34. Volver a verte.

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Estuvimos en el banco alrededor de unos 10 minutos, hacía relativamente poco me había vibrado el móvil pero al ser corta supuse que fue un mensaje y sería Ricky.

Pasados otros 10, quizá 5, tras Agoney haber recibido varios regalos y felicitaciones por parte de seguidores.

-Que piensas hacer cuando nos vamos de aquí?

-Ay, que yo estoy agusto aquí sentado, en nada nos movemos, vale?—asintió y nos quedamos mirando al frente.

Estábamos en silencio hasta que dió un grito, le miré y me encontré con Agoney agitando las piernas y sus manos intentando apartar las manos que cubrían sus ojos.

-Perdona tienes hora?—Ricky le destapó los ojos y se puso frente a él.

Tardó cero (0) segundos en reaccionar y lanzarse a sus brazos mientras se subió a él a lo koala y dejaba repetidos besos en su mejilla.

-Ay, Ricky, por favor—se bajó y le le cogió de las manos mientras le examinaba, volvió a unirse a él.

-A ver, él es Kibo, mi novio—le agarró de la mano introduciéndole en la escena—ellos son Agoney y Raoul, el de WhatsApp.

-Cómo que el del WhatsApp? Tú lo sabías?—asentí sonriendo—menudo penco—agarró mi mano atrayándome a él y me abrazó por el cuello y yo a él por la cintura.

-Bueno nos vamos a mover?—dijo Ricky, asentimos y pusimos rumbo a ningún lado realmente.

-Dónde vamos?—pregutó Agoney como si me leyese la mente, yo me encogí de hombros.

-Es vuestra ciudad tortolitos—me sonrojé y me abracé a Agoney provocando en él una pequeña carcajada y que dejase un beso en mi pelo.

-Podemos ir casa que hace frío o a una cafetería.

-A casa que así nos invitas tú y las maletas pasen, eh—nos reímos del comentario de Ricky y dimos media vuelta hacia el coche.

Llegamos a casa y Agoney y yo nos ofrecimos para subir las maletas, pero solo pudimos hasta el primer rellano que acabamos sentados en un escalón.

-Pues bienvenidos a mi nidito de amor—abrió la puerta de sopetón dando un fuerte golpe en la pared del vecino—lo siento vecinos—nos reímos entramos al piso.

Nos tumbamos en los sofás por parejas a ver una película, bastante ñoña, pero ninguno de los cuatro le hacía caso, estaba para ambientar el salón y no dejarlo en un completo silencio. Cada uno tenía algo más interesante que una película, nuestra pareja.

En mi caso no dejábamos de comernos, con la mirada, con la boca, con las manos, nos hablábamos sin necesidad de palabras.

Acabó la película y nosotros no parábamos hasta que llamaron por teléfono a Agoney.

-Mierda—se levantó un poco y lo cogió—ay, es Glenda, ahora vuelvo—dejó un beso en mis labios y yo cogí mi móvil.

Nos tienes olvidaitos, eh.

Hoy cena de primos, sorry not sorry, no te salvas del interrogatorio.

A las 22:30 en el restaurante de siempre.

Joe, Álvaro, en serio?

Voy a cambio de que me dejéis un ratillo.

Ya veremos, no te emociones mucho.

Nuestro Mayor Sueño - Ragoney.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora