CAPÍTULO VI. CONFESIONES.

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Las tres parejas llegaron a casa de Alfred y Amaia. Se acomodaron en la mesa del comedor y pusieron unas patatas y refrescos hablando de lo que estaba por llegar. La cerveza se acabó y Amaia se ofreció a ir a comprar al supermercado que estaba apenas a 500 metros de su casa.

- Voy a comprar cerveza, ¿qué más hace falta?.- dijo Amaia.

- Pues mira hermanita, podrías traerte algún que otro paquete de patatas, frutos secos, fuet, chuches y algo de alcohol, si te parece. Algo para picotear, sabes que estas noches se hacen largas y lo pasamos tan bien que luego se nos hace tarde y por culpa del alcohol nos entra hambre, queremos algo dulce y no tenemos a mano. Mejor prevenir que curar.- dijo Javier sonriendo.

- Dios Javier, ¿algo más?-dijo Amaia divertida.

- No, creo que por mí ya está.- contestó él riendo.

- Bueno me voy, vuelvo en 15 minutos.- dijo Amaia.

- Titi, voy contigo si quieres.- dijo Alfred.

- No Alfred, vamos Laura y yo. Vosotros quedaos aquí y haced lo que hagáis los hombres mientras no estáis con vuestras mujeres.- le contestó Ángela saliendo ya del salón empujando a Laura y Amaia.

- Vale, vale. Que os vaya bien el cotilleo le dijo Alfred sacándole la lengua a Ángela y devolviéndole ella el gesto.

La relación entre los seis era buenísima, tenían una confianza enorme entre ellos, pero Alfred y Ángela tenían una relación muy especial entre ellos, similar a la que Amaia tenía con Marta. Ángela fue la primera que apostó por su relación y los defendió a toda costa y eso para Alfred era importantísimo, la lealtad que tuvo en un primer momento sin siquiera conocerle personalmente. Ella y Marta fueron las precursoras del shippeo. Ángela era como otra hermana. Cuando discutía con Amaia, llamaba a Ángela y le contaba lo que había pasado y ella le aconsejaba y al igual pasaba cuando ella discutía con Diego, alegándole siempre que no entendía a los hombres y que por qué eran tan raros, que al final las sencillas eran las mujeres, mientras que Alfred se reía. Ella, al igual que Amaia y Javier, tenían un desparpajo natural al hablar, y eran de esas personas que te sacaban una sonrisa al escucharles. De no ser porque estaba felizmente casada, tenía dos hijos preciosísimos y estaba felizmente casada con Diego, Amaia estaría hasta celosa de su hermana.

- Bueno, al fin solas hermanita. Qué, cuéntanos qué tal la pedida de mano, cuenta, cuéntanos a tus hermanas.- dijo a Amaia mientras le rodeaba el hombro con el brazo.

- Eso, cuéntanos todo con TODO lujo de detalles, no te dejes nada por el camino. Aunque bueno, algo sabemos de lo que nos contó Alfred que tenía preparado pero queremos saber como fue- le dijo Laura.

- Buah chicas, pues estaba super nervioso. Casi le da un infarto de lo nervioso que estaba. Creí que me iba a dar malas noticias. Pocas veces le he visto así.- dijo Amaia.

- Bueno, pero a ver qué tal fue. ¿Cómo te lo pidió?.- volvió a decir Laura.

- Pues lo normal Lau, el ambiente era precioso, todo blanco, mesa, vino, un colchón con cojines, espectacular.-

- Sí, sí, ¡eso lo sabemos! Chus mandó foto al grupo que tenemos ella, Marta, mamá, Lau y yo.- esperó Ángela.

- ¿Estáis en un grupo sin mí?.-preguntó Amaia exagerando y provocando la risa de las tres chicas.

- Hombre, teníamos que sincronizarnos y estar al día de las noticias del compromiso.- asintió Ángela divertida.

- Ay, ya sabéis que vosotras y Marta seréis mis damas de honor, pero por favor, ya sabéis que no me gusta agobiarme. Así que por favor, os pido que no lo hagáis, que salga de mí organizar. Tenéis el deber de controlar a mamá, os lo suplico. Sé que quiere lo mejor, pero es que vosotras me agobiáis. Como os paséis os destituyo como damas de honor. Vosotras veréis. Laura, tú eres quien pone la cordura entre todos en esta familia por favor, tienes que ayudarme que eres igual que yo.

Soñar contigo.Where stories live. Discover now