Capítulo 16

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Capítulo 16


—Adiós —. William se despidió una última vez antes de cerrar la puerta tras él. Me quedé mirando la puerta con una pequeña sonrisa en mi cara. Odiaba admitirlo, pero cuando estaba con William parecía que aunque solo fuera por unos minutos, se me olvidaba donde me encontraba. Me sentía como una chica normal de veinte años, con un pequeño enamoramiento a escondidas y las hormonas revolucionadas. Me sentía como una de las protagonistas de los libros que leía, esas chicas que a veces hacían cosas estúpidas y te preguntabas cómo si quiera habían llegado a esa idea, ya que, bueno, tener una especie de romance con el hijo del hombre que te compró no es algo usual, tampoco inteligente.

¿Qué pasaría si algún día saliera de aquí?

Ya llevaba tiempo pensando en cómo podía ser mi siguiente escapada, y aunque me dolía, sabía que lo que fuera que tenía con William no iba a durar. No tenía sentido, lo nuestro nunca funcionaría. Algún día me iría de aquí y correría lo más lejos de este sitio para nunca ser encontrada. Tenía pensado marcharme, y mi estúpido corazón no me iba a retener aquí para siempre. Había esperado demasiado. Estaba siendo una tonta. Las respuestas a mis preguntas sobre esta familia no eran tan importantes como mi libertad, que me había sido arrebatada cruelmente. No iba a esperar más, en dos días me iría mientras todos durmieran. Ni siquiera me despidiría de William, sólo cogería mis cosas e ignorando el dolor que eso me causara, me marcharía sin mirar atrás.

Unos pasos bajando las escaleras resonaron en el recibidor y una nueva figura se adentró en la cocina, esta vez tratándose de Collin. Sus ojos escanearon la sala hasta encontrar los míos y cuando lo hizo, me penetró con la mirada de una manera que hizo que mis pelos se pusieran de punta.

—Buenos días, Señor Collin —saludó Aurora no tan tranquilamente como con William o Allec. Supuse que al ser su jefe le tendría más respeto.

—Aurora, hoy vas al mercado, ¿no es así? —preguntó Collin, sin dignarse a mirarla, sus ojos clavados en mí.

—Uhm, así es, Señor —contestó, su voz sonando nerviosa. Collin asintió con la cabeza y yo tragué saliva.

—Bien, esta vez irás sola. Tengo un asunto que discutir con mi novia a solas —. Todo el vello de mi cuerpo se puso de punta. Una oleada de terror recorrió mis venas.

—Pero.... Señor.... necesito la compañía de la Señorita. Ella me ayuda a decidir y...—. La pobre mujer trató de ayudarme, sin embargo Collin la interrumpió.

—He dicho que salgas de la casa ahora mismo, Aurora —insistió. Mis ojos volaron a Aurora, rogándole con la mirada que no me dejara sola en la casa con él. Ella bajó la mirada y con la vergüenza plasmada en su cara, agarró una bolsa que se encontraba sobre la encimera y las llaves y se dirigió a la puerta. Sin perder tiempo, Collin se acercó a mí y agarró mi brazo con fuerza, arrastrándome fuera de la cocina. Solté un grito de dolor al sentir sus dedos enterrarse en mi piel descubierta y Aurora se giró inmediatamente. Soltó las cosas que llevaba en la mano y corrió hacia donde nos encontrábamos, tratando de zafarme del agarre de su jefe.

—Señor Collin, no creo que sea necesario usar tanta fuerza, es sólo una chica y....

El sonido de una fuerte bofetada resonó en la habitación. El cuerpo de Aurora cayó al suelo en un golpe sordo. Su mano acunó su mejilla enrojecida y mantuvo su cabeza baja.

—¡AURORA! —grité, un nudo en mi garganta formándose. Su cuerpo se sacudió por los sollozos y yo me removí en el agarrre de Collin.— ¿Estás bien?

—Sal de aquí, Aurora. Y cierra la puerta con llave —ordenó Collin en una voz más grave de lo usual. Aurora se levantó lentamente y yo negué con la cabeza efusivamente.

VendidaWhere stories live. Discover now