CAPÍTULO IX: MARTAIA.

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La semana pasó de manera rápida. Ambos estaban teniendo una semana cargada de trabajo. Sus nuevos trabajos discográficos estaban a punto de salir al mercado y ambos eran muy meticulosos. Tal y como acordaron, antes de las siete de la tarde estaban fuera pero, estaban tan cansados que al llegar a casa se duchaban, cenaban y se dormían a mitad de la peli que pusiesen.

Antes de que se diesen cuenta, el viernes llegó. Amaia seguía concentrada grabando en la discográfica cuando Alfred apareció en el estudio y se le iluminó la cara. Cuando terminó de grabar la canción hizo una pausa de 5 minutos.

- Alfred, ¿pero qué haces aquí?-dijo Amaia acercándose a él y buscando un abrazo.

- Pues que hoy he terminado antes y como apenas hemos tenido tiempo para nosotros esta semana, he venido a hacerte compañía y a darte apoyo moral.

- Oh, que mono-dijo Amaia mientras le apretaba los mofletes a Alfred y depositaba un beso dulce en su boca- bueno, me faltan por grabar dos canciones. Espérame y comemos juntos.

- Vale cuquita.

Tras grabar las dos canciones, ambos se dirigían de camino a Can Pizza, en el Prat ya que iban a visitar a los padres de Alfred, aprovechaban y se comían su pizza de cuatro quesos favorita.

- ¡Qué semana de locura!-dijo Amaia

- Pues sí titi, pero bueno, ya está aquí el fin de semana y la semana que viene la tenemos despejada y podremos pasar más tiempo juntos.

- ¡Ay, sí! La verdad es que me apetece sentarme contigo y ponernos a organizar cosas, la boda y la búsqueda de casa. No sé cual de las dos cosas me emociona más-dijo Amaia con un brillo en los ojos.

- Ay por dios, mi cuquita, cuanto te quiero-dijo Alfred abrazándola fuertemente depositándole un beso en la sien.

- Y yo también Alfred, pero en este momento quiero más a la pizza que nos están preparando. Tengo mucha hambre-dijo Amaia desesperada por el hambre.

Alfred se levantó un poco de la mesa, se acercó a su oído y le susurró: -Yo tengo mucha hambre de ti- depositando divertido un beso en su mejilla.

- Alfred por favor, ya eh. No juegues conmigo, que con la comida no se juega contestó Amaia divertida sacándole la lengua provocando una sonora carcajada.

-Vale, vale. Ya paro pero que sepas que no estoy jugando contigo es tan real como la vida misma. Ahora mismo te pegaría un bocadito-dijo Alfred pegándole un mosdisquito en el hombro e incorporándose a la mesa ya que se acercaba el camarero con sus dos pizzas.

Comieron entre risas y se dirigieron a casa de Alfredo y Maria Jesús. Allí estuvieron un rato hablando de la semana de locura que llevaban y que no habían tenido tiempo ni para ellos mismos.

- ¿Por qué no os vais a algún sitio a desconectar? Lleváis desde septiembre que no paráis de trabajar los dos de lunes a lunes. Acabó la gira y os encerrasteis en el estudio a componer, grabar, maquetar, arreglar y todas esas palabrejas que usáis los músicos-dijo Maria Jesús.

- Es cierto que lleváis un ritmo alto de trabajo. ¿Cuántas veces os hemos visto desde que acabó el verano? ¿Se pueden contar con una mano?¿quizá con dos?-aseguró Alfredo.

- Hemos visto más a tus padres que a ti Amaia-afirmó Xus.

- Tenéis razón. Debemos bajar un poco el ritmo. Cuquita, ¿Por qué no hacemos una escapada la semana que viene? Podemos ir a Pamplona y luego irnos a algún sitio en la montaña perdidos, o al revés.

Soñar contigo.Where stories live. Discover now