Capítulo 32

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Elena

Mariana me saca de mi transe mental, con una sonrisa que hace tiempo no veía en su rostros, cuestionandome nueva vez el motivo de mi visita. Repondiendo que vine por respuesta, que quería saber como se encontraba y que aceptabas sus disculpas.

—Elena, primero, gracias por aceptar mis disculpas. Reconozco que no fue muy lindo de mi parte y que no debí... — su voz se quiebra y sus ojos se llenan de lágrimas. La abrazo, lo hago tan fuerte para que sienta que todo esta está bien.

—Mariana, tranquila, entiendo que estabas pasando un mal momento y bueno, yo también lo estaba pasando y la verdad fue muy jodido que solo pensarás en ti en ese momento. Pero ya paso, todo está bien. Sabes que siempre estaré. Cada palabra que dije, también las dije en un momento de desesperación y bueno ya. Todo bien preciosa.

—Eres la mejor ¿lo sabías?

—Bueno, bueno ya, cuenta ¿qué ha pasado? Te ves genial.

—Gracias, pues aquel día que vi a Luis llegar contigo en brazos y que el me enfrentará respecto a lo qur había hecho pues me hizo entrar en razón Elena. Entendí que había dañado a la única persona que no me había dado la espalda y que debía cambiar si quería recuperarte nueva vez. Y me fui, deje la carta porque no tenía el valor de enfrentarte, me daba vergüenza el verte a la cara y saberte mal por mi culpa. Salí temprano en la mañana, no sabía donde ir. Así que pensé que quizás mis padres me querrían en casa. Al principio me equivoqué, fueron semanas dificiles. Escondía mis heridas para que no las notarán. Me golpeaban hasta que una vez mi padre me tomo fuerte de las muñecas lastimando mi herida que aún no sanaba del todo y ésta sangraba mucho. Me desmaye y me llevaron al hospital. Me recomendaron tomar terapia familiar junto a mis padre y así lo hicimos. Nuestra relación padres-hija mejoro bastante. Aprendimos a vivir con nuestras diferencias, hicimos cambios y por el momento las cosas van de maravilla.

—Wow Mariana, estoy impresionada, la verdad no sé que decirte. Te felicito. No sabes cuanto me alegra que ya esté todo bajo control.

—Si, gracias bonita ¿y tu cómo has estado?

—¿Yo? Pues la verdad trabajo con Luis en el bar y compartimos su departamento y los gastos del mismo.

—Oh, vaya ¿y son pareja?

La pregunta me toma desprevenida, no esperaba que ella preguntará tal cosa. Aunque si me gustaría, no podemos. El es un gran chico y no merece un amor a medias.

—¿Qué? No, nuestra relación es profesional-amistosa, nada que ver con romanticismo y esas cosas. Bueno Marina, tengo una última visita el día de hoy y debo irme ya.

—No Elena, pero prácticamente acabas de llegar, no te vayas.

—Lo se preciosa, pero es un asunto que debo resolver.

—Oye, ¿y si pasas la noche aquí?

—No lo sé Mariana, más adelante te aviso ¿si?

—Está bien bonita, cuidate y espero tu respuesta.

Me levanto del sofá, donde nos enconrabamos, y la abrazo, la brazo fuerte, como hace tiempo no lo hacía. Admito que ya extrañaba esto, ya la extrañaba a ella. Pero bueno. Tomo mis cosas y salgo allí. No sin antes prometerle que le dejaré saber mi respuesta repecto a su propuesta. Ya lista salgo, despidiéndome de ella y sus padres, quienes se encuentran en la puerta de su hogar agitando las manos de un lado a otro a modo de despedida. Algo típico de películas.

Camino las mismas cuatri cuadras en dirección opuesta a la que lo hice anteriormente, para ir a casa de Diego. Estoy nerviosa. No sé como reaccionará el al verme.

Mi última parada y aquí estoy. Toco la puerta y para mi fortuna el es quien abre. Sus ojos indican total sorpresa y puedo ver como intenta hablar pero nada sale por sus labios. Luego de unos minutos me invita a pasar tomando asiento en el sofá en medio de la sala de estar.

—¿Qué haces aquí?

—Pues, Diego. Vine a aclarar las cosas contigo.

—¿A qué te refieres exactamente Elena?

—A nosotros.

—A ver, te escucho

—Pues bueno.— tomo una gran bocada de aire y prosigo.— Diego, yo entiendo que nuestro reencuentro fue algo intenso y que hemos vivido momentos un tanto fuera de lugar, pero me siento en la obligación de forjar una relacion relación meramente amistosa, sí es que así lo deseas, de lo contrario me alejaré.

—Pero ¿por qué?

—¿A caso eres estúpido? Eres el chico de mi mejor amiga. Ella es tu novia, o al menos eso creo. Y es tu deber serle fiel y si no lo eres, pues no seré partícipe de un acto tan atros que pueda dañar a mi amiga.

—Elena, yo, entiendo tu punto de vista. Yo amo a Mariana, desde el primer día me hechizó pero no quiere verme. He intentado buscarla, saber de ella, pero no he podido. Y ya sabes como somos los hombres. No sabemos estar solos. Tenemos la creencia de que si alguien no quiere estar con nosotros no podemos esperar mucho tiempo para tener a alguien más. He intentado esto, pero por mi mente solo pasa ella. Pero te miro a ti y no se Elena, eres importante para mi pero...

—Pero no es a mi a quien amas. Eso lo entiendo y es por ello que estoy aquí. Para que dejes de confundirte y te centres en quien verdaderamente es importante para ti.

—Elena eso no...

—Está bien Diego, ya debo irme. Adiós.

Salgo de allí sin mirar atrás, si lo hago podría arrepentirme y no. He dejado el paso libre al chico que en verdad amo. Hice lo mejor. Ellos merecen estar juntos, su amor es mutuo. Camino rumbo a casa de Mariana otra vez. Mi mente viaja por mundos diferentes, llenos de nostalgia y alegría al mismo tiempo al saber que hice ll correcto. No he podido parar de llorar. Al llegar Mariana abre la puerta y me dispongo a  ir a su cuarto y recostarme. Ella se acuesta a mi lado sin decir nada y agradezco que así sea. No tengo deseos de hablar de lo sucedido en éste momento. Ya habra tiempo para contar. Pero ésta noche solo quiero descansar.


Hooooolaaaa
Ya 😊

Espero hayan disfrutado el mini maratón 😊

😘❤️

Adelantada al tiempo Where stories live. Discover now