Capítulo 21

5K 252 7
                                    




Capítulo 21


—Supongo que todo está bien entre vosotros de nuevo.

Solté una risita y asentí con la cabeza, una pequeña sonrisa plantada en mi cara. William tenía el brazo alrededor de mis hombros, acercándome a su cuerpo.

—Por cierto, ¿qué estabas haciendo en su habitación? —preguntó el rubio. Mordí mi labio inferior. Se me había olvidado que hacía menos de una hora nos había encontrado en su habitación, antes de que arregláramos todo. No sabía lo que éramos ahora mismo, pero tampoco vi necesario las etiquetas. Yo estaba bien con William, y él estaba bien conmigo. ¿Para qué complicarlo?

Las palabras de William llegaron a mi mente. Te llevaré a casa.

Obviamente quería volver a casa. Mataría por poder ver a mi familia de nuevo y abrazar a mi madre. Mataría por ver los ojos verdes de Callum y escuchar su voz. William iba a ir contra su padre por mí. Y como él ya había dicho, iba a dejarme ir, a pesar de lo mucho que le doliera.

William era una buena persona. Podría ser egoísta, podría retenerme con él si tanto me quería, pero no iba a hacer eso. Iba a dejar que me marchara y que volviera a donde pertenecía, muy lejos de allí. Consideré la idea de pedirle a William que viniera conmigo, pero sabía que eso no iba a ser posible. ¿Vendría a Rangiora conmigo si se lo pidiese? Él mismo había dicho que quería irse, pero no me había incluido en sus planes. Él sólo quería llevarme a casa, cosa que agradecía, sin embargo no se imaginaba a sí mismo escapándose conmigo.

Me dolió el pecho cuando me di cuenta de que yo sí me imaginaba escapándome con él. Sólo él y yo contra su padre, contra Richard, contra todos.

—¿Maya?

Levanté la cabeza que no sabía que había bajado hacia él. Sus ojos azules me escrutaron con confusión.— ¿Estás bien?

—Sí —. Asentí con la cabeza, un ligero tono rosado tiñendo mis mejillas.— Solo estaba en otro mundo.

En un mundo contigo.

Una media sonrisa se coló en su cara, sus ojos nunca dejando mi cara. Se inclinó para que sus ojos quedaran a la altura de los míos y señaló a Allec, que se encontraba parado frente a nosotros con las manos metidas en los bolsillos.

—Preguntaba qué estabas haciendo aquí —repitió. Fruncí el ceño, mordiendo el interior de mi mejilla. Traté de hacerme la tonta para ganar tiempo y así pensar en una excusa, pero tan sólo gané unos segundos.— En la habitación de Allec. Cuando he venido, estabas aquí.

Casi me reí cuando escuché la exasperación y el ligero enfado en su voz.— Estaba....

—Últimamente he estado siendo su consejero personal —respondió Allec por mí. Levanté las cejas y le miré con ojos muy abiertos, sintiéndome avergonzada. Genial, ahora parecía una loca psicópata.

—¿Qué?

—Como cierto personaje la ha estado ignorando durante unas semanas, estaba en lo que llaman la etapa del corazón roto. Le he estado dando consejos mientras tú estabas quién sabe dónde.

No sabía si gritarle o estrangularle directamente. Hubo un pequeño cambio en la cara de William, pasando a una enfadada.

—Lo siento, ¿está bien? —escupió hacia Allec. El moreno se encogió de hombros, dando una vuelta sobre sí mismo y dirigiéndose hacia su escritorio. Se sentó en la silla y siguió con sus cosas como si no nos encontráramos ahí. La mano se William se colocó en mi cintura, acercárdome más a él posesivamente.— Ese idiota.... Ya he vuelto.

VendidaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt