosté en mi asiento. Las nubes junto a mi ventana me hicieron suspirar al recordar a mi familia.

¿Me estarían buscando ya?

Cerré los ojos para que las lágrimas no salieran. —Por favor, Dios —murmuré con voz rota.– Ayúdame esta vez.

El sonido de las ruedas de la maleta rodando sobre el suelo me estaba seriamente irritando. Llevábamos unos diez minutos andando hasta que llegamos al aparcamiento del aeropuerto, donde un coche negro con un chófer al lado nos esperaba. Fruncí el ceño, sabía que tenía bastante dinero, ¿pero tanto?

El hombre abrió la puerta trasera para nosotros. Me escabullí dentro sin decir palabra alguna, estaba exhausta y no tenía fuerzas para replicar. Dejé que mi cabeza se apoyara en el cristal de la ventana y cerré los ojos tratando de conciliar el sueño, cosa que logré tras unos minutos.

—Maya, hemos llegado. —Abrí mis ojos lentamente para encontrar el rostro de Collin muy cerca del mío. Hice una mueca con mi rostro y me alejé no tan sutilmente de él. Bostecé y miré a mi alrededor.

Salí del coche y observé la gran casa frente a mí. La casa entera era de piedra gris, se veía muy vieja. Estaba rodeada por una verja alta color negro, con una gran puerta para que entrara el coche, suponía. Había un poco de maleza a los costados de la casa y parecía estar a las afueras, ya que sólo había una pequeña carretera y el resto era bosque alrededor de ella. La casa era realmente escalofriante.

—Entremos —ordenó Collin. Arrastré mi maleta sobre el suelo hasta llegar a la gran puerta de la verja, que fue abierta por unas llaves que Collin poseía. Entramos a lo que parecía ser el jardín. El césped estaba demasiado largo y se veía seco y descuidado. Caminamos sobre un camino de piedras hasta llegar al porche. Giré mi cabeza y divisé una puerta pegada a la pared algo escondida entre las malezas. Fruncí el ceño pero no dije nada para no meterme en problemas.

VendidaWhere stories live. Discover now