Capítulo 12

5.7K 306 14
                                    




Capítulo 12


El 22 de Mayo llegó antes de lo esperado. Las últimas semanas me había dado por contar los días y semanas que llevaba aquí. Sorprendentemente, si mis cálculos eran correctos, me habían raptado en Marzo. Por lo que llevaba aquí aproximadamente dos meses.

Por una parte, el tiempo pasaba muy rápido. Sabía que llevaba tiempo aquí, pero dos meses era mucho tiempo. El hecho de que todavía no me habían sacado de aquí me escalofriaba. Por otro lado, los días pasaban como si fueran años. No tenía nada que hacer en esa casa. La semana después de la visita a Richard, me quedé encerrada en la habitación. No quería que nadie viera los moratones que tenía en la cara, ni lo destrozada que me encontraba por dentro. Will se pasó unas cuantas veces para preguntarme qué ocurría, pero yo nunca tenía el valor de abrir la puerta y hablar con él. Tras unos minutos de silencio, se acababa rindiendo y se marchaba.

Como iba diciendo, era el 22 de Marzo. Parecía un día normal como todos, sin embargo, no lo era. Era mi cumpleaños.

Siempre quise pasar mi cumpleaños fuera de Rangiora. Sin embargo, no así. Antes solía encontrar molesto que toda la famila me tratara como si fuera una niña en mi cumpleaños, haciéndome soplar las velas incluso. Me cantaban el feliz cumpleaños en unísono y aplaudían mientras yo sólo rodaba los ojos incómoda. Lo odiaba.

Ahora daría lo que fuera por volverlo a vivir.

Mi pierna ya estaba curada de todo. No tenía ningún problema en andar y por suerte, ya no me dolía ni un poquito. Pronto tendría que idear un nuevo plan para escapar.

Me levanté de la cama y me metí en el cuarto de baño para darme una ducha. El agua fría nunca había sentado mejor. Mis ojos picaban más de lo usual últimamente, y para mi desgracia, sabía que la alergia estaba por llegar.

Estornudé mientras salía de la ducha y suspiré. Paré frente al espejo y vi que los moratones ya no eran apenas visibles en mi cara. Cepillé mi cabello sin quitar los ojos de mi reflejo, por alguna razón no podía dejar de mirar a la chica frente a mí.

Por alguna razón, se sentía extraño. Era como si esa chica no fuera yo. Sus ojos verdes eran iguales a los míos, pero su mirada era diferente. Su mirada estaba muerta.

Cuando terminé, me vestí rápidamente y salí del cuarto de baño. Los rayos de sol que se colaban por cortinas blancas golpearon mi rostro. Miré a la ventana y me acerqué, visualizando el exterior. Abrí la ventana y como si de una película se tratase, escuché algunos pajaros. Sonreí ligeramente. Hoy era un día especial. Aunque no estuviera en casa, Anabelle tenía razón. Tenía que ser fuerte y no podía dejarme derrotar. No iba a dejar que la Maya del espejo me derrotara. Aunque no me cantasen el cumpleaños feliz, me lo cantaría yo misma y me imaginaría a todos. Me imaginaría a Caleb.

—¿Maya? —. Me giré al escuchar su voz detrás de mí. Algunos mechones de cabello mojado caían sobre su frente, haciéndolo lucir más atractivo de lo normal. Por su apariencia, supe que se acababa de duchar.

William.

Sus ojos azules me escrutaron sin piedad. Sabía que estaba esperando alguna reacción de mi parte. Alguna explicación de por qué le había estado evitando estos últimos días. También sabía que lo más justo era que se la diera, después de todo siempre había estado ahí para ayudarme cuando lo necesitaba.

—William.... —. No me atrevía a mirarle a los ojos. La vergüenza me consumió cuando le escuché suspirar. Si estuviera en sus zapatos, ni siquiera me molestaría en hablar con una chica bipolar y antisocial.

—No me abrías la puerta —recriminó. Levanté la cabeza atreviéndome a mirarle.— Ni quieras me contestabas. ¿Crees que esto es justo?

No sabía exactamente a qué se refería, pero aun así no era justo. No para él. Prácticamente era el único que merecía mi respeto en esa casa, aparte de Aurora.

VendidaOnde as histórias ganham vida. Descobre agora