Capítulo 18

4.7K 302 10
                                    




Capítulo 18


Estaba mal.

Todo lo que había pasado a mi alrededor los últimos días estaba mal. Obviamente todo había estado mal desde que había sido secuestrada, pero al menos sentía a alguien que me apoyaba. Aurora me hacía sentir lo más parecido a lo que una madre te haría sentir, eso me gustaba. Me hacía sentir tranquila y cómoda. William, por el otro lado, me hacía sentir ansiosa. Últimamente había estado ansiosa por verle, porque me mirase, porque me dirigiera la palabra. Cualquier cosa que viniera de él hacía que mi corazón bombardeara a mil. Aun siendo la razón por la que podía tener un ataque cardíaco en cualquier momento, me hacía sentir protegida. Su voz ronca y masculina me hacía sentir como si a mi alrededor no hubiera peligro alguno. Como si estuviéramos en una burbuja. Él y yo. Sin correr peligro, sin gente juzgándonos, sin secretos.

Ahora todo era diferente. Aurora me había traicionado. Sabía que su trabajo estaba en riesgo, pero ¿cómo podía haberme dejado con él, sabiendo lo que pasaría? No podía evitar sentir resentimiento hacia ella. Will.... no sabía lo que pasaría con él. Aunque estaba noventa y nueve por ciento segura de que no querría saber nada más de mí cuando volviera a cruzar  la puerta principal, aún cabía la posibilidad de que el uno por ciento fuera correcto.

Me encontraba en el jardín de la entrada. Sentada en el suelo, jugando con las hojas secas de las plantas. Llevaba bastante tiempo sin estar aquí. Giré la cabeza hacia mi derecha, observando la puerta de metal. Recordaba también comerme la cabeza con esa puerta. Todavía lo hacía. Ya sabía que era la habitación de Allec, sin embargo no era  del todo normal. La gran pizarra con tantos nombres y números no dejaba de rondar en mi cabeza.

—Maya.

Me levanté al instante al escuchar una voz bastante cerca. Miré a Allec que se encontraba delante de mi. Sus ojos oscuros me escrutaron con cuidado, como si no supiera qué decir. Podía ver el arrepentimiento en sus ojos, pero eso no me hacía sentir mejor. Después de todo, él no tenía nada de lo que arrepentirse. Había sido un idiota conmigo, sí. Pero la razón por la que había pasado todo era yo, sólo yo.

—Vamos, dilo —solté, mi voz débil y cansada.— Di que es mi culpa por no haber salido antes. Di que por mi culpa William está herido. Dilo. Ya se ha ido todo a la mierda. No puede ir peor.

El moreno no dijo ni una palabra. Se quedó en su sitio, mirándome intensamente. Abrió la boca para decir algo pero la cerró inmediatamente, echándose atrás. Estaba siendo una borde, pero ya no le veía la importancia a nada. Me habían quitado lo único que me quedaba, mi dignidad y a William. Él era la única persona que no sabía lo que me había pasado. Él era el único que tenía una limpia imagen de mí en su cabeza, pero ahora sabía la verdad.

Ya no tenía ninguna fachada para ocultar el hecho de que era una prostituta. Una prostituta que había sido comprada por unos cuantos billetes como si fuera un objeto. Una prostituta que nunca volvería a su vida normal. Todos me recordarían como eso, una simple chica que hacía su trabajo y se iba después de un tiempo.

—Lo siento —. Su voz se escuchó después de unos segundos.  Me obligué a mí misma a escapar de mi mente y concentrarme en él.

—¿Qué?

—Yo... he sido un egoísta —. Su mano se alzó y se alborotó el pelo en un acto de nervios.— Debí haberte ayudado antes de que fuera demasiado tarde. Yo... que él te hiciera daño.... no quería....

Sus balbuceos me desconcertaron. Nunca había visto a Allec sin saber qué decir, trabándose con las palabras y balbuceando. El Allec que había visto los últimos tres meses era una persona diferente al Allec que se encontraba frente a mí. Me sentí algo indignada. Si se iba a disculpar, no debía poner excusas estúpidas.

VendidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora