CAPÍTULO XXXVI: FELICES LOS CUATRO

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-¿Qué tal la tarde titi? Os he echado de menos -aseguró Alfred cuando Amaia cruzó la puerta de entrada de su casa.

-¡Mal! -contestó ella, poniéndole morritos y cobijándose bajo sus brazos.

-¿Por qué? ¿Qué te pasa, amor? -preguntó él sin dejar de abrazarla.

-El vestido de novia me aprieta, Alfred. En dos meses, por mucha tela que le suelte, no me va a servir.

-Bueno, amor, que todos los problemas sean esos. No estés triste por eso, ya encontraremos una solución, bien otro vestido u otro día. Tú estás guapa con un saco de patatas, Amaix, y por mí, como si nos casamos en chándal, ya lo sabes. Quiero que sea especial para ti y que sea como tú siempre te imaginaste nuestra boda. Yo lo único que necesito para que sea especial es que vayas tú y me digas que quieres pasar el resto de tu vida conmigo.

Amaia sonrió tras las reconfortantes palabras de Alfred, levantó la cabeza, y le dio un beso.

-Gracias por ser tan bueno y por calmar mi angustia, titi -dijo ella, abrazándole fuertemente apoyada en su pecho.

En ese momento, Alfred sentía cómo alguien le abrazaba por detrás. Giró la cabeza y vio a Ángela. En ese momento, estiró el brazo y rodeó a su cuñada con él, quien le abrazó al lado de Amaia.

-Gracias por hacerme tita. Vas a ser el mejor padre del mundo. No sabéis la suerte que van a tener esos bebés con unos padres como vosotros -felicitó Ángela, orgullosa, en voz bajita.

Alfred le dio un beso en la mejilla a su cuñada y los tres se dieron un abrazo colectivo.

-Gracias, cuñi. Suerte van a tener de tener una madrina como tú.

-¿Madrina? ¿En serio? -preguntó Ángela llevándose las manos a la boca con los ojos vidriosos.

-¿Acaso dudabas que lo serías? Si siempre has sido mi ejemplo a seguir. No podría haber elegido mejor -aseguró Amaia.

-¡Gracias! ¡Qué ilusión!

-¿Qué es lo que te hace ilusión? -preguntó Marta, interrumpiendo el momento antes de darle la colleja a Alfred.

-¡Ay! -se quejó él.

-Estabas avisado, te aguantas.

-Aquí ha llegado la otra -sonrió Amaia.

-¿La otra qué? -preguntó Marta, extrañada.

-Pronto lo sabrás -dijo Alfred.

-No me valen tus "pronto", Alfred. Ni los de Amaia tampoco. Dos que duermen en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición y vuestros "pronto", es tarde para el resto de seres humanos -contestó Marta provocando la risa en los otros tres.

-Esta vez, pronto es esta noche, Marti, no te preocupes -aseguró Ángela.

-Espera un momento, ¿tú por qué lo sabes? -preguntó Marta.

-Eso mismo quisiera saber yo -continuó Alfred, que, al estar exultante de felicidad y querer contar la noticia a todo el mundo, se había olvidado del hecho de que su cuñada conocía la noticia.

-Esto... -empezó Ángela.

-Tal y como te he explicado, titi, el vestido me quedaba apretado y cuando mi hermana vino al probador y me vio agobiada, me preguntó lo que pasaba y, con el agobio, pues se lo dije.

-¡Ah, vale!, ya entiendo... -continuó Alfred.

-Yo no -prosiguió Marta.

-Niños, venga, vamos a cenar que la cena ya está en la mesa -interrumpió María Jesús.

Soñar contigo.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin