CAPÍTULO XXVII: DÉJAME JUGAR CONTIGO.

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Me veo en la obligación de avisar que este capítulo tiene alto contenido erótico (por si no queréis seguir leyendo).

Tras la vuelta de su despedida de soltero, tuvieron una semana bastante ajetreada debido a la mudanza a su nueva casa. El viernes por la tarde colocaron los últimos objetos.

Felices por haber terminado, se ducharon y se sentaron en el sofá con unas pizzas y una copa de vino para brindar por todo lo que les había sucedido y por lo que estaba por venir. Amaia estaba sentada delante de Alfred recostada sobre su pecho.

- Poco a poco, va saliendo todo bien, titi-le susurró Alfred en el oído mordiéndole el lóbulo de la oreja, provocando en ella un placentero escalofrío.

Amaia se giró, sonrió y le dio un apasionado beso en los labios. Cuando sus lenguas empezaron un pulso para ver cuál ganaría Amaia cortó el beso y miró a Alfred ardiente de deseo.

- Va saliendo todo bien, pero, quiero que esta noche acabe mejor que bien-contestó ella de manera seductora sonriendo.

Decidida, Amaia cogió las copas de vino y las dejó en la mesa. Acto seguido, se quitó el camisón que llevaba quedándose sólo con el tanga de encaje negro puesto y se acercó a él de manera sensual contorneando sus caderas. Esa imagen maravilló a Alfred, el cual atacó sus pechos de manera desesperada cuando Amaia se sentó a horcajadas sobre él. Los succionó, chupó y mordió provocando gemidos en Amaia, quien empezaba a sentir cómo el bulto del pantalón de Alfred aumentaba con los besos que se daban.

- No, titi. Esta noche no-susurró ella dejando por un momento a Alfred atónito- Esta noche, vamos a jugar-terminó por decir sonriendo y provocando en él la misma sonrisa que le había salido a ella segundos antes.

- ¿Qué sugieres? -le susurró él a escasos centímetros de su boca, haciendo que a ella le volviese a dar un escalofrío.

- Que juguemos con los regalitos de las chicas-le contestó mordiéndose su labio inferior.

- Pues vamos a por ellos-dijo él levantándose del sofá con ella en brazos dirección al dormitorio mientras ella le atacaba el cuello.

- Nena, como sigas así no voy a ser capaz de llegar al dormitorio y no voy a poder jugar contigo-confesó Alfred entre jadeos.

Amaia se incorporó y le miró intensamente.

- ¿Nena? -preguntó ella.

Alfred sonrió. Amaia odiaba que la llamase de esa manera salvo en el sexo. En el sexo la ponía a mil que la llamase de esa manera.

- Sí, nena-dijo mientras la acercaba más hacia él.

En ese momento, Amaia, atacó su labio inferior llegando incluso a morderlo provocando un gemido en él para acto seguido, introducir la lengua en su boca y provocar un baile de lenguas que hizo que la temperatura en el dormitorio aumentara.

Tropezaron con la cama quedando Amaia debajo de Alfred, el cual la agarró del muslo atrayéndola más hacia él pudiendo notar ella lo duro que estaba cuando le rozó con su sexo. Amaia enrolló sus piernas para atraerlo y sentirlo más cuando de repente, Alfred paró, se incorporó y sonrió, haciendo que Amaia se quejase por ello.

- No, Amaix, no. ¿Querías jugar? Pues, vamos a jugar-le dijo él sonriendo mientras se acercaba al cajón donde tenían todos los objetos guardados.

- Te propongo un juego yo también Amaix-dijo él mientras sacaba los objetos del cajón.

- Soy toda oídos-contestó ella incorporándose de la cama.

Soñar contigo.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum