Capítulo 25

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Bueno feliz año nuevo, espero todos sus propósitos sean cumplidos en éste nuevo año y que lo disfruten al máximo. Aquí su regalito de año nuevo. Difruten 😊❤

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Elena

Tras empacar nuestras cosas partimos de allí sin siquiera mirar atras, sin despedirnos. Yo me voy con el corazón en las manos pidiendo a los santos que nada de ésto sea en serio pero lamentablemente es una realidad que me toca afrontar, una realidad que nunca imaginé me llegaría a pasar pues, siempre trate de ser la hija perfecta, de ir al compás de las peticiones de mis padres, de sus reglas y sus valores. Me duele el dejarlos, dejar mis hermanos, Extrañaré molestar a Karla, tener al pequeño Andres entre mis brazos; las cenas en familia, aquella unión que hasta hoy me di cuenta que era fingida. Extrañaré creer que tengo la mejor familia de todas, con sus altos y bajos, pero la mejor. Extrañaré todo. Pero ésto no lo decidí yo, lo decidió mi familia.

Al cerrar la puerta tras de mi algo dentro de mi se quebró, un vacío albergó mi alma y una tristeza inimaginable. Doy vuelta y doy una última mirada a aquellas paredes que forman un hogar, un hogar al que tuve la dicha de pertenecer.

—Ven cariño, debemos irnos.— es la voz de Mariana que me saca de mis pensamientos quien me da ánimos diciendo que todo estará bien, que estaremos bien mientras seca con sus dedos unas lágrimas que no me percate habían rodado por mis mejillas.

—Mariana yo...

—Tranquila preciosa, ya verás que sí saldremos adelante, como tu misma me dijiste.

—¿Y dónde pasaremos la noche?

—No te preocupes por eso, conozco a alguien que puede ayudarnos.— esa ternura en su voz, esa sonrisa que me brinda que hace mis nervios calmar y ese brillo en sus ojos que brindan seguridad a pesar de estar débil aún por lo pasado días atras.

Siento sus brazos al rededor de mi cuerpo junto a la cercanía del suyo que me arrullan como una madre a su cría. Mis ojos cristalinos, esta vez no les permito llorar. De aqui en adelante debo avanzar y mis fuerzas retomar. Debo ser ese ser que pueda combatir todos los problemas que vendran y poder también cuidar de mi amiga.

 
Mariana

Luego de unos largos minutos con Elena entre mis brazos la llevo conmigo a aquel lugar que tan bien conocemos, aquel lugar tan subreal, tan hermoso, tan nuestro. Caminamos hasta allí pues no es mucha la distancia desde casa de mi amiga. Recorremos el camino habitual hasta llegar a aquel paraíso lleno de naturaleza.

Ella se acomoda al pie de aquel árbol gigante donde aquella vez me encontró. Se podría decir que ahora es especial. Su mirada está algo pérdida, su cabeza baja y sus ojos cristalinos tratando de retener el llanto, de hacerse la fuerte. No se que decir o hacer y solo me tumbo a su lado mirando a la nada.

—Esa es la familia que según tu tanto me amaba.— giro mi cabeza y tomo su mano. En momentos como éstos no se realmente que hacer. No se como desmostrar mi apoyo pero si me gusta hacer sentir que allí estoy.

—No se que he hecho mal, no se porque diablos debe pasarme ésta mierda a mi. Que siempre trabajé y luché por y para ellos, pero guardar los valores inculcados, por estar cada que necesitaban de mí y así es como me pagan.

La tomo y la tumbo en mi regazo, con mis brazos debajo de su cabeza y mi cuerpo inclinado el suyo y justo allí y aquel preciso momento es donde mi alma termina de romper. Parte en llanto, sus gritos agonizantes, esa desesperación que sale de lo más profundo de su garganta, el sentir su cuerpo temblar bajo el mío. Tengo que retenerla con fuerza y pegarla aún más a mi para poder calmarla. Pero no ha funcionado. El llanto desgarrador no cesa, ahora es un mar de lágrimas. En cada palabra que ha podido articular, solo se escuchan lamentos y quejas llenas de dolor.

Las horas se nos pasan volando y ya ha oscurecido. Elena tiene su cabeza apoyada en mis piernas mientras le acaricio el pelo. Hace ya bastante tiempo se ha quedado dormida. Pero ya debemos irnos, no hemos comido nada en todo el día y debemos partir rumbo a donde pasáremos la noche.

Despierto a Elena suavemente, tomamos nuestras cosas y salimos del parque.

—¿Elena traes algo de dinero contigo?

—Sí, toma, es una parte.

—Bien debemos tomar el transporte para llegar donde pasaremos la noche.

—¿A dónde vamos?

—Vamos a las afueras de la ciudad preciosa. Tengo un amigo allí que podría ayudarnos y no creo que le moleste que llegue con compañía—  Una sonrisa tonta se dibuja en mis labios al recordar aquel chico, el que me ha salvado un par de veces. Debo pensar en algo para agradecer aquel gesto tan noble de su parte.

Caminamos unas cuantas calles para llegar a la parada del autobus que va a nuestro destino. Me mata ver a Elena de ésta manera, en la espera sólo me limito a abrazarla, acunandola entre mis brazos mientras ella esconde su rostro en mi pecho. Tras unos minutos el autobus se detiene y mos adentramos en él, inmediatamente mi amiga vuelve a dormir sobre mi regazo. Ha de estar muy cansa o muy dolida para querer estar dormida. Después de un largo viaje hemos llegado a nuestro destino, del cual minutos antes Elena ha despertado. Nueva vez tomamos nuestras cosas y salimos del autobus.

—Yo conozco éste lugar, ¿Mariana qué hacemos aquí? — pregunta Elena un tanto conmocionada y sorprendida por el lugar donde nos encontramos.

—Vamos, entremos. El Bar se ve repleto, pero nos acercaremos al dueño quien es mi amigo.

Adelantada al tiempo Where stories live. Discover now