2. Aceptarme a mí mismo.

1.1K 64 2
                                    

El despertador y los golpes de puerta fueron los culpables de que me despertase. Me levanté de la cama y salí a ver quién estaba casi aporreando la puerta de la habitación.

-Joder, por poco abres. Me he dejado la tarjeta de la habitación dentro y no tenía nada para abrir la puerta—rió nervioso y entrando a la habitación.

-¿Dónde has ido y qué hora es?—volvi a la cama y me enterré bajo las mantas.

-He estado desayunando con el chico de ayer.

-¿Con Agoney?

-Sí con él, es muy buena persona, hemos estado contándonos cosas de nosotros y hemos intercambiado los números de teléfono.

-Sí, se le ve bueno chico y que vozarrón—y que guapo, pensó.

-Te apetece dar una vuelta por el centro con él, ha venido sólo y no conoce a mucha gente.

-Encantado—dije con demasiada efusividad—así nos distraemos y tal—intenté controlar la extraña felicidad por volver a ver al canario, que no sé de donde provenía. Mi primo se dió cuenta y le salió una sonrisa juguetona.

Sam es la única persona que sabe que pasa por mi cabeza sin yo decirlo, al final es mi primo y llevamos toda la vida juntos, nos conocemos tanto como desearíamos. Él sabe todo de mí y yo, creo, que sé todo de él. Bueno sabe casi todo de mí, hay cosas que prefiero guardarme para mí sólo o simplemente no llego a aceptar ni yo por lo cual, no lo cuento. Lo malo de conocerse tanto que sin decirlo él lo sabe.

-¿Estás bien, rubio?

-Si, si—me removí en la cama y después de unos 10 minutos rompí el silencio—oye, ¿Agoney se quedará en este hotel?—sueno muy interesado por él, no?—digo porque tendrá una casa o piso, si no se arruina que es muy caro el hotel—la estoy cagando, mi primo me sonrió como anteriormente, me conoce demasiado el cabrón.

-Sí, está viviendo en un  piso cerca de Montgat, osea que podrás, digo podremos—que cabrón—quedar más a menudo con él—noté como me ponía rojo por lo que me puse boca abajo en la cama tapándome la cara a lo que mi primo dejo caer una carcajada limpia que luego rectificó y se aclaró la garganta—te conozco más de lo que piensas primito—se marchó al baño y me dejó pensando más de la cuenta, odiaba pensar tanto, darle vueltas a las cosas.

¿Por qué tanto interés en volver a ver a Agoney?

¿Por qué tantas ganas de volver a cruzar dos palabras y conocerle más?

Ni yo mismo tenía respuestas para ello pero mi primo y el destino parece que sí.

-He quedado con Agoney, en 30 minutos, vístete, anda—y eso hice, me puse la ropa que antes del concierto dejé en el armario de la habitación encontrándola perfectamente lisa tal y como la dejé.

Me peiné, tantas veces que ni yo sabía porqué me empeñaba en ir mono cuando solo habíamos quedado para dar una vuelta.

Tenía un poco de miedo, de aceptar algo que tantas veces se me había cruzado desde aquellas vacaciones en Ibiza cuando le conocí.

Tenía que aceptarlo, pero me daba miedo de ser rechazado, de perder lo que tenía ya, de que se alejasen de mí por patas por ser algo tan natural como la vida misma, miedo de no ser aceptado por mis cercanos, de perderlo todo.

Pero soy gay, o almenos bisexual, y tenía que empezar a asumirlo y lo primero era contarlo para dar el primer paso, aceptarme a mí mismo.

Nuestro Mayor Sueño - Ragoney.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora