10. Te odio.

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Esta tarde he quedado con Agoney, para variar, ¿sabes? Le estoy cogiendo mucho cariño al canario y a las tardes en el estudio o en el jardín, las llamadas, los piques tontos...

Creo que estoy preparado para contarle todo. Bueno todo no. Lo de Jaime y porqué dejé la música de lado, eso de que me está empezando a gustar me lo guardo para mí mejor.

Desayuné y estuve con Alfred y Aitana en una cafetería hasta la hora de comer.

Me he enterado de que Alfred está con una chica, Amaia, y Aitana sigue genial con Nerea. Me alegro mucho por ellos. Y yo les conté todo lo de Agoney, aunque ya lo sabían y ellos me dieron el último empujoncito para contárselo. Y eso haré esta tarde.

Llegué a comer y estaban mis padres y mis tíos.

-Rubio, que no me voy de tu casa ni con aguarrás—empezamos a reírnos. Es cierto, pasa más rato aquí que en su casa.

Comimos y me subí a duchar. Cuando salí de la ducha me llamó Agoney.

-¿A qué hora te viene bien?

-Depende, ¿dónde me llevas?

-Estás pesadito con saberlo, eh. A las ocho paso a por ti.

-Vale, y pesado tú.

-Pesado tú.

-Gilipollas.

-Aunque susurres te oigo y venga que queda una hora y veinticinco minutos.

-Jo, Ago, te odio.

-Mentir está mal, rubio, adiós y yo también te odio.

-Yo más—colgó, me quedé sonriendo a la pared y seguí preparándome.

Me puse un pantalón negro corto y una camisa de flamencos que la llevo un poco abierta de arriba.

Me fui al estudio y dejé el móvil cargando.

Se me pasó el tiempo volando hasta que subió Álvaro a decirme que estaba Agoney abajo esperándome y él me intentó meter un condón en la cartera. Sí, para quien lo preguntaba, es idiota y en mi casa solo lo sé yo.

Acabé rechazándolo, o más bien dejándole con la palabra en la boca, úsalo con Mireya, aún no quiero ser tío. Dicho eso bajé a la entrada donde estaba Agoney con una sonrisa nerviosa, un pantalón negro roto, una camiseta blanca y una chaqueta de estampado militar, muy propio en él.

-¿Preparado?—intentó contagiarme su nerviosismo y lo acabaría haciendo.

-¿Dónde vamos?

-Al mejor sitio del mundo.

-¿Me vas a llevar a Disney?—sabía que no, pero me hace tanta ilusión ir.

-Mmm no, eso para la próxima vez. Vamos a otro sitio, quizá mejor.

-Imposible—me hice el enfadado, porque como Disney no hay nada, o eso creía.

Estuvimos todo el camino hablando y riéndonos, estos ratitos con él son geniales y hacen que nos acerquemos y conozcamos más.

-¿Queda mucho?—ansioso es como me describiría en este momento.

-No, estamos llegando.

Pasados cinco minutos aparcó y nos dirigimos a una casa.

-Quizá para tí solo es una casa pero cuando entres superará a Disney—le miré esperando que cambiase eso—vale no, es imposible, pero te gustará.

Me tendió la mano y dados de ella llamamos a la casa. Un señor, al cual no conocía, nos dejó la casa y él se marchó pero antes le dijo está en la carpeta de siempre, seguro que le gusta, suerte Agoney. Genial, más intriga.

-Así que una casa solo para los dos...—dije sugerente.

-De verdad, que tonto eres—empezó a reírse y dados de la mano fuimos a una habitación—tranquilo, no te voy a pedir matrimonio ni nada así—apretó suavemente mi mano y me dedicó una cálida sonrisa.

Le acerqué un poco más a mí y rodeé su cintura con mi mano, aún parados en la puerta de una habitación.

Abrió la puerta y esa habitación, que creía normal, casi que superaba Disney. Casi no, lo superaba.

-Impactado, eh—empezó a reírse de mi reacción.

-Madre mía, esto es, casi mejor que Disney—no le daría la razón, pero la llevaba.

-Es mejor, rubio—negué y nos acercamos al piano.

Estábamos en un estudio, pero un estudio de grabación bueno. No era mi estudio, que era una sala.

Mi cabeza empezó a maquinar teorías. Y caí en algo.

-¡¡Lo tengo!!—gritando me senté a su lado mientras Agoney encendía un ordenador y le miraba con una sonrisa—¿me vas a dejar grabar algún cover?—empezó a reírse y negó con la cabeza—jo.

-Lo podemos grabar pero no por eso te he traído aquí.

Seguí pensando y mirando con la ilusión de un niño pequeño el estudio en el que estábamos.

Había varios vinilos en una estantería, discos en otra, fotos de AC/DC en las paredes, fotos del señor con gente reconocida e instrumentos por todos los lados.

-¿Estás preparado?—dijo dando volumen a un altavoz cercano.

-No, ¿qué me vas a enseñar?

-Mi single, idiota—le miré sorprendido y él asintió. Rápidamente me senté a su lado y él le dió al play.

Brutal.

Sobresaliente.

Espectacular.

Sin peluca.

Acabó la canción y yo con la boca abierta. Chasqueó los dedos en mi cara. Cerré la boca formando una amplia sonrisa lo que hizo que él soltase el aire que tenía retenido.

-Es brutal. Es que vas a dejar a España y al mundo entero sin peluca. Y esto va a ser un temazo—demasiado fangirleo que lo llamaría Aitana—pero los he visto mejores—dije con una sonrisa y me acerqué para abrazarle.

-Yo también los he visto mejores—me apretó en el abrazo, ambos sabíamos que no, que él lo iba a petar con esa canción. O espero que él lo sepa—y ahora que ya tienes mi sorpresa puedes abrirte cuando quieras—empecé a reírme, mucho, por el doble sentido, a la vez que deshacíamos el abrazo. Él se puso rojo de vergüenza, aunque con la barba se notaba  menos, y yo de la risa.

-A ti me abro cuando quieras—le susurré en el oído provocando en él un escalofrío—mañana te lo cuento, pesado.

Estuvimos hasta las diez que volvió Pablo, el señor del estudio.

Volvimos a mi casa y aparcó en la puerta.

Nos abrazamos en forma de despedida.

-Te odio—me dió un beso en la cabeza.

-Te odio más—le sí un beso en el hombro, como siempre que estamos abrazados—lo vas a petar con la canción—le susurré en el oído poniéndome de puntillas.

-Y tú lo verás, ¿no?—asentí contra su pecho dejando de estar en puntillas y aún abrazados.

-Y yo lo veré.

No queríamos separarnos y estuvimos un rato más, él acariciándome la nuca y yo su espalda. Sin nada que decir porque ese abrazo decía todo.

Nuestro Mayor Sueño - Ragoney.Onde histórias criam vida. Descubra agora