Capítulo 20

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Capítulo 20


No pude evitar que mis ojos se iluminaran ante sus palabras. Esperaba que se diera la vuelta e hiciera como si no existiera, sin embargo me había respondido, diciéndome que quería hablar. ¿Iba a dejar de ignorarme ya? ¿Volveríamos a ser como antes?

Quizás me estaba emocionando demasiado. Sólo estaba pensando en las buenas cosas que podría decirme, aun cuando quizás me decía que no quería volver a verme nunca más. La angustia creció en mi estómago, creando una bola en mi garganta. Sin poder hablar por miedo a vomitar, asentí con la cabeza. William me indicó con la cabeza que le siguiera y comenzó a caminar hacia la casa. Miré una última vez sobre mi hombro a Allec, que me dedicó una pequeña sonrisa. Asintió con la cabeza y yo le devolví la sonrisa levemente, girándome para seguir a William.

Cuando llegamos al porche, William sujetó la puerta para mí. Murmuré un suave gracias y entré en la casa, seguida por su alta figura. Le miré sobre mi hombro para que me indicase dónde quería hablar, y su dedo señaló las escaleras.

—Vamos a mi habitación.

Subimos las escaleras y nos adentramos en su habitación. Todo mi alrededor olía a él. Cada esquina de su habitación traía recuerdos a mi mente. Miradas que habíamos compartido, palabras que habíamos dicho, y las lágrimas que había soltado el día en el que Collin me hizo daño. La vez que me derrumbé en sus brazos y me sentí tan protegida del mundo que quise quedarme ahí para siempre. Cerré los ojos y solté un suspiro, sentándome lentamente en la cama. William se quedó de pie delante de mi con los brazos cruzados, a unos cuantos metros de distancia.

—Hablé con Allec —. Habló, sus ojos sobre mí.— Me contó lo que te había pasado, pero no conozco la historia entera. Cuéntame qué te pasó. Espero que seas sincera esta vez.

Ignoré la punzada de dolor se atravesó mi corazón cuando pronunció las últimas palabras, remarcando el hecho de que le había mentido.— ¿Dónde has estado?

—Por ahí —respondió tranquilo, sus brazos aún cruzados.— Cuéntame la historia.

—¿Con.... alguien? —. Quise pegarme una bofetada cuando dije eso. Mi boca había hablado antes de preguntarle a mi mente, que me repetía lo desesperada y tonta que me escuchaba.

—No —se apresuró a decir. Su voz alzándose un poco. Pareció darse cuenta, ya que carraspeó la garganta y negó con la cabeza.— Me quedé en un hotel.

Asentí con la cabeza, creyéndole al instante. No tenía pruebas de que estaba diciendo la verdad, pero por alguna razón, no dudaba de su palabra. Confiaba plenamente en él.

—Maya, cuéntame qué te pasó.

Su voz sonó mas suave esta vez. Levanté mi cabeza y le miré, sintiendo mi respiración acelerarse. No sabía qué pensaría de mí después de saberlo todo. No quería contarle la historia, sin embargo, era lo mínimo que le debía después de haberle mentido todos estos meses.

—Yo.... soy de Nueva Zelanda —comencé. Apoyó su cuerpo en una cómoda detrás de él y escuchó atentamente, toda su atención en mí.— Vivía ahí con mi familia en un pueblo muy pequeño. No me gustaba —. Negué con la cabeza. Lo que me gustaría poder volver en este mismo momento.— Nunca salí de ahí. A mi hermanastro lo aceptaron en una universidad en otro sitio, así que hice una locura. Me escapé de casa por la noche y ahí me raptaron. No recuerdo muy bien lo que pasó, sólo sé que me levanté en.... un burdel —. Le miré, tratando de deszifrar lo que pasaba por su mente en ese momento. Tan sólo vi una mandíbula tensa y unos ojos desenfocados, totalmente metido en la historia.— Ahí estaba Richard.

VendidaWhere stories live. Discover now