CAPÍTULO XXVIII: NAVIDAD CON SORPRESA.

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El día de navidad llegó a la casa García Romero. Al ser las primeras navidades en su casa nueva, decidieron que se celebraría allí la nochebuena y acudiría toda su familia desde Pamplona y el Prat.

La abuela Javiera se quedaba en casa con ellos debido a la ausencia de espacio en la casa de Javier ya que, Ángela y Diego, se quedaban allí con los niños, y Javiera y Ángel, habían decidido dormir en casa de Txus y Alfredo puesto que en la casa de Alfred y Amaia aún no tenían acondicionadas todas las habitaciones.

- ¡Ay, Javi! Por favor, siéntate y descansa. Déjanos a nosotros preparar la comida.

- No, hijo. Estoy vieja pero no tanto. Además, a mi Amaia le encantan los pimientos rellenos de bacalao que preparo. Tú pon la mesa, ¿vale? -dijo Javiera mientras él salía por la puerta de la cocina.

- Amaia, tú ayúdame a hacer los pimientos rellenos, ¿vale?.

- ¿Puede ayudarte Alfred a cocinar? Estoy un poco enferma.

- ¿Enferma?¿Qué te ocurre?-preguntó Javiera tocándole la frente.

- No es fiebre, abuela. Últimamente estoy mareada y tengo náuseas. Voy a pedir cita con el médico para que me mande un análisis a ver si me hace falta alguna vitamina o algo. Últimamente estoy siempre casada o mareada y tengo náuseas. Debo estar cogiendo un virus estomacal.

- ¿Virus? -preguntó Javiera enarcando una ceja.

- Sí, un virus que además, persiste-dijo Amaia.

En ese momento Javiera sacó el bacalao de la nevera y a Amaia le dio una arcada en cuanto lo vio y lo olió.

- ¡Ay! Dios mío, hija. A ti lo que te va a recetar el médico es ácido fólico.

- ¿Qué?-preguntó Amaia confusa.

- Se te ha pasado por la cabeza que a lo mejor quien está cocinado algo eres tú, ahí dentro-dijo Javiera señalando la barriga de Amaia.

En ese momento Amaia se quedó de piedra tras escuchar la insinuación de su abuela.

- No, abuela, puedo asegurarte que es un simple virus. Mis tetas no están hinchadas y eso es lo primero que notas. Acuérdate de Ángela-dijo Amaia.

- Amaia, ¿de verdad tengo que darte una clase de sexualidad a ti? Lo primero que notas es la ausencia de periodo. Y cada cuerpo de una mujer embarazada es un mundo. Con tu madre me tiré los nueve meses pegada al váter. Sin embargo, con tu tío y con tu tía, no tuve una sola náusea.

- No, abuela, no puede ser-contestó Amaia haciendo cálculos.

- Amaia, ¿cuándo fue la última vez que tuviste el periodo?

- No lo sé. Soy un desastre, ya lo sabes. Cuando me baja, me baja y ya. A veces por estrés, no me baja el periodo. Mi ginecólogo me ha dicho que es normal y que no me preocupe. He tenido la grabación del disco, ahora empiezo la promoción, la organización de la boda, la mudanza, no recuerdo el día exacto de mi último periodo, pero vamos, como mucho fue hace un mes.

- ¡Ay, Amaia! ya sabemos que tu medición del tiempo es caótica. Seguro que no ha pasado un mes.

- Abu, que no, que estás equivocada. Es imposible.

- ¿Imposible? Pero tú, ¿has tenido sexo sin condón?

- ABUELA-gritó Amaia impactada por lo que acababa de preguntarle.

- Oye, que no soy tan vieja, y he tenido hijos. Cuando tú vas, yo ya he vuelto-dijo la abuela provocando la risa en ambas.

- Que no, abuela, que es una chorrada, nunca me ha gustado el olor del pescado. Es solo eso.

Soñar contigo.Where stories live. Discover now