Capítulo 9

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Capítulo 9


—¡Buenos días, señorita! —. Solté un quejido cuando una penetrante luz me cegó momentáneamente. Oí como una ventana fue abierta y la voz de Aurora llegó a mis oídos.— Despierte, el señor Cedrick quiere verla.

Me senté en la cama y froté mis ojos. Estaba demasiado cansada como para levantarme. Apenas eran las siete y media de la mañana y no había conseguido dormir ni dos horas por la escapada al pueblo.

Mis labios se curvaron en una sonrisa involuntaria cuando recordé los acontecimientos de la noche anterior. Me alegraba el hecho de que Allec no estuviera enfadado, cosa que me sorprendió. Con lo frío que era, me imaginaba que mínimo me gritaría.

—¿Y esa sonrisa? —preguntó Aurora. Negué con la cabeza y solté una risita. Ella rodó los ojos con una sonrisa y señaló la puerta del baño.— Ande a tomar una ducha antes de bajar a desayunar.

Cogí ropa que ya había vuelto a meter en el armario de la habitación y me metí en el baño. Pude oír como Aurora aspiraba la habitación, así que eché el cerrojo y comencé a desvestirme. Una vez completamente desnuda me miré en el espejo. Era algo alto y pequeño así que sólo pude ver hasta mis hombros desnudos. Me preguntaba si realmente hubiera tenido algo con Calum si no me hubieran secuestrado.

¿Habríamos empezado una relación? ¿Cuál habría sido su reacción al verme allí? ¿Cuál habría sido su reacción al descubrir que había desaparecido?

Mi ceño se frunció. ¿Qué día era hoy? Según contaba las semanas, llevaba un mes en la casa. La respiración se me cortó. Eso era mucho tiempo.

Sacudí la cabeza y me obligué a permanecer positiva. Alguien me encontraría. Si no, yo misma me escaparía de aquí. Quizás debía salir por la noche, cuando todos estuvieran durmiendo. La idea salió rápidamente de mi cabeza, ya que recordaba que Collin cerraba la puerta de mi habitación y mi ventana con llave cuando tenía la pierna bien. Supongo que no le preocupaba mucho con la pierna toda infectada. Sabía que no llegaría muy lejos. Me metí en la cabina de ducha y encendí el agua caliente. Esperé a que estuviera a la temperatura perfecta y entonces me metí bajo la alcachofa. Las gotas de agua me recorrieron el cuerpo desde la cabeza hasta los pies, relajando cada músculo de mi cuerpo al instante. Incliné la cabeza hacia atrás, soltando un suspiro de satisfacción.

Unos minutos después salí de la habitación, mi pelo seguía húmedo y mojaba un poco la camiseta azul que llevaba puesta, pero no le di importancia. Bajé las escaleras agarrándome a la barandilla y una vez abajo me quedé helada. La mesa estaba llena de comida y un delicioso olor se filtró por mis fosas nasales. Collin se encontraba sentado en la mesa, observándome con una pequeña sonrisa.

—Había pensado que deberíamos desayunar juntos —sugirió, huntando mantequilla en una tostada en plato.— Sólo tú y yo.

—No soy de desayunar —mentí. Obviamente me encantaba desayunar y se me estaba haciendo la boca agua al ver toda la comida sobre la comida sobre la mesa. Sin embargo, trataba de estar a la defensiva con cualquier cosa que él dijera. Su sonrisa decayó un poco pero se recompuso rápidamente.

—De ahora en adelante sí. Es lo que las parejas hacen —declaró. Chasqueé la lengua y arqueé una ceja, cruzándome de brazos.

—Nosotros no somos una pareja.

Su expresión se convirtió en una aterradora. Toda la amabilidad que había reflejada en su cara desapareció y volvió a su seriedad de siempre.

—Maya, no pienso decirlo una vez más. Siéntate.

La forma en la que pronunció mi nombre me produjo escalofríos. Con la dignidad por el suelo, bajé la cabeza y obedecí sus órdenes, sentándome en la mesa frente a él.

VendidaWhere stories live. Discover now