CAPÍTULO XIV: SORPRESA DE AMAIA.

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Al día siguiente tenían planeado ir a Covadonga y a la vuelta parar en Llanes. Estarían todo el día fuera e irían de ruta por Covadonga y sus lagos.

La mañana pasó muy rápido, visitaron los lagos de Covadonga, siguieron una ruta que pasaba por una antigua mina habilitada ahora para los turistas y que llegaba a la basílica. Se quedaron maravillados con los paisajes y prometieron volver al menos otra vez en su vida al mismo sitio, promesa que no les iba a costar cumplir puesto que habían acabado maravillados con semejante paisaje y su ambiente.

A media tarde, partieron a Llanes. Recorrieron sus calles y se enamoraron de la arquitectura y sus gentes. Algunos les reconocieron, siendo muy respetuosos y entendiendo que estaban de escapada secreta. No les pidieron fotos, lo único que les pidieron fue explicarles lo que su música significaba para ellos y lo que les hacía sentir. Amaia y Alfred agradecieron dichas palabras y preguntaron por recomendaciones de lugares para visitar. Fueron los propios habitantes los que les recomendaron una playa privada y aislada que al atardecer se quedaba desierta y sus vistas eran dignas de contemplación. Así que, guiado por los consejos de los habitantes de Llanes, pusieron rumbo a última hora de la tarde a la playa de Gulpiyuri. Cuando aparcaron el coche, caminaron por una senda que les llevaba a ese lugar.

- Jamás había visto un lugar tan especial-dijo Amaia boquiabierta.

- Es increíblemente hermosa-aseguró Alfred.

- Titi, sé que adoras tu playa del Prat, pero este es el lugar más bonito y romántico que he visto en mi vida-dijo Amaia.

- Tienes razón cuquita. Mira qué vistas, mira qué atardecer más bonito. Estoy flipando-dijo Alfred.

- Bueno, esta playa no tiene profundidad, no es una playa como tal-dijo Amaia.

-Ya lo sé mi vida, pero es el lugar en general. Me casaba contigo aquí. Este lugar es tan especial y único como tú-dijo Alfred.

- Y como tú cuquito, y como tú-dijo Amaia, pensativa ante las palabras de Alfred.

Terminaron de ver el atardecer antes de partir de nuevo a Ribadesella, donde cenaron y volvieron a casa agotados debido al día tan intenso que tuvieron cayendo en los brazos de Morfeo en cuanto se ducharon.

El martes por la mañana Llegó. Amaia se levantó con muchas ideas rondándole a la cabeza tras las palabras que le dijo Alfred la tarde anterior. Ella era consciente de que no era tan romántica como su prometido, pero decidió ponerle remedio. Por ello, quiso que ese día fuese especial para él y demostrarle lo importante que era para ella.

Se vistió y fue a varios establecimientos a comprar comida para la sorpresa que le tenía preparada a Alfred. A su vuelta, vio un comercio local de ropa en el que vio un vestido del cual se enamoró. Por tanto, entró y lo compró adquiriendo además una camisa a juego para Alfred.

Llegó a casa y comprobó que Alfred seguía dormido, por lo que se puso manos a la obra, hizo el desayuno y puso la mesa. Cuando estuvo todo preparado salió en dirección a la habitación para despertar a Alfred.

- Buenos días cuquito-dijo Amaia dándole besos cariñosamente por toda la cara despertando a Alfred.

Alfred sonrió.

- Buenos días titi, ¡cuántos besitos!-dijo Alfred desperezándose sonriendo.

- Todos los del mundo-dijo ella acercándose a él quedando atrapada entre sus brazos.

- Vamos ruru, que he hecho el desayuno y se enfría-dijo Amaia.

- Titi, ¿Y eso por qué? Te habría ayudado a hacerlo-dijo Alfred.

Soñar contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora