Capítulo 9

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Diego

¡Me voy a volver loco! He intentado acercarme a Elena pero es imposible, en la escuela me ignora, no contesta mis mensajes y he notado que cuando me encuentro con Mariana nos ignora, camina en dirección contraria a la que nos econtramos. Y hoy cuando volvio a casa me le acerque y solo me miro pero no me dirigió palabra alguna. Me mata no saber el por que está de ésta manera, cada vez me pregunto si a caso hice algo mal, sí es que lo ofendi pero nada, ¡Maldición! Nada me llega a la puta cabeza. Todo esto es tan frustrante que ya no sé que más hacer.

Me encuentro en mi cuarto pensando en qué podría hacer para de una vez por todas hablar con ésta chica. Pasan los minutos a lo que se me ocurre una idea, es algo arriesgada pero nada me detendrá, tarde o temprano tendrá que hablar conmigo.

Salgo de mi casa rumbo a la de Elena, ya en frente rodeo la misma iniciando por mi derecha. Diviso una ventana a lo que asomo la cabeza para verificar si es el cuarto de Elena pero ¡Santo Dios! Es el de sus padres, quedaré traumado por el resto de mis días. Me alejo de allí y voy donde se encuentra el siguiente ventanal y tampoco es su cuarto, es el de su hermanita. Giro a la izquierda, pues he llegado la final de la estructura de la casa y allí está. Aún está despierta. Se encuentra con sus auriculares puestos mientras lee un libro.

Coloco mis manos en el ventanal, pues las ventas están abiertas, un pequeño impulso y ¡listo! Ya estoy dentro del cuarto. - Deberías cerrar las ventanas si estarás distraída, cualquiera puede entrar por ahí - es gracioso ver como salta de la cama del susto. -¿Qué haces aquí? - me acerco cauteloso -ésta es la única manera que encontré para poder hablar contigo ¿por qué te la pasas evitándome? ¿Qué hice mal? ¿Acaso dije algo que no debí?- ella se encuentra a unos metros de mi totalmente sorprendida ante mis palabras, doy unos pasos más hacia adelante con la esperanza de que se quede allí, en el mismo lugar donde se encuentra - hablame, dime que pasa. Toda ésta situación me está volviendo loco Elena - me mira fijo mientras analiza las palabras correctas que saldrán de su boca. Diría algo, pero no lo hizo, más sin embargo sus ojos se cristalizaron, su labio empezó a temblar y su piel a palidecer. ¡Maldición! No vine hasta aquí para verla llorar, solo quiero solucionar las cosas entre nosotros. Agacho la cabeza sin saber que hacer o decir. -creo que volveré a casa- doy media vuelta y doy varios pasos. - un tornado destruyendo todo a su paso está alojado en mi cabeza...- giro sorprendido, aún recuerda aquella frase. - ...y no quiere salir de allí- continuo aquella frase que conozco como la palma de mi mano -pero mientras estemos juntos no hay tormenta tan fuerte, ni abismo tan grande del que no podamos salir- concluimos ambos la frase con los ojos cristalizados. Ella recuerda la frase. Nuestra frase, aquella que surgió aquel día de la tormenta cuando me encontraba en ésta misma casa mientras estabamos abrazados en el suelo del miedo y recuerdo le dije que todo estaba en su cabeza, que nada de aquellos estaba pasando realmente a lo que nos abrazamos más fuerte. De sus pequeños labios salieron las mismas palabras que acaban de salir por su boca mientras yo le repetía una y otra vez que estabamos juntos en esto, que no la dejaría.

-Aún recuerdas la frase- digo aún en estado de shock. -Esa frase me ha ayudado a librar una y mil batallas Diego, es la que me ha dado fuerzas para seguir adelante- eso me sorprende aún más puesto que pensaba que solo a mi me había ayudado. ¡Wow! ¡Esto es genial! Elena se aclara la garganta haciendo que vuelva en mi -entonces ¿qué te trae por aquí? - me divierte ver lo despistada que es, pues ya le he dicho para que he venido a lo que me limito a preguntar el por que del cambio

- Diego yo...- dice al borde del llanto otra vez, a lo que me apresuro a tomar su rostro para calmarla. Estamos tan jodidamente cerca que nuestras respiraciones chocan. Nos quedamos mirando un buen tiempo sin que ninguno de los dos se mueva, es como si ambos quisiéramos lo que con un pequeños movimiento puede pasar. - Tu tranquila Elena, juntos podemos con la más grande tormenta- hablo con el corazón en las manos y los sentimientos a flor de piel. - Diego yo... Yo no puedo contarte- se que se refiere a la razón por la que llegué a su casa a éstas horas de la madrugada. Mi mente está en otro lugar, como en otra dimensión, nos encontramos en la misma posición. Acerco más mis rostro al suyo provocando un roce entre nuestros labios. -Diego esto no está bien- susurra con los ojos cerrados esperando alguna acción o palabra. -Elena, mi pequeña- preciono ligeramente mis labios con los de ella, al principio duda, muevo mis labios ¡eso es! Ella me recibe gustosa moviendo sus labios al compás de los míos. Es un momento mágico. Damos pequeños pasos sin dejar de besarnos llegando al borde de la cama. Ella cae de espaladas y yo encima de ella. Hemos aumentado el ritmo haciendo éste encuentro cada vez más placentero. ¡Joder, ésta chica me vuelve loco en todas las maneras posibles! Reparto besos desde su barbilla hasta su cuello, volviendo nueva vez a la exquisitez de sus labios.

Lentamente nos vamos apartando uno del otro. Su mirada lujuriosa, sus labios hinchados y esa sonrisa en sus labios me dan a entender que ella quería esto tanto como yo. Nos quedamos alli mirandonos directo a los ojos, se ve tan hermosa. - Creo que ya es tiempo de que te vayas- no es hasta que habla que caigo en cuenta que estamos en su cama en aquella posición tan comprometedora. Me levanto a regaña dientes caminando hasta el ventanal y volver a casa.

Buenas, espero hayan disfrutado este capítulo. A mi particularmente me encanto

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