Capítulo 23

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Elena

Es miércoles, y he decido saltarme las clases del día de hoy para pasar el día junto a Mariana.

Nos encontramos en nuestro cuarto sentadas una delante de la otra encima de la cama. La mirada de Mariana está perdida, no ha levantado la cabeza desde que volvimos del hospital ésta madrugada. He intentado acercarme a ella, pero me esquivaba, esquiva a mi familia. Esperé el momento en que estuviera en el cuarto para poder hablar con ella.

—¿Qué es lo que pasa preciosa?— pregunto con cautela, pues no quiero sonar apresurada, ni muy preocupada por su estado.

—Elena yo...— es todo lo que alcanza a decir antes de que su voz se quiebre negando reiteradas veces. Por impulso, la envuelvo en mis brazos. Ya no soy esa amiga fuerte que ella necesita, me he vuelto una persona frágil, cada día más sentimental. Pero por ella levanto el rostro y sigo adelante. No sabe el dolor que me causa saberla de ésta manera, sin poder siquiera saber el porque ha hecho ésto. Entiendo la situación con sus padres, pero le hice saber que no estaba sola, que mi familia estaría allí para ella, especialmente yo.

—Mariana mira, yo trato de ayudarte y entenderte, pero para eso debes poner un poquito de tu parte. No quiero precionarte bonita, sólo quiero encontrar una manera para que estés mejor.

—¿Entenderme? ¿Éso es lo qué quieres?. Wow, en serio eso es lo que quiere ésta niña.— Mariana suelta una risa sin gracia mientras gira su cabeza a la izquierda en modo de indignación. Al parecer en vez de ayudarla la he lastimado aún más. ¿Qué clase de amiga soy? La he presionado, pero no es lo que yo quería.—¿Cómo crees tu que puedes siquiera entenderme Elena? ¿Acaso crees que una niña que lleva una vida perfecta como tu puede hacerlo? Tu no puedes ayudarme, nadie puede. Ésta es mi puta realidad.

¿Quién es ésta chica? Habia visto a Mariana segada por el dolor, pero ésto, ésto ya es otro nivel. Puedes ver su dolor a simple vista, como trata de contener las lágrimas, de ocultar su nerviosismo y el temor en su mirada de quedarse sola. Ella sólo trata de ser fuerte, lo sé. Sé que quiere parecer esa chica ruda que todo le pasa desapercibido, pero que en realidad le da importancia a cada detalle, por mínimo que sea.

—Mariana yo voy a...— me corta, no logro terminar aquella frase que rondaba en mi cabeza. Ya me está molestando el hecho de que haga ésto, pero debo ser paciente.

—Tu tienes una jodida familia que te ama tal cual eres. Que no quiere cambiarte a su gusto, que acepta que te equívocas, no te maltratan Elena. Tienes una familia que te permite ser tu, sin ataduras ni restricciones. En la que puedes dar tu opinión y tu punto de vista es tomado en cuenta ¡JODER! Tienes una familia que al menos te dice que te ama, que ésta allí contigo cuando tu mundo se viene abajo, que se sienten orgullosos de tenerte y no te miran como el error que llegó a ésta casa y ya hay que encargarse de el. ¡Maldita sea! Tu vida es perfecta. Yo, yo nisiquiera sé que hago en éste planeta, solo he venido a sufrir. A no querer siquiera desear otra vida. ¿Y sabes que es lo peor de todo? Que me fui y sé que ni me han buscado, así de poco le importo a mis padres. Y se supone que la familia es quien debe apoyarte y estar en primer lugar en cada paso, cada logro en tu vida.

Estoy totalmente sin palabras, no sabía que la familia de mi mejor amiga era así. No sabía en el infierno que ha estado viviendo toda su vida.

—Ven aca pequeña— se acomoda recagando su cabeza sobre mis piernas, cubriendo su rostro con ambas manos. —Lo siento mucho pequeña, no sabía que, bueno, que te trataban de esa manera, te prometo que jamás me iré, que siempre estaré aquí para ti ¿si?.

—Elena, no se que diablos he hecho mal, no se que porque merezco tanto dolor, mi familia es mi vida, las personas a quienes más amo, por quienes daría mi vida sin pensarlo dos veces. Elena, en verdad no se ¡joder! Solo quiero... — y allí, parte en llanto, no pudo contenerlo más tiempo.

—Tranquila bonita, aquí estoy contigo. Sabes que te amo y estaré apoyandote en todo lo que necesites.

Levanta su cabeza y me mira directo a los ojos con un destello de esperanza en los suyos. —¿acabas de decir que me amas? ¿En serio me amas?— mi mente viaja unos segundos atrás, preguntandome el si en verdad dije que la amaba. Yo si amo a ésta chica, pero no recuerdo haberselo dicho antes, no hablo exactamente de éste momento. —Claro que te amo preciosa, ahora ven, vuelve a recostarte— me acuesto, colocandola sobre mi pecho, brindándole seguridad, tratando de transmitir aquel amor que tanto ella necesita.  Ella envuelve sus brazos alrededor de mi cintura, y allí, con los míos alrededor de sus hombros. Fundidas en aquel abrazo escucho su respiración ligera, siento su pecho subir y bajar con lentitud y el silencio emanando en el cuarto. Se ha quedado dormida.

—Prometo que jamás me iré de tu lado pequeña — planto un beso en la coronilla de su cabeza y así, caigo en un profundo sueño.

Adelantada al tiempo Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora