Capítulo 23

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Capítulo 23


La puerta finalmente se abrió y yo fui impulsada hacia delante. Mis rodillas tocaron la madera del suelo y acabaron raspadas. Una mano agarró mi pelo en un puño y yo solté un grito mientras me estampaban la cara contra el suelo. Sentí mi nariz arder, seguramente me la habían roto de un solo golpe. Traté de contraatacar con mis brazos, pero no funcionó. Mi cara encontró el suelo otra vez y utilicé mi mano para amortiguar el golpe. El matón se dio cuenta mientras me giraba y me dejaba tumbada boca arriba. Se subió encima de mi cuerpo y levantó el puño, estrellándolo contra mi mejilla. Mi cabeza giró por el impacto. 

Dios mío, había sido pegada antes, pero este dolor era algo del más allá. Aunque Collin y Richard fueran fuertes, estos tíos eran matones profesionales, su trabajo consistía en dar palizas. Y vaya que las daban.

Después de lo que pareció cansarse de mi mejilla, sus puñetazos se centraron en mi labio. Sentí el sabor de la sangre al instante. Una mano retuvo mis manos sobre mi cabeza y la otra bajó por mi cara hasta mi pecho, manoseándolo. Solté un gruñido y me removí bajo su cuerpo. Bajó sus caderas aplastando toda la parte inferior de mi cuerpo y sentí que me faltaba el aire. Sentí como el bastardo se puso duro y restregó sus caderas contra las mías. Soltó un gemido y yo grité, tratando de liberar mis brazos. Sus manos se colaron debajo de mi camiseta y me siguieron manoseando. La impotencia me consumía. Odiaba esa situación en la que había estado antes. No podía luchar, no podía impedirlo.

—Hank, no tenemos permitido hacer esto —interrumpió el otro, adentrándose en la habitación. Apartó al asqueroso de encima de mí y al instante me levanté, el sabor a metal en mi lengua. Dios mío, toda mi cara palpitaba.

Hank soltó una maldición y se giró para mirarme sobre su hombro. Su mirada descendió por todo mi cuerpo antes de volver a mis ojos. Quise golpearle en ese mismo momento por la lujuria que cruzó sus ojos.

—Joder, quería follármela ahí mismo.

Mi cuerpo tembló de ira ante sus palabras y miré a mi derecha, encontrando la puerta del baño. Podía encerrarme ahí, pero volverían a tirar la puerta abajo.

Antes de poder siquiera decidir mi próximo movimiento, el otro matón, el que supuestamente se llamaba Kloth, se encontraba a escasos centímetros de mí, bloqueando la puerta. Me agarró la barbilla con fuerza y me obligó a acercarme a él. La herida en el labio dolió más ante su toque. Los ojos ámbar del matón brillaban con ira.

—Eso no significa que no debas cumplir tu castigo, zorra.

Esas fueron las últimas palabras que pronunció antes de que su puño se elevara en el aire y el aire se quedara trabado en mis pulmones, impidiéndome respirar por unos segundos.

Después todo se volvió negro.


Cuando volví a despertarme, el sabor a sangre fue lo primero que saboreé en mi boca. Con toda la fuerza que conseguí reunir, abrí los ojos lentamente. Mi vista fue borrosa al principio, pero después de unos segundos las figuras a mi alrededor se volvieron más claras. Coloqué mis manos sobre el suelo de madera y apoyé mi peso en éstas, quedando medio sentada. Las ganas de vomitar llegaron a mí rápidamente y sin querer contenerlas, incliné mi cabeza y comencé a vaciar mi estómago.

Mi pelo caía en cortina alrededor de mi cara, probablemente ensuciándose de vómito también, pero en ese momento me daba igual. El intenso dolor que sentía en todo el cuerpo y sobretodo mi cara era mi centro de atención. Cuando sentí que ya no quedaba más líquido en mi cuerpo, me dejé caer para atrás lejos del vómito y cerré los ojos con fuerza. Las lágrimas salieron sin ser llamadas. La habitación estaba a oscuras, lo que significaba que estaba sola, por lo que dejé que los sollozos salieran de mi boca libremente. Cuando noté que estaba siendo demasiado ruidosa, coloqué mi mano sobre mi boca y la mordí, tratando de amortiguar el sonido. Todo dolía tanto. Mi cuerpo y mi corazón.

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