CAPÍTULO XXXI: SOLO SENTÍ DENTRO DARDOS.

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Hola a todxs. 

Aquí tenéis el nuevo capítulo. Como recompensa por haber incumplido mi palabra (dije que publicaría el domingo y estamos a martes), tenéis un capítulo bastante extenso de 4000 palabras que es el doble de uno de los que normalmente publico. No sabía cómo cortarlo por la mitad y no quería dejaros con el sufrimiento, especialmente a mi Whxisme, que la quiero un montón aunque no se lo crea...

Espero que os guste... y que me digáis vuestras impresiones y teorías, por favor. Me río mucho con ellas (en el buen sentido) y creáis o no, me ayudáis un montón.

Este capítulo va por todos vosotros, que me leéis y comentáis. Y que me quisisteis matar por el capítulo anterior.... jajajaja. Ya me contaréis vuestras impresiones de este. ¡Gracias por el apoyo!

¡Un abrazo!

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Punto de vista de Alfred.

Nada más salir por la puerta, Alfred empezó a llorar desconsoladamente. Notaba cómo le costaba respirar y se le oprimía y ardía el pecho. Tenía que intentar calmarse porque si no, esa noche iba a resultar más fatídica de lo que ya lo había sido. No llevaba con él sus pastillas, y no iba a dar vuelta atrás y entrar en casa después de la pelea que había tenido con Amaia. Necesitaban desconectar, estar alejados el uno del otro un par de horas. Volvería a casa cuando ambos estuviesen más relajados para hablar tranquilamente sobre lo que había pasado esa noche o, al menos, eso pensaba él.

Inspiró profundamente mientras que su mente le transportaba a media hora antes, cuando Amaia le dijo que era un estorbo para su carrera.

- Tranquilo Alfred. No pienses en eso que vas a ponerte peor. Ella no lo decía en serio. Pero, ¿y si lo piensa de verdad? No, no, pienses en eso, piensa en cosas bonitas. Piensa algún momento bonito-se decía a sí mismo mentalmente para tranquilizarse.

Cerró los ojos y le vino a la cabeza la noche de los votos en Asturias. Qué guapa estaba ella esa noche. Bueno, esa noche y siempre. Sonrió. Sonrió recordando cómo se lo había currado esa noche Amaia, cómo organizó su pequeña boda secreta sin que él se enterase y las cosas tan bonitas que se habían prometido el uno al otro. Esas promesas que eran para toda la vida, al menos, por parte de él. Recordó también la noche en la que le pidió matrimonio y lo nervioso que estaba. Las lágrimas de los dos recorriendo sus mejillas de la emoción tras el sí de ella, la fogosidad de esa noche y de otras tantas; la ilusión de toda familia y amigos al enterarse del compromiso.

Poco a poco, y al recordar esos momentos, fue tranquilizándose hasta que la ansiedad desapareció dejándole como secuela un dolor en el pecho que, con el paso de las horas, desaparecería.

Más calmado, pensó en lo que había pasado esa noche. Entendía que la presión a veces, jugaba malas pasadas y que en caliente, se podían decir cosas sin pensar y sobre todo, sin sentir lo que verdaderamente se estaba diciendo llegando a provocar un daño inmenso al receptor del mensaje.

Intentaba aclararse y quitarle importancia al asunto pero el corazón se resquebrajaba al pensar en la pelea con Amaia. Él no pensaba en ningún momento que fuese un estorbo para ella, ni que ella se avergonzase de él. No obstante, Amaia se lo había gritado. ¿Realmente ella se sentía así respecto a él y su relación? ¿Y si lo que había dicho enfadada era algo que realmente sentía?

Punto de vista de Amaia.

Estaba petrificada intentando asimilar lo que acababa de pasar. Se había ido. Se había ido enfadado y con razón. Recordar sus ojos vidriosos dolidos era una imagen que jamás olvidaría. Eran como un puñal que le atravesaba el corazón y expandía el dolor por todo el cuerpo. Le dolía la garganta, tenía un nudo que acumulaba rabia. Rabia por haber dicho cosas que no sentía y que le habían hecho daño a él, justo la persona con la que menos debía pagar su frustración, la persona más buena que había conocido en su vida y que la quería como nunca nadie lo había hecho, su Alfred. Entendía que no quisiese volver a verla después de las barbaridades que le había dicho. ¿Le habría dejado?¿para siempre?-se preguntó ella.

Soñar contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora