Capítulo 20

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Disculpen lo de la otra vez, lamento que hayan pensando que había publicado. Lo siento. Ahora disfruten.
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Elena

Tras la partida de Mariana al cuarto, espere unos cuantos minutos antes de seguir sus pasos. Sé que no se siente parte de ésta familia, pero sólo es cuestión de tiempo para que lo haga. Haré que se sienta parte de nosotros y hacerle saber cuán importante es para nosotros.

Me disculpo y me levanto de la silla en la que me encuentro y me dirijo al cuarto.

Mi mente está en blanco, no tengo ni la más remota idea de porque mi cuarto está vacío, del porque ella no está aquí dentro.

Observo con detenimiento cada rincón del cuarto en busca de algún rastro. No buscaré en otros lugares porque a la hora de la comida mamá cierra las puertas de todos los cuartos con llave para evitar que tomemos la comida fuera del comedor. Le había pedido que, por Mariana, no cerrará con llave mi cuarto. Pues sé que todo ésto no es normal para ella.

¡Joder! Corro a prisa hasta llegar a la ventana abierta de mi cuarto. El miedo sé apodera de mí. Ésta chica no pudo haber escapado, no después que le prometí que aquí estaría bien y que nada le faltaría.

Miro en ambas direcciones en busca de algún rastro de la rubia. Veo dos cuerpo algo alterados en la parte delantera de mi hogar.

Sin pensarlo dos veces, espabilo como rayo, saliendo por la puerta principal. Al llegar allí solo uno de los cuerpos aún permanece en el mismo lugar. La confusión aumenta al ver sus ojos lloroso y su cuerpo temblar. Me encuentro frente a un Diego que jamás conocí. Uno vulnerable, triste, y tan lleno de dolor.

Le cuestiono por su estado y del paradero de la rubia que antes, se encontraba con él.

Con sumo dolor y en medio de hipidos y mucosidad me relata lo sucedido, cada situación, cada palabra. En mi desespero por saber más le exijo que apresuré y llegue al punto.

Sus últimas palabras, sus últimas palabras me han dejado en shock. Debemos encontrar esa chica.

—¿Por qué no la detuviste?—cuestiono totalmente alterada. El miedo se apodera de mi cuerpo, siento mis piernas como gelatina, mi corazón a mil por hora y solo me queda rogar porque la rubia aún se encuentre bien.

—Es que ella me ha terminado y me ha dicho que se irá— se defiende el chico frente a mí.

—¡Sí serás idiota! Debemos encontrarla lo antes posible.

Diego corre, le sigo los pasos suponiendo que a esa dirección se ha dirigido la rubia.

Corremos a todo dar, dirigiendo nuestras miradas desesperadas a todos lados esperando que éstas choquen con aquel cuerpo de piel blanca o esa cabellera color oro.

Mis ojos se abren más, mucho más de lo que ya estaban con total sorpresa. A lo lejos veo un cuerpo tirado en la acera. Mis nervios ya están incontrolables. Apresuro mi paso, si es que eso es posible.

Al acercame, mi mirada no se aparto ni un segundo de aquel bulto postrado cual saco de papas en la acera de éste vecindario.

Una desconcertante acción me derrumba, me llena de impotencia y me llena de dolor y amargura.

Un cuerpo con vestimenta oscura y gorro a juego, toma en sus brazos el bulto que yacía en la estructura plana para circulación de peatones.

Su tez blanca y melena rubia. Estoy segura que aquel cuerpo le pertenece a Mariana. El otro cuerpo robusto corre con mi amiga en brazos. Se dirige al hospital, que para nuestra suerte se encuentra a pocos metros de donde nos encontramos.

Llegue a las puertas del hospital con Diego pisandome los talones. Al entrar todo se encontraba muy tranquilo. Busque con la mirada al chico que  nos condujo hasta aquí. Pero no lo veo hasta que dirijo mi mirada a la salida y veo la figura masculina marcharse del lugar.

Corro en su dirección, pero al llegar ya no está. Mi respiración es agitada y mi vista desesperada. Ya resignada me doy medi vuelta para unirme a Diego y confirmar sí aquella rubia era mi amiga.

—Ella estará bien— giro rápidamente y en medio de la calle miro a aquel chico que, desde lejos no reconozco de quien se trata. Mi vista se nubla, y la tranquilidad me embarga.

Definitivamente él es un héroe. El héroe de mi mejor amiga.

Adelantada al tiempo Where stories live. Discover now