36. Cuenta conmigo.

566 44 3
                                    

La semana en Madrid ha sido brutal, me lo he pasado genial los ratos que he estado con él, las entrevistas que he visto online y notaba que se ponía nervioso o la sonrisa que le salía al hablar de su música, incluso al hablar de nuestra relación.

-Les quiero mucho, a él y a la música, de las cosas que más me alegran es que ambos sean totalmente compatibles y aún más que a él le guste tanto la música como a mí.

Recuerdo su sonrisa instantánea y la que provocó en mí durante ese día y los restantes en nuestras estancia en la capital.

Las cenas románticas en un restaurante o con una pizza en la cama del hotel viendo una película cualquiera, las miradas cómplices cuando vamos a elegir la cena.

Las risas hasta las tantas tumbados en la alfombra de la habitación.

Los gemidos y el placer que se quedan en esas paredes y la cama de matrimonio.

Las quejas por cantar temprano.

Andar por la calle de la mano sin pudor ni miedo al qué dirán, porque estando juntos poco nos importaba el resto, cruzarnos con algunxs seguidores de él.

Esta semana nos ha unido aún más si era posible pero tocaba volver a Barcelona donde a mí me esperaba mi familia y él tendría que esperar a su hermana en el aeropuerto, así que tras el trayecto de tren y luego que se empeñó en llevarme a casa estuvimos resumiendo entre risas la semana en la capital.

Después de llevarme a casa él se marchó al aeropuerto a recoger a Glenda.

Ya estoy con mi hermana, voy para casa.

Mañana te vienes y te la presento?

Me lo pensaré, vale?

Bueno, vale.

Le dejé en visto y para variar mi cabeza empezó a maquinar teorías, podía caerle mal, como el culo, que me odiase, que le dijese que soy de lo peor y que me dejase.

Le caes genial, que te conozco lo suficiente, bobo.

O podía caerle bien y seguir con Agoney.

Pero tenía miedo, había un 50% de posibilidades para que ambas ocurriesen, y me aterraba la primera opción.

Con esos pensamientos acabé dormido sobre la colcha de la cama.

-Raoul, mi amor, está la comida hecha, no tardes en bajar—dejó un beso en mi cabeza y cuando salió me estiré. Las dos. He dormido bastante.

Bajé a comer con mis padres y Álvaro, era de los pocos lunes que podíamos comer los cuatro juntos así que teníamos el privilegio de alargar la sobremesa hablando de distintos temas.

-Y qué tal la semana en Madrid?

-Me lo he pasado genial, cuando llegamos fuimos a un hotel y nos dormimos un rato hasta que se tuvo que ir a la entrevista, cuando volvió fuimos a un restaurante a cenar...—les conté toda la semana obviando detalles que no eran necesarios contar.

-Yo escuché una entrevista, en la Dial, habló genial—es cierto—y de ti también—mierda, estaré rojísimo—aay, que se pone rojo—vino a abrazarme.

-Ay, mama—reímos por encima del volumen de la tele.

-Te quiere mucho, verdad?—asentí ante la pregunta de mi padre.

Nuestro Mayor Sueño - Ragoney.Onde histórias criam vida. Descubra agora