37. Tus monstruos.

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Estoy en la puerta del edificio de Agoney, acabo de timbrar y ha contestado él, menos mal.

-Hola enano—me levanté del sofá y me abracé a él—pasa que hace frío.

-Hola—dejé un beso en sus labios y de la mano subimos a su piso.

-Ya le caes bien, no te preocupes—dejó otro beso en mis labios antes de, ahora sí, entrar al interior del piso.

-Hola Raoul, tenía muchas ganas de conocerte—me dió dos besos. Me encanta, es muy espontánea.

-Hola Glenda, encantado—nos sentamos en el sofá.

Estuvimos hablando de la infancia de Agoney, de lo que solían hacer juntos en Adeje y anécdotas de un Agoney pequeño que no sabía nada hasta que tuvo que madurar de golpe.

Me lo pasé muy bien, durante toda la tarde que estuve con ellos en ningún momento me sentí incómodo, apartado o cualquier cosa así, es más me sentí todo lo contrario, como si a Glenda la conociese de toda la vida y con Ago llevase toda ella.

-Vas a cenar aquí?—me encogí de hombros ante la pregunta de la mayor.

-Voy a preguntar—cogí el móvil para llamar.

-Vete a mi habitación para hablar si quieres—asentí.

Llamé a mi madre.

Mami, estoy en casa de Agoney.

Lo sé, dime, está todo bien?

Sí, puedo quedarme a cenar?

Está su hermana.

Uy, ya la has conocido?

Sí, pero puedo o me necesitáis por allí?

Claro que puedes, renacuajo, pero vuelve antes de los 25.

Mami.

Volveré a dormir.

Te quiero.

Y yo pequeñajo, que aproveche la cena y el postre.

MAMI!!

Nos reímos y colgó, salí de la habitación tras inspirar el aroma a Agoney de su cuarto.

-Te quedas?

-Sí—me sentó a su lado tirando de mi mano y me dió un beso en la boca, me puse rojo por la presencia de su hermana.

-Qué mono eres—acarició mi mejilla y volvió a unir mis labios con los suyos.

-Bueno, pues yo voy a hacer la cena—Glenda salió del salón.

-Todo bien?—asentí—ves como no era para tanto, que eras tonto—me abrazó.

-Estaba cagadísimo por si le caía mal o decía algo para que me cayese mal—me reí flojo—menos mal que no.

-Pero está todo bien, no?—volví a asentir y empecé a darle besos por toda la cara—estás feliz, no?—asentí y seguí dándole besos.

Nuestro Mayor Sueño - Ragoney.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora