Capítulo 22

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Capítulo 22

Una media hora después, mientras disfrutábamos de nuestras costillas, se levantó para ir al baño. Limpié mis labios con la servilleta a mi lado y coloqué mis codos sobre la mesa, sujetando mi barbilla con mis manos. Miré el sitio vacío frente a mí y sonreí. En ese mismo momento, me sentí como una chica de veinte años normal. En una cita, con su.... lo que fuéramos, hablando de cosas estúpidas y riéndome por sus chistes malos. Un calor abrazó mi corazón. Me gustaba esa sensación. 

El tiempo pasó más rápido de lo que hubiera deseado. En cuanto salimos del local, vimos que el sol se estaba poniendo y decidimos volver a casa. El camino también se hizo corto mientras hablábamos de cosas estúpidas pero interesantes.

Estaba en medio de una carcajada cuando William abrió la puerta de la casa y me dejó pasar a mí primero. Mi risa se cortó al encontrar a Collin en la puerta, sus brazos cruzados y básicamente cortándonos el paso.

—¿Dónde has estado, Maya? —preguntó dirigiéndose únicamente a mí. William se adelantó para quedar a mi lado y agarró mi brazo, alejándome un poco de Collin. La acción no pasó desapercibida por su padre, que miró su mano con recelo.

—Déjanos pasar —ordenó William.

—Sabes que no puedes salir sin mi permiso —volvió a regañarme. Fruncí el ceño y esta vez William me puso detrás de él, acercándose a su padre.

—Ella puede hacer lo que quiera —dijo intimidante. Parecieron compartir una batalla de miradas durante unos segundos.— Déjanos pasar.

—Dejaré que Maya suba, pero sola —Collin se movió hacia un lado para poder verme detrás de su hijo.— Quiero que cambies mis sábanas, siguen apestando a puta.

Todo el cuerpo de William se tensó y se abalanzó hacia su padre. Traté de detenerlo agarrando su brazo, pero no sirvió de nada. El rubio tiró a Collin al suelo y se subió encima, estampando su cabeza contra el suelo varias veces. Will levantó el puño y le propinó un puñetazo antes de que dos hombres se abalanzaran hacia mi hombre. Solté un grito ahogado cuando los hombres de más o menos dos metros de alto y uno de ancho levantaron a mi chico del suelo. Uno de ellos le sujetó desde atrás mientras el otro levantaba su rodilla y la conectaba con el estómago de William. Volví a gritar y traté de acercarme a ellos, aun sabiendo que no tendría nada que hacer contra esos dos gigantes. Antes de poder hacerlo, uno de los matones me agarró los brazos y pegó su pecho a mi espalda, reteniéndome ahí. Parecía sujetarme sin esfuerzo ninguno, a pesar de estar removiéndome como una lagartija.

—Deja de intentarlo, niña. No va a funcionar —escuché que decía la voz detrás de mí. Negué con la cabeza, las lágrimas inundando mis ojos. Pensaba que pegarían a William una paliza, pero por suerte no fue así. El matón le pegó un último puñetazo antes de agarrar la barbilla de Will y levantarla para que pudiera mirarle a los ojos. No vi rastros de sangre, pero sí vi un pequeño rasguño en su mandíbula. La preocupación y angustia me consumió. Vi como Collin se levantaba del suelo y se limpiaba la comisura de la boca llena de sangre, una sonrisa perversa colándose en sus labios. Levantó la mirada y me miró, soltando una pequeña risa haciéndome estremecer.

Collin se acercó a William, todavía sujetado por el matón y negó con la cabeza chasqueando la lengua.

—Las tonterías que te hace hacer una mujer. Pensaba que tú eras mejor que tu hermano —. Soltó un suspiro y se encogió de hombros, esa asquerosa sonrisa naciendo de nuevo.— Por cierto, ¿has conocido a mis nuevos amigos? Estos son Hank, Harvey, Theo y Kloth. Fieles y fuertes.

Quise pegarle un puñetazo yo misma en ese momento. Podría haberlo hecho, ya que el matón que me sujetaba me había soltado, quedando a unos pasos de mí. No obstante, apreciaba mi vida, por lo que no haría caso a mis impulsos. Collin se acercó a mí y los ojos de William le siguieron, clavando dagas en su espalda con la mirada. Colocó su mano en mi espalda baja y me tiró hacia él, nuestros pechos chocando dolorosamente por su fuerza. Fruncí el ceño y traté de apartarme, pero su agarre me mantuvo en su lugar. Giró la cabeza hacia William, sonriendo con suficiencia.

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