Capítulo 31

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Elena

Mamá toma a Andrés y se va, haciéndole señas a karla para que ésta hago lo mismo. Me quedo a solas con aquel señor. Su mirada no se ha despegado de la mía. Tiene una mirada escalofriante pero no me dejo intimidar. Ya mi momento ha llegado, es ahora o nunca.

—¿A qué se debe su visita señorita? Pensaba que ya no la vería más por acá.

—¿Tan mala hija fui que nisiquiera quieres verme?... Pero bueno, señor montero, mis intenciones no son malas ni mucho menos. El motivo de mi visita es arreglar las cosas.

—No volveras, si es lo que pretendes.

Sus palabras me duelen, aunque lo niegue. No esperaba esa respuesta de su parte. Pero intento ignorar ese comentario y continuar.

—Esas no son mis intenciones. Solo quiero estar bien con el que alguna vez consideré mi heroe, pero fue el mismo que me hechó a la calle sin saber con que me encontraría.

—Pero por lo visto te ha ido, aún no has muerto de hambre.

—¿A caso te importó aunque sea un poco? ¿A caso no te importó que tu primogénita anduviera en las calles con los peligros de hoy en día?

—¡Tu elegiste a un particular en vez de a tu familia! ¡Tu fuiste quien lo eligió!

—¡Te equívocas! Les hablé a ti y a mamá justo antes, y estuvieron de acuerdo. No podía dejarla sola ¡maldición! ¡NO PODÍA!  ¿Entonces de que sirvieron tantos años de protección, los guardaespaldas, las horas de llegada a la casa si a fin de cuentas esto iba a pasar? ¿De que sirvieron los castigos si de todos modos me dejarías en la calle? ¿Eh? ¡Maldición papá! Todo fue en vano. Tantos cuidados, tantas reglas. Por Dios, me decepcionante como padre. Te veía, Dios, no sé ni como describirlo, eras como un rayo de luz en la oscuridad para mi. Y tu mismo te encargaste de destruirlo.

—Hija yo, lo siento, yo no se que decir. — su mirada fría se transformó a una de total arrepentimiento, sabe que tengo razón, que fue algo tan absurdo lo que hizo.

—Y la verdad no me sorprende que no tengas nada que decir. Ahora debo irme, tengo más cosas que hacer. Dile a mamá que volveré pronto.

—Pero hija, yo...

—Pero nada, adiós.

Salgo de allí y me dirijo a casa de Mariana. Coml ya saben, solo cuatro cuadras de la residencia de mis padres. Sé que allí la encontraré. Aunque sus padres no la traten bien en ocasiones, allí se siente bien. Escuché por ahí que sus padres han estado yendo a terapia y mejorar como padres. Eso ya es un avance. Al parecer reconocieron su error y quieren recuperar la familia que fueron una vez.

Ya me encuentro frente a su puerta. Toco y no pasan ni dos minutos cuando abren y es Mariana que abre. Su asombro es notorio. Sé que no esperaba verme por aquí. Ésta me invita a pasar aún en un especie de trance, me mira como si fuera algún fantasma, pero la entiendo. Sus padres de acercan a saludar, sabía que hoy era buen día, pues al parecer el domingo sigue siendo su día sagrado para convivir en familia.

Nos sentamos en el sofá y Mariana no pierde tiempo en cuestionar mi visita. Me disculpo con los padres y le infomo que es algo que debemos hablar en privado. Mariana me lleva a su cuarto, ese lugar donde tantas veces estuvimos, al igual que en el mío. Ya no tiene ese aspecto infantil que tanto ella se había empeñado en conservar, alegando que fueron sus mejores años. Donde todo era felicidad y al estar allí se sentía como sí si el tiempo no hubiese pasado. Ya las calcomanías no están por toda la pared. Ya no tiene el armario como el de las princesas, los cubre colchones de princesa han desaparecido;  incluso su casita de barbie ya no estaba en una esquina de su cuarto. Todo tiene un aspecto totalmente distinto, colores mas claros adaptables a la vista. Armario diferente y un sillón para dos donde solía estar la casita. Me gusta mucho.

Ahora observo con detenimiento a mi amiga, ha aumentado de peso, pero sin perder su preciosa figura. Ha cortado su cabello por los hombros. Su mirada brilla y su sonrisa es hermosa. Al parecer las cosas han mejorado. Miro su cuello y allí descansa una cicatriz, por autoreflejo dirijo mi vista a su muñeca y allí existe otra cicatriz producto de lo ocurrido. Su vida ha cambiado, ella ha cambiado. Es justo lo que dijo en aquella carta que haría, y que felicidad que lo haya podido lograr.

Siempre la he considerado una chica fuerte que, aunque ha caído mil veces, se levanta mil y una vez y, aunque en sus momentos de derroche emocional no pueda apreciar esa virtud, ella es admirable. Aunque su actitud no sea la mejor en esos momentos, es entendible pues, el control de las emociones es complicado cuando las cosas negativas se apoderan de tu mente. Y por todo lo que ha logrado, por haber cambiado y poder estar feliz nueba vez es que admiro a ésta chica. Hasta me atrevería a apostar que ha vuelto a ser la chica de antes.


Hooolaaaa otra vez😅

Aquí tampoco termina, así que continúa
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