Capítulo 7

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Capítulo 7

Unos golpes en la puerta del baño me sacaron de mi ensoñación. Pegué un respingo y sentí mis manos arder. Las retiré rápidamente, frotando inmediatamente sobre el área que ahora era roja. Sin pensarlo mucho, abrí la puerta. Mis ojos se abrieron y tuve el impulso de gritar cuando vi a Richard al otro lado.

Hice el amago de cerrar la puerta con toda la fuerza que tenía, sin embargo él puso el pie interponiéndose.

De un momento a otro, se encontraba dentro del baño. Cerró la puerta detrás de él y me regaló una escalofriante sonrisa ladina.

—¿Qué quieres? —pregunté dando un par de pasos hacia atrás. Él me imitó acercándose.

—¿Qué tal tu nueva vida, Maya? —preguntó él. Mordí mi labio y me armé de valor para preguntar lo que llevaba rondando en mi cabeza mucho tiempo.

—¿Cómo sabes mi nombre? —alcé la voz sin importarme que me oyeran.

—Sé los nombres de todas las prostitutas —respondió indiferente. Fruncí el ceño y me alejé más de él.

-Pero nunca te lo dije -insistí.- ¿Por qué lo sabes?

—Tengo mis fuentes —. Mi mente vagó al día en el que le dije a Vivian mi nombre y suspiré. Estaba claro.— Además, ¿por qué debería responder tus preguntas? Sólo eres una prostituta—. Sus palabras picaron en mi pecho. Un nudo se instaló en el fondo de mi garganta, pero aun así me obligué a hablar.

—Tú eres un monstruo.

Solté un grito cuando sentí la fría pared contra mi espalda. De un momento a otro, me encontraba con las manos de Richard alrededor de mi cuello, apretando y torturándome mientras aplastaba mi cuerpo con el suyo.

—Vamos, mátame —dije. Solté una risa irónica con las pocas fuerzas que tenía. Tosí un poco, sin llegar a conseguir suficiente aire.— Ya nada me importa.

—Oh, créeme. Lo último que haré será matarte cuando se pueden hacer tantas cosas contigo —. Esta vez fue su turno para reir. Una de sus manos dejó mi cuello y bajó hacia mi muslo izquierdo. Levantó mi pierna y yo solté un gruñido.

—Suéltame —mascullé. Tosí nuevamente, comenzando a sentir la falta de aire.

—¿Por qué? Esto es lo que eres —. Empujó su pelvis contra la mía y las lágrimas picaron en mis ojos. Richard nunca había llegado tan lejos, aunque era totalmente capaz de hacerlo. ¿Cómo había podido ser tan estúpida?—Una prostituta.

—Por favor —rogué esta vez. Nuestros ojos se encontraron. Nunca había encontrado unos ojos tan aterradores como los suyos.— Por favor.

Él soltó una risa cuando vio las lágrimas correr por mis mejillas. Volvió a restregarse contra mí y yo sollocé, sin poder controlarme. Mi cuerpo se sacudió mientras lloraba y él sólo reía, disfrutando mi sufrimiento.

—Tshh, no llores —susurró en mi oído. La mano que antes estaba en mi muslo se dirigió a mi mejilla. Trazó una línea por toda mi mandíbula con su dedo índice y plantó un asqueroso beso sobre mi mejilla.— Lo disfrutarías.

Finalmente me soltó. Caí al suelo e instantáneamente me encogí en mi sitio abrazando mis rodillas. Continué llorando sin importarme que él viera el efecto que tenía en mí. Escuché como abría y cerraba la puerta saliendo de allí. Solté un grito ahogado durante unos segundos. Quería gritar, patalear, pegar y romper cosas. Quería huir.

De repente, algo extraño se instaló en mi cuerpo. Me daba igual si me mataban, pegaban o torturaban. Simplemente no podía estar aquí cuando decidieran violarme. No podría aguantar eso.

VendidaWhere stories live. Discover now