CAPÍTULO XII. ASTURIAS (PARTE I)

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Llegaron a la casa rural. Era una casita preciosa, en una ladera de la montaña, rodeada de verde y animales.

- Jo Alfred, qué pasada. Gracias.-dijo Amaia.

-La verdad es más bonita que en las fotos titi, estoy sorprendido para bien-dijo Alfred sonriendo.

La casa era espectacular. Tanto por dentro como por fuera. No era una casa grande, era acogedora y decorada con muy buen gusto. Fuera había una piscina y estaba rodeada de césped verde.

- Bueno mi amor, ¿te parece que dejemos las maletas, nos acomodemos, y vayamos al puerto a ver qué tal es? Y ya cenamos allí.

- Vale cuquito. Me parece una gran idea pero aún es pronto. Tengo una idea para hacer antes de irnos-dijo Amaia sonriente.

- ¿En qué estabas pensando?-preguntó Alfred.

Amaia se comenzó a quitar la ropa dejando a Alfred con la boca abierta.

- Pero Amaia, ¿otra vez?-dijo Alfred riéndose.

- Calla tonto, vamos al jacuzzi del baño y vamos a relajarnos-dijo Amaia feliz.

Alfred se quitó la ropa y ambos fueron al baño. Descorcharon una botella de vino que le habían regalado de bienvenida y se metieron en el jacuzzi recostada ella sobre él.

- ¡Ay Alfred! Por favor, en nuestra futura casa yo quiero un jacuzzi. ¡Que agustito se está!-dijo Amaia.

- La verdad es que sí titi, se está francamente bien, y te relajas un montón. De hecho yo me estoy quedando dormido de lo bien que estoy aquí contigo entre mis brazos-aseguró Alfred acariciando el pecho de Amaia.

- Alfred para, después dices que si otra vez. Eres tú el que me provoca y me pone cachonda-dijo Amaia intentando quitar las manos de Alfred de sus pechos siendo imposible.

- Yo no he dicho que no quiera otra vez ni que no me guste-dijo Alfred mientras bajaba la mano hasta la zona íntima de Amaia.

- Madre mía Alfred- dijo Amaia mordiéndose el labio y emitiendo un leve gemido cuando Alfred llegó a su zona íntima.

- ¿Qué pasa titi?¿Te ha comido la lengua el gato?-le susurró él en el oído.

Amaia negó con la cabeza.

- ¿quieres que pare?-le preguntó Alfred.

Amaia volvió a negar con la cabeza. En ese momento, Alfred introdujo dos dedos dentro de ella provocando que ella emitiese un fuerte gemido. Alfred seguía introduciendo los dedos y cada vez iba más rápido.

- ¿qué pasa si paro ahora?-le susurró de nuevo a Amaia en el oído.

- Que puedo matarte y esta noche duermes en el sofá.-dijo Amaia de manera entrecortada.

Alfred sonrió y siguió haciendo su trabajo hasta que Amaia llegó al clímax y quedó exhausta.

- Gracias cuquito-dijo Amaia cuando recuperó la compostura.

- No hay de qué. Me gusta tenerte contenta y completa.-dijo Alfred.

- Desde luego que me tienes cariño-volvió a decir Amaia mientras se daba la vuelta y le daba un largo beso a Alfred.

- Oye Alfred.-dijo Amaia

- ¿Qué pasa?-preguntó él.

- ¿No te parece que estamos como muy necesitados de sexo?-preguntó Amaia. No me malinterpretes. Me encanta. Pero es por eso, estamos todo el día enganchados el uno al otro. Rara vez es el día que no acabamos haciendo el amor, aunque bueno, con la semana de cansancio que hemos tenido sólo lo hemos hecho tres veces. No obstante, ¿es normal que estemos así, que cada vez que te vea tenga ganas de llevarte a la cama y me hagas el amor?-preguntó Amaia.

Soñar contigo.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz