capítulo 17

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Elena

Ya es lunes, a lo que me encuentro en la primera clase del día. Mi atención está fija en la maestra Sanchez, pues debo aprobar todas las materias y debo prestar especial  en aquella que tan poco me gusta. Ciencia sociales.

Llegué más temprano al aula para poder tomar asiento al frente y de ésta manera absorber toda información que me pueda ayudar en la materia.

Tras pasar unas cuantas clases ya nos encontramos en el receso para el almuerzo. No he dejado de pensar en Mariana. Las ideas fluyen y no dejo de idear un plan para acercarme a ella, cual chico en busca de conquista.

Doy un mordisco a la manzana en mi mano, pues nada más se me antojó de la comida que están ofreciendo en la cafetería, miro al frente enfocando mi vista a la nada.

Esa cabellera rubia, estatura promedio y piel blanca. Es Mariana, sin duda alguna. No lo pienso ni un segundo y camino hacia ella, pero es buena ventaja la que me lleva. La observo sin detener mi andar por los pasillos de la escuela.

Mariana gira a la izquierda hacia uno de los baños de chicas. Apresuro el paso imitando su acción, adentrándome al mismo lugar. Ispecciono el lugar y al cerciorarme de que no haya más nadie coloco el seguro a la puerta para evitar que alguna otra chica interrumpa nuestra charla.

Miro a mi alrededor y no veo a Mariana por ningún lado.

—Oye Mariana ¿podemos hablar?

Pero nada, los nervios me consumen. Se que ella se encuentra aquí, es solo que sé que aún no me quiere hablar.

—Mariana yo... Yo en verdad lamento lo que pasó, sólo quiero arreglar las cosas contigo, volver a lo de antes... Tenerte devuelta—. Ésto último salé como un susurro, mis ojos se llenan de gotas saladas que quieren salir. Me miro en el espejo y mi semblante es triste. Dirijo mi vista a los cubículos donde se encuentran los inodoros. Los pies de una chica se asoman por debajo de la puerta y estoy segura de que es mi amiga. Pero le daré su tiempo, esperaré a que esté lista para salir de allí.

Luego de unos cuantos minutos escucho el rechinar de la puerta del cubículo donde se encuentra.

La veo salir de a poco y su aspecto desmarañado me sorprende, jamás la había visto así. Por más difícil que fuera la situación por la que estuviera pasando, ella siempre se mantenía hermosa, delicada y mostraba una sonrisa para opacar su dolor. Pero ésta, ésta chica es totalmente diferente, no es la Mariana despampanante que conozco. Y sí, claro que la he visto llorar, reír y estar en un estado de depresión, pues esa chica puso toda su confianza en mi. Juro que no la había visto de ésta manera.

Me acerco sigilosa, tal cual lo hice aquella vez en el parque. Nuestros cuerpos a solo centímetros de distancia provocan que sienta en mi cuerpo unos frágiles brazos rodearme la cadera, un rostros esconderse en mi pecho y el calor de unas lágrimas que no tardaron en aparecer, mojar mi blusa.

Rodeo su espalda con mi mano derecha, ubicando la otra en su cabeza, para que se quede allí y pueda sacar todo aquello que la atormenta.

Apoyo mi barbilla en su cornilla, sientiendo su dolor a flor de piel, como si fuera a mi a quien embarga dicho dolor. No puedo evitarlo más, las lágrimas caen por mis ojos, hacía tanto que no lloraba, y hoy, junto a mi mejor amiga lo estoy haciendo sin siquiera saber la razón del mismo. Me duele tanto verla de ésta manera, me duele saberla en sufrimiento pero a pesar de todo siempre me tendrá aquí para lo que necesite.

—Preciosa, escucha, sabes que siempre estaré para ti. No puedo imaginar una vida sin aquella persona que ha estado siempre allí para mí. Podremos tener miles de peleas, alejarnos millones de veces, pero siempre volveré, estaré y me quedaré para siempre. Sabes que siempre puedes contar conmigo. Te escucharé, aconsejaré y regañaré sí es necesario, pero jamás me iré. Solo espero que tu nunca lo hagas— ella ha puesto toda su atención en mis palabras, lo se porque se ha mantenido en total tranquilidad y su llanto a disminuido. —No me importa que no me quieras hablar o nisiquiera mirarme, pero estaré ahí y buscaré la manera de que sientas todo ese apoyo y amor que te tengo. Y no saldremos de aquí hasta que hayamos arreglado las cosas. — dicho esto me separo un poco de Mariana, pero ésta vuelve a envolver sus brazos en mi cintura y el llanto vuelve. — Ssssh tranquila preciosa, aquí estoy, ya calma.

Después de unos minutos nos acomodamos en el suelo de aquel baño y allí mi mejor amiga vuelve. En medio de llantos me confiesa que su novio, Diego, no la ha buscado, que estos días se ha sentido totalmente sola, que no durmió en lo de sus padres y que ahora no sabe donde ir, pero no quiere volver a ese lugar. Me dijo que alguien la rescato pero ni sabe quien fue, al despertar ésta mañana ya el chico no estaba y ella solo salió de allí rumbo a la escuela.

Ofrecí mi hogar, no es tan acogedor, pero sé que allí estará bien y que a mis padres no les molestara que ella esté allí. Ya luego vemos que hacemos, pero mientras me tenga a mi, nada le faltará.

Le confesé mi amor hacia Diego, le aclaré las cosas, le dije que no tuvimos relaciones, que aquello que miró, fue todo lo que pasó. Le conté de Luis, manteniéndolo aún en el anonimato, y de cuanto me gusta ese chico, y de aquel inicidente ocurrido entre medio de besos.

Pasamos entre charlas serias y risas, nos olvidamos del tiempo, de nuestros padres, de aquellos chicos en nuestras vidas y solo eramos un par de amigas comprometidas a salvaguardar ésta bella amistad que hasta el día de hoy, ha sido de las mejores.

Hola, buenas.

Esa canción del incio creo que va muy bien con éste capítulo.

Espero hayan disfrutado. Hasta la próxima.

❤💕

Adelantada al tiempo Where stories live. Discover now