11. Abrazos.

844 45 5
                                    

Ha sido una tarde estupenda. Bueno siempre que estoy con Agoney es estupendo. Eso no quita que el vértigo y miedo a meter la pata no esté ahí.

Entré en casa y fui directo a la cocina.

Cené y aún con la sonrisa de bobo tras la despedida con Agoney, subí a ducharme.

Una ducha como todas. Como todas las que llevo desde que le conocí. Gotas resbalando por mi espalda, por mi pelo, por la cara y pensamientos que me dejaban más que claro que estaba enamorándome del canario.

Al acabar la ducha me puse el pantalón del pijama y como si fuese efecto dominó caí en la cama y en un profundo sueño.

Me levanté con el tono de mi móvil y miré la pantalla. Era Álvaro.

-Oye, estoy fuera desayunando con Mireya. Ahora vamos a casa.

-Eres consciente de que podías haberme avisado por WhatsApp, no?

-Si, pero era más divertido levantarte-empezó a reírse acompañado por Mireya-y va a ir Sam a casa a no sé qué-resoplé y colgué, me tendría que levantar.

Me vestí con lo primero que pillé y bajé a desayunar con la música en el móvil pero se vio interrumpida por varias notificaciones. El móvil en la encimera y yo en un taburete de la isla de la cocina, me acerqué a él.

Bajé a la puerta a esperar a que llegasen y mientras que llegaban me metí a Instagram

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Bajé a la puerta a esperar a que llegasen y mientras que llegaban me metí a Instagram.

Subí unas cuantas historias y dejé el móvil al ver que el coche de Sam, bueno de mi tía, se acercaba por el final de la calle.

Aparcó y nada más apagar el motor Agoney salió corriendo.

-He temido por mi vida, de verdad—me empecé a reír y Agoney con la respiración agitada, a propósito, se unió a mi risa.

-Eres un exagerado, yo sí que he temido, todo el viaje comiendo porque no te ha dado tiempo desayunar y casi tiras la piel del plátano a la carretera—si me estaba riendo antes, mi risa aumentó más y ambos acabaron uniéndose a mí.

Pasamos y nos fuimos a la habitación donde estaban los juegos.

-Mamones, que vosotros cantáis, lleváis ventaja.

-Y tú bailas, y tú eres profesional, yo cantando no. Aunque en verdad los dos sois profesionales cada uno en su juego.

-Ya, pero jobar, yo prefiero el karaoke—puso morritos y juro que le quería comer la puta boca y la cara.

Y así estamos, discutiendo porque Sam quiere el just dance y Ago y yo el karaoke.

-¡Lo tengo!—le miramos sorprendidos por el grito—podemos bajarnos al jardín y vosotros cantáis y yo os bailo, como cuando éramos pequeños—dijo mirándome, al instante se me ilumina la cara, son tantos recuerdos, el jardín o cualquier parte era buen lugar para montarnos la mayor performance. Agoney y yo asentimos animados por la propuesta y nos bajamos los tres al jardín.

Pusimos la música en el móvil de Sam y lo conectamos a unos altavoces grandes. Y así pasamos parte de la mañana, cantando, bailando y sobretodo riendo.

De pronto la música se interrumpió y por los altavoces comenzó a sonar el típico tono de llamada de iPhone.

Sam se acercó corriendo al móvil y desenchufándolo y sonriendo como un tonto, lo cogió.

-Lo que quieras a que es Albert.

-Lo que quieras—ambos sonriendo nos quedamos mirando a Sam que seguía hablando por teléfono.

Colgó y se quedó mirándonos desde donde estaba.

-He quedado para comer—seguíamos mirándole—con Albert—se sonrojó y nosotros empezamos a reír—sois conscientes de que os quedáis sólos, no?—ahora nosotros estábamos rojos y él riéndose.

Se fue a las 13:30 y nos quedamos Ago y yo.
Soy más que consciente de que le debo una explicación de mi alejamiento de la música pero es que estamos tan bien y a gusto los dos que no merece la pena volver al bajón de hace unos meses.

Estuvimos jugando al yo nunca sin alcohol para conocernos mejor.

A las 14 se fue a su casa a comer y con una despedida como todas, de esas que te dan confianza y te recomponen, quedamos por la tarde.

Comí solo en el sofá viendo una película de la cual no me estaba enterando.

Me eché la siesta, tenía que prepararme psicológicamente para abrirme a Agoney, se lo debía, aunque más que por eso, me inspira confianza y a él le contaría mil cosas distintas que nadie lo haría.

Me levanté de siesta a las 18 y había quedado con Agoney en una hora así que decidí ir un rato al estudio.

Estuve cantando acompañándome del piano o de la guitarra hasta que llamaron al timbre, cogí el móvil y miré la hora, 19:07, es Agoney.

Le abrí y me le encontré con un peto vaquero negro y una camiseta blanca, es precioso.

Le recibí con una sonrisa y un abrazo.

-Antes de que digas nada, siento que te lo debo por una parte y por la otra es porque—me corto a mí mismo—porque quiero, pero te lo voy a contar, todo—estaba nervioso y eso se podía ver a leguas de aquí.

-No es necesario, eh—me sonrió, pero negué, es necesario—como quieras—le di la mano y nos fuimos al salón.

Nos sentamos en el sofá dejando una distancia prudente entre nosotros.

-A ver, antes de nada lo último que te quiero es dar pena, te lo cuento todo porque tengo que soltarlo por algún lado—me sonrió, de nuevo, y me agarró la mano asintiendo—el verano pasado nos fuimos de vacaciones a Ibiza, íbamos a estar un mes porque tenemos casa allí. Un día en una fiesta del hotel coincidí con un chico, Jaime, empezamos tonteando. Y sí, acabamos liados durante el tiempo que estuvimos—me corrijo—que estuvo. Llevábamos una semana liados y una noche acabamos haciéndolo, no fue la primera vez que pasó. Bueno, un día le dije que cantaba—le cambió la cara, se lo veía venir—al principio me decía que lo hacía genial, que le encantaba, que iba a llegar lejos. Seguimos otras dos semanas y pues algún que otro día lo volvimos a hacer, nunca me obligó—suspiró un poco aliviado—Se fue una semana antes que nosotros, justo antes de irse me dijo "Raoul, baja a recepción y nos despedimos" y bajé, ingenuo de mí—solté una risa irónica y me apretó un poco más la mano—me dijo cosas que no se me olvidarán, me utilizó para hacerlo y después soltó todo contra mí para joderme. Me dijo cosas que no seré capaz de olvidar, nunca, y que retumbaban en mi cabeza cuando intentaba entrar al estudio. Acabé por borrar todos los vídeos cantando, aunque mi madre conserva algunos. Me hizo pedazos, a mí y a mi mayor sueño que era cantar, y se largó—con mis ojos llenos de lágrimas y con todo ya soltado, Agoney tiró de mí hasta quedar rodeado por sus brazos.

Y a partir de ahí me tocaba pasar página, me tocaba asumir que los abrazos de Agoney me daban la vida, que él sin pedir nada a cambio me ha escuchado, que nos conocemos de una semana o así y me está dando lo que más necesito, confianza en mí mismo.

-No estás sólo y nunca lo estarás.

Seguimos abrazados, acariciando la espalda del contrario.

Ahora lo comprendo todo o casi todo. Le quiero mucho, aquí y para siempre, y estaría abrazado a él hasta que me pidiera soltarle.

Porque ahora mismo, haría lo él me pidiese.

Nuestro Mayor Sueño - Ragoney.Where stories live. Discover now