Capítulo 22

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Mariana

Mi cabeza duele mucho, abro mis ojos lentamente, o eso intento, pues no los pude mantener abiertos por mucho tiempo. Pude ver que me encuentro entre paredes blancas, acostada en una cama y aquel olor tan peculiar a medicamentos y limpio. Estoy en el hospital.

Trato de recordar lo que me paso, pero al hacerlo mi cabeza duele aún más, así que solo me quedo allí a esperar que alguien vaya a saber de mi.

Mariana, ven. Mariana, intentalo una vez más. Mariana, yo se que puedes.

Despierto abrutamente, sentandome en la cama en la que me encuentro. Estoy sudando, mi respiración es agitada y mi corazón late a mil por hora.

No se en que momento lo hice, pero el sueño me venció. Esa pesadilla me ha hecho recordar el porque me encuentro en éste lugar.

Recuerdo cuando me encontraba en aquel diminuto callejón con la hoja cortante entre mis manos. Temblaba, me daba miedo morir, pero ¡entiendan! No pertenezco a éste lugar. Recuerdo haber hecho un pequeño corte en mi cuello para saber como se sentiría los pocos segundos de vida que tendría luego de haber procedido con el plan.

Inconscientemente lleve mi mano al lugar de la herida, percatandome que algo está cubriendo la misma.

Salí del callejón luego de haber realizado la herida profunda en mi muñeca izquierda. Me sentía débil, poco a poco fui perdiendo la conciencia. Sentí unos brazos levantarme y correr conmigo, pero no sabía hacia donde. Abrí los ojos con la poca fuerza que tenía y lo miré, era él. El mismo chico que me ayudo, mi gran heroe, me ha salvado una vez más. Sonrío levemente y caigo en la inconsciencia.

Elena

Me encuentro en la sala de espera junto a Diego esperando a tener noticias de mi mejor amiga. Me encuentro de brazos cruzados mientras mis piernas se mueven con nerviosismo.

No me gustan los hospitales, puros pensamientos negativos me vienen a la cabeza. La angustia de no saber que puede pasar, sí las cosas empeoraran o, en el mejor de los casos, mejoraran. Sólo espero que sea ésta última, porque no se que me haría sin mi mejor amiga. Ella es quien mejor me comprende. Quien siempre ha estado ahí para mi sin flaquear. A pesar de nuestros conflictos hemos sabido resolver cada situación que se nos ha presentado.

Mis ojos se cristalizan, mi mirada se nubla y no puedo contener más. Parto en llanto, flexiono mi cuerpo, coloco ambas manos en mi cara, apoyando la misma en mis rodillas aún temblorosas.

Ésta vez es Diego quien me abraza, me brinda su apoyo. Me hace sentir que no estoy sola. Soy consciente que ambos estamos mal con ésta situación. Pero no puedo evitar sentir tensión entre nosotros o evitar que su tacto me agrade a tal punto que me tranquilice y me haga querer permanecer toda una vida entre sus brazos.

—Eh, ¿familiares de Mariana Váldez?

Me levanto y me dirijo hacia la enfermera allí de pie esperando que estemos a una distancia prudente para poder informarnos de la situación de la chica que tan ansgustiada nos tiene.

—¿Todos ustedes son familiares?— pregunta la chica a lo que doy media vuelta para percatarme que mis padres están aquí. Quizás están aquí desde hace bastante tiempo, o llegarom recientemente. No lo sé, no me habia percatado de ése asunto. Sólo sé que me siento más tranquila con solo verlos allí de pie, afirmando que, en efecto, somos la familia de Mariana. Mis ojos se cristalizan. Quiero correr a ellos y abrazarlos, pero tenemos otros asuntos en cuales concentrarnos.

—La joven... Pues tiene una herida profunda en su muñeca izquierda, tuvimos que suturar en la herida. También tiene una herida menos profunda en su cuello, para nada grave. Ésta solo la limpiamos y cubrimos para que no se infecte. La jove ha perdido sangre, pero no es nada grave. Les recomendaría que estén siempre al pendiente de ella, busquen ayuda psicológica. Pero recuerden, también deben darle su espacio para que no se sienta muy agobiada e intente repetir la historia.  Gracias por su atención— se despide amable la enfermera.

—Joven, espere. ¿Será que podemos entrar a verla?

—Lo más recomendable es que no, pero aún se encuentra dormida. Veré que puedo hacer. Ya vuelvo señorita.

—Ésta bien, gracias.

La chica parte rumbo a recepción para cerciorarse que mi amiga puede recibir visitas.

Abrazo a mis padres, mis sollozos son altos. Ellos me devuelven el abrazo y su palabras de aliento me tranquilizan un poco. Se que mi amiga estará bien, pero no saben como me duele saberla de ésta manera, el no poder evitar todo ésto. Debí irme con ella cuando se levanto de la mesa. Hablarle y que desahogara conmigo, pero en vez de eso fui toda una estúpida y me quede en mi lugar y al dirigirme a mi cuarto ya era demasiado tarde. Ya se había ido.

—Uno de ustedes puede entrar a ver a la señorita Váldez, los demás deben esperar aquí.

—Mariana ve tu cariño— dice mamá

—Pero Diego es su novio, quizás sea el a quien quiera ver.

—No Elena, yo arruiné todo con ella, no querra verme. Anda y ve.

Sin mediar alguna palabra más sigo a la enferma, quien me indica que debo mantener la calma y mostrarme lo más pacífica posible.

Allí está, la veo. Tiene sangre en toda su ropa, las vendas cubriendo sus heridas y su piel pálida.

Oh Mariana, ¿qué has hecho?

Al llegar al pie de su cama, abre sus ojos y sonríe, pero esa sonrisa no llega hasta sus ojos. La tristeza y quizás decepción, es aquello que habita en aquel par de mares azules.

Mis piernas flaquean, admito que tengo miedo. Miedo de hablar y quebrarme, que me vea mal cuando lo menos que necesita es un drama. La enfermera bien claro me informó que debo estar calmada. Pero es que me duele tanto analizar su cuerpo entero y darme cuenta que estuve a punto de perder a mi mejor amiga.



Disculpen el haber tardado tanto, estuve algo ocupada. Espero hayan disfrutado

❤❤❤

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