Capítulo 16

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Elena

Me encuentro en el hogar de Luis, después de aquel beso me invito a pasar. Es un lugar bastante acogedor, un ambiente limpio que te roba más de una mirada y miles de suspiros de tan solo poner un pie dentro de éste lugar.

Es simplemente magnífico.

Estoy sentada en el sillón para dos personas que se encuentra en su sala de estar, esperando a Luis se cambie de ropa. Dijo que quería estar más cómodo.

-preciosa ¿quieres algo de comer o de tomar?- volteo en dirección de donde proviene su voz y veo como pasa su camiseta por su cabeza hasta que ésta quede en su lugar, llevando puesto un pantalón deportivo por encima de las rodillas. Quedo anonadada por aquella visión que, aunque pocos segundos duró, me dejó impresionada. Hecho un vistazo al chico que se encuentra de pie frente a mi a la espera de una respuesta. Pero sólo logro pensar en su abdomen marcado, sus brazos bien definidos, esas piernas de atleta y esa cabellera negra que posee por los hombros. Éste chico es un Dios hecho persona! Muerdo mi labio inferior con deseo, y no es hasta que siento la presión ejercida, que caigo en cuenta de lo que estoy haciendo.

-¿Quieres que te preste una servilleta preciosa? Porque a como vas tendre que limpiar tus fluidos bucales - dice Luis tomando asiento justo a mi lado. Siento mi cara arder, y puedo jurar que estoy mas roja que un tomate. - Lo.. Lo siento Luis- digo cabizbaja avergonzada por no poder contrarlas las hormonas. -Tranquila preciosa rojiza.- clava su mirada en la mía, y me es imposible apartarla, posee una mirada tan hipnótica, tan profunda, tan poseedora de aquello que desea pero a la vez tan risueña, tan simple, tan llena lujuria, pasión y amor. -Me gustas tanto preciosa- dice tomando mi barbilla con su mano derecha. -Tanto que ni te imaginas- tomando esta vez mi rostro con ambas manos sin apartar su vista de mis ojos. Acorta la poca distancia entre nosotros, apegándose más a mi cuerpo.

Traza un camino con su mano izquierda, desde mi mejilla hasta mi cintura, tan sutil que mi piel se estremece ante tal tacto. Cierro mis ojos para poder disfrutar de aquella sensación tan placentera.-Preciosa... - susurra con su frente pegada a la mía y sus labios rozando los míos.

-¿Cuándo dejarás de llamarme preciosa, Luis?- contraataco.

-El día en que dejes de serlo- y ésta vez acorta la distancia entre nuestros labios, repitiendo toda la magia que nos abordó en el pasillo. Las mismas sensaciones me embargan y creo que hasta me gustan sus labios estampados contra los míos. Toma mis caderas con ambas manos mientras lentamente se recuesta en el sofá, yo quedando encima de él. Ese beso se vuelve cada vez más intenso, más feroz, más hambriento. Es como si necesitaramos ésto tanto como respirar. Nos apartamos escasos segundos para tomar aire y sus manos ¡Dios sus manos! Esparcen caricias a través de toda mi columna vertebral.

Toma entre sus manos el borde de mi blusa, levantándose y quedado sentado, a lo que yo quedo a horcajadas sobre él. Poco a poco levanta la blusa hasta sacarla por completo, dejando a la vista mi vientre y mi sosten color negro como aquella prenda que acaba de sacar.

-Dios preciosa- gruñe en medio de jadeos por parte de ambos. Sus labios se dirigen a mi abdomen, depositando suaves besos en aquella parte, mientras yo le saco la camiseta que hace poco coloco para cubrir su tan perfecto cuerpo. Cierro mis ojos para disfrutar aún más cada acción realizada.- Me encantas Diego.

El chico debajo de mí se detiene abruptamente, mirándome como sí hubiese visto un fantasma. Con esa pizca de desilusión, amargura y confusión. -¿Disculpa? - dice notablemente ofendido y lleno de confusión.-Yo eh, lo siento - me levanto y salgo corriendo de allí, con las mejillas rojas por la vergüenza.

¡¿Que carajos hice?! Debo sacarme éste chico de la cabeza. Salgo al bar y todas las miradas estan fijas en mí. Es como si todos supieran lo que acaba de pasar.

-Mamasita, muestrame más - escucho alguien grita a lo lejos, y es cuando caigo en cuenta que he salido sin mi blusa, mostrando mi sostén. ¡Oh Dios! Ésto sí que es vergonzoso. Corro al pasillo nueva vez, evitando las miradas de todas aquellas personas, rogando porque nadie me reconozca.

Luis se encuentra al final del pasillo con mi blusa en sus manos. Me acerco lentamente y el extiende su mano para devolverme la prendar, sin mediar palabras. Asiento en forma de agradecimiento Pasando la prenda por mi cabeza hasta que ésta quede en su lugar.

Me coloco en el suelo, recostando mi espalda y cabeza en la pared; y con mis manos tomo las rodillas ya flexionadas bajo la atenta mirada de aquel chico de pie a escasa distancia de mí.

Solo estoy allí sin mirar un punto fijo. Buscando la manera de remediar lo que pasó o aquellas palabras que encajen y puedan curar el mal momento que no quiero ni recordar.

Luis me imita, colocandose cerca pero tan lejos a la vez. Giro mi cabeza para mirarlo, y es como si su cabeza fuera un caos en estos momentos. Un semblante triste se hace presente en su rostro.

-Preciosa, yo...- dice frustado pasando sus manos por su cabeza. -Yo la verdad no se que decir - dice ésta vez con la cabeza baja. Y yo, yo simplemente no puedo mirarlo, volteo la cabeza hacia el otro lado, evitando ver su cuerpo postrado a mí lado, evitar sentir su dolor con solo analizarlo con la mirada, evitar que se me estruje el corazón al saber que está así por mi culpa. -No tienes que decir nada- me levanto del suelo para salir de allí e irme a casa. Coloco ambas manos en la puerta, dandole la espalda. -Lamento lo que pasó, no volverá a pasar- la voz se me quiebra y mi vista se nubla. Abro la puerta y al fin salgo de allí, sin mirar atrás y tratar de sacar de mi mente lo que acaba de pasar.

Mariana

Llego al frente de mi casa, y justo en la puerta principal se encuentran mis padres. Juraría que el miedo que siento en éstos momentos es más grande del que sentí en el camino a casa. Sus semblantes serios, sus ojos inyectando furia y sus puños cerrados. Mi mente ya se ha preparado para lo peor.

Doy pasos torpes y lentos, pues no quiero llegar hasta donde mis padres se encuentran.

-No tenemos toda la jodida noche chiquilla ¡apresurate!

Esa voz, esa voz que toda mi vida me ha atormentando. Tan fuerte e imponente, que difícilmente se le podría negar algo.

Tengo algunos de sus rasgos, pero soy más parecida a mamá o a la que se hace llamar mi madre. Mis padres, ambos son de cabello rubio, piel blanca, pero la piel de mi padre más oscura que la de mi madre y mi padre tiene unos ojos color café. Y yo, definitivamente, tengo el mismo azul que mi madre.

Llego a la puerta principal, justo en frente de mis padres. -¿Dónde estabas metida?- ésta vez es mamá quien toma la palabra. -Mamá yo..yo..- No puedo contarles de mi lugar secreto, no de aquel lugar donde todo es paz y alegría. -¿Tu qué mocosa?- Cada vez que me llama de esa manera duele como si todos los huesos de mi cuerpo se rompieran al mismo tiempo. Así me llama la mayoría de las veces que se refiere a mí.

-Mami no puedo decirte - digo con la voz temblorosa, temiendo lo que pueda pasar.

Siento un fuerte dolor en la mejilla y mi cuerpo caer al suelo por la presión ejercida. Siento mi mejilla izquierda palpitar de dolor y las lágrimas empiezan a caer una por una hasta convertirse en mar de éstas. Me quedo allí tirada, no tengo el valor suficiente para levantar la cabeza y mirar a mis progenitores.

Mi padre se acerca a mi colocandose a mi altura.

-¿Dónde estabas Mariana? - lo miro, luego miro a la mujer que se encuentra de pie observando cada acción, atenta a las palabras que saldrán por mi boca. -¿Pa..Pa.. Papá puedo en..en..entrar a la casa?- digo en entre llantos.

-Está noche te quedarás fuera - dicho esto se levanta, se adentra en la casa junto a mamá, puedo escuchar como son colocados los seguros de la misma. Definitivamente han cerrado con llave.

Mi mundo se viene abajo, no se que haré, y mucho menos donde pasaré la noche. No tengo a nadie, estoy sola en éste mundo.

Luego de varios minutos u horas, no lo se, unas manos me toman de los brazos, impulsando a levantarme. -Ven, vamos de aquí - es lo único que dice, no reconozco esa voz, y es solo porque no le prestes atención. Me levanto y corro de allí junto a aquel hombre. Cualquier lugar es mejor que estar en aquel lugar.



Espero hayan disfrutado!
❤❤❤

Adelantada al tiempo Where stories live. Discover now